This is Your Life

¿Para qué estamos en este mundo, digo yo?

He estado muy callada, porque a veces, como dice Bertrand Russell (o como se olvidó de decir), es mejor no publicar y dejar que piensen que no tenés nada interesante para contar, en lugar de publicar un post y confirmarlo. Pero como soy de las que jamás toman un buen consejo a tiempo, acá estoy, publicando. Igual, es cierto. Si pudiesen imaginar mi proceso creativo, sería como un montón de ideas tratando de pasar todas juntas por la misma puerta, al mismo tiempo, sin que ninguna lo logre*.

A veces me cuesta entender, cómo es que llevo 27 años meta vivir, y todavía no entiendo nada. Siempre tengo la fantasía de arrancar viviendo sabiendo lo que sé hoy, pero me doy cuenta que a medida que pasa el tiempo, no crece mi entendimiento sino que aumenta el número de cosas que ignoro. Pero supongo que no está tan mal, o al menos eso me digo a mí misma tratando de convencerme.

En los años 50, existía en la televisión estadounidense, un programa que básciamente, se trataba de llevar a una persona bajo falsos pretextos a un estudio de televisión para finalmente sorprenderlo con su familia y amigos y hacer un raconto de su vida todos juntos; su influencia en otras personas y su aporte a la sociedad, su carrera profesional…etc. El show, se llamaba This is your life y ese nombre siempre me pareció bastante…fuerte.

Me imagino a los protagonistas de cada episodio en un pánico espantoso, mientras su vida estaba siendo escudriñada en televisión nacional, por terceros, quienes calificaban de ejemplar, satisfactoria, exitosa (o no) la suma de todas las decisiones tomadas a lo largo de una vida, que en general cuesta mucho trabajo vivir.

El pánico me lo imagino, porque me veo a mí con muchos años encima, sin haber hecho nada ni remotamente cercano a memorable por la humanidad, y pudiendo a penas hacer cosas por mí misma y mi propia felicidad. Reconozco que es un tanto masoquista y tortuoso ponerse en ese lugar, pero me resulta un examen de conciencia interesante para preguntarme ¿qué estoy haciendo con mi vida?

Existe una diferencia fundamental entre llevar una vida feliz, y una vida significativa. Mi felicidad se construiría con muchas de las cosas que ya tengo, más un viaje a la Polinesia Francesa, una provisión interminable de chocolates After Eight y un muchacho atractivo e inteligente que me enamore y me quiera bien. Todo re sencillo hasta ahí. El problema es que mi felicidad está muy atada a la felicidad de las personas que quiero, y eso no depende de mí. Y la felicidad, es esquiva, está hecha de segundos que ya pasaron, no nos da ningún consuelo, y cada vez cuesta más trabajo encontrarla y retenerla. Es muy difícil refugiarse en la felicidad. La felicidad se reduce a la satisfacción de un deseo y no hay nada más esquivo que el deseo.

En cambio, la búsqueda de un significado es lo que nos hace personas. Encontrar y hacer cosas que nos hagan sentir que tenemos un propósito más allá de nosotros mismos y de la medida de nuestra existencia. Irónicamente, nada nos llena de más significado que traer felicidad a otros…y, a otros que no tengan que ver con nosotros mismos. Criar a nuestros hijos, jugar con el perro, inventar una canción, ayudar a un completo extraño, alimentar a 1500 personas por día, regalar tu tiempo para acompañar a quienes se sienten solos, cuidar un cactus, encontrar el número primo más alto que se haya encontrado…

Todavía no puedo contestarme qué estoy haciendo con mi vida sin querer meterme abajo de la mesa a llorar deprimidísma por los 27 años en los que no encuentro nada que satisfaga esa pregunta. Estoy segura de que he hecho cosas por los demás, y aparte tengo un cactus que cuidar, pero ninguna de esas cosas sostienen un significado como para poder decir tranquila, «Ok, that’s my life». Supongo que con los años se me irán ocurriendo y presentando cosas para llenar de significado this blip of existence, pero ya pasaron 27 y la cuenta no me da.

En el mismo orden de cosas:

El poeta W.H. Auden dijo: «We’re here on Earth to help others, what the other are here for, I’ve no idea.»

*sí sí…la metáfora de las ideas queriendo pasar todas juntas por la misma puerta viene de acá.

¡Hola! Los extrañé.

Cumplí 3 años acá, hace bastante…y no hice fiestita. Muy flojo de mi parte. Pueden reclamar su bolsa de sorpresitas y su porción de chocotorta dejando un comentario más abajo.

Préstenle atención a esta señora, que insiste en que hay que comprarse un ukelele, porque en cualquier momento nos morimos.

¿Y vos, nena, para cuándo?

Don't you just hate that?
Don’t you just hate that?

Cuando se tienen 27 años, se es la única mujer soltera en kilómetros a la redonda, y no hay nada mejor que hacer, parece que es menester que te pregunten, para cuándo un novio. En serio, la pregunta parece tener gravedad propia, y simplemente se desploma de la boca de tías y primas lejanas en una cena familiar, o de tu jefe en un almuerzo, o de alguna de esas ex compañeras del colegio que un día te agregaron a Facebook.

Tiene muchas otras versiones, «¿vos no tenés novio todavía? ¿pero no te gustaría casarte? ¿no estás saliendo con nadie? ¿seguís soltera?» , etc y nunca falta quien te dice a modo de cumplido «cómo puede ser que una chica como vos esté sola.»

Creería que después de muchos años de toparme con esta escena, tendría una buena respuesta para esa pregunta; porque ridículamente, siento que debo dejar satisfecha a la otra persona cuando me cuestiona por qué estoy sola. Como si tuviese que justificarme, aún cuando la desición es mía y quien me lo pregunta no me importa. Como si fuese asunto de toda esa gente que mi ex novio haya dejado de quererme, o que el hombre del que me enamoré, no se haya enamorado de mí. Es una pregunta de mierda. Debería ser igual de maleducada o impertinente que preguntarle a alguien cúanto dinero gana, o por qué no tiene hijos.

Habiendo tantas otras cosas en el universo para alimentar nuestra curiosidad, las tías, las primas, los jefes y las ex compañeras, se interesan en la vida amorosa de una. Como si fuese una cuestión de equilibrio cósmico.

Aún así, todavía no encontré una respuesta que en lugar de ponerme incómoda a mí, que estaba feliz minding my own business, ponga incómoda y en falta a la otra persona, y la haga sentir mal, pero diplomáticamente, sin mandar a nadie a la mierda, (al menos no de manera explícita.)

Lo que más me molesta de toda esta cuestión, es que me moleste; que de hecho le esté dedicando un post en el blog, cuando en realidad, pensaba relatar mi experiencia de una noche as a wingwoman. Pero, supongo que a modo de expresión personal, quería dejar en claro que es una pregunta de mierda, no se la hagan a nadie, dejen a la gente en paz, porque no hay crítica o consejo, declaración o insight que puedan aportar, que vaya a cambiar la vida de nadie. Y para mis congéneres, les dejo esto: fijate que en general, quienes te hacen esta pregunta, son personas cuya opinión realmente, te importa un pito.

Hice una encuesta, y algunas buenas respuestas son:

  • ¿Un novio? Me arruga la ropa.
  • ¿Vos seguís casada?
  • Todavía no encuentro el que me pague el all inclusive a la Polinesia.
  • Es que desde la cirugía de cambio de sexo todavía me animé a salir con nadie.
  • Y…ahora que está la ley de matrimonio igualitario, en cualquier momento me caso.
  • Noooo, mi papá no me deja.
  • Es que soy comunista.
  • Me dejé al chico en la otra cartera.
  • Depende de quién pregunte.
  • Porque tengo un blog.

El Mito de la Falsa Chica Geek

Siendo que me encuentro en plena sequía de ideas publicables propias. Decidí hacer uso de mis habilidades de traducción y compartir esta, que me gustó mucho. Se trata de un artículo de io9, publicado por Jay Edidin, a quién le pedí autorización para traducir y difundir su artículo. Me gustó mucho, y si no conocen io9, creo que es momento de que lo hagan.

El artículo original está acá y se llama «The Myth of The Fake Geek Girl» – (PS: Thank you Jay!!!)

So here it goes.

He estado pensando acerca de las falsas chicas geek, y más aún, en la tenacidad con la que la comunidad geek se ha aferrado al desasosiego de la falsa chica geek. Aún, en una comunidad tan beligerante, la intensidad y el nivel de acidez dirigido hacia la falsa chica geek, son inauditos. Es sencillamente muy extraño.

Pero, ¿qué hace que la falsa chica geek sea una idea tan amenazante? ¿Qué es lo que amenaza, exactamente?

La palabra «Geek» es un sustantivo que ya tiene un género asociado. Existe una GeekGirlCon (o convención de chicas geek) pero no una GeekGuyCon (o convención de chicos geek), por la sencilla razón de que todas las Con, son convenciones de chicos geeks, a menos que se especifique lo contrario. Uno no dice «chicos geeks» del mismo modo que utiliza «chicas geeks»; una vez que se usó el «geek» la parte de «chico» ya se sobreentiende.

Cuando una etiqueta viene con género asociado, lleva consigo todo el bagaje relacionado. ¿Qué significa esto para los geeks? Bien, nosotros culturalmente, regulamos la masculinidad muy de cerca. Es valiosa en formas en que la femineidad no lo es, y eso también hace que sea más frágil. Las peores cosas que se le pueden decir a un hombre son las que cuestionen su masculinidad, o peor, las que los hagan femeninos. Hasta «nena» o «minita» se suelen usar mucho como insulto.

Tómense un minuto para reflexionar qué significa eso para las mujeres, pero también para los hombres; y particularmente para la forma en la que se les enseña a los hombres a ver a las mujeres. Las mujeres en un ámbito masculino se vuelven una amenaza. Tiñen lo que tocan por asociación. Es comprensible que a una mujer le gusten cosas de hombres, casi como una mejora; pero si a un hombre le gusten cosas de mujeres, se trata de un defecto.

Si empezamos por ahí, es fácil ver cómo nos hemos predispuesto a ver a las mujeres que se identifican con la cultura geek, con cierta sospecha. Son «el otro». No cuadran dentro de la narrativa. Necesitan otros adjetivos, no solo «geeks» sino «chicas geek», lo que ya las aleja del geek genuino.

Entonces, cuando digo que «geek» es un sustantivo con género asociado, y que por defecto es masculino, estoy diciendo algo acerca de como interactúa con una escala de valores culturales, y por añadidura, también estoy diciendo algo acerca del valor de la identidad masculina para la comunidad geek.

Al mismo tiempo, la cultura geek es una panacea para los muchachos que no quieren, o no pueden, caer en el lugar común de la parafernalia cultural y los valores tradicionales de la masculinidad. Al menos, en teoría, la cultura geek promueve un modelo de masculinidad más cerebral y menos violento, respaldado por una escala de valores alternativos. Sin embargo, el costo social de este modelo alternativo, ya sea elegido o impuesto, es muy alto, y con frecuencia se paga de forma violenta, física o socialmente. La marginalidad, es un lugar peligroso para vivir, que nos predispone a estar a la defensiva, ansiosos por crear nuestra propia aproximación de un centro. En lugar de rechazar la dualidad rígida de la cultura de la que nominalmente nos liberamos, la comunidad geek la intensifica, condensada por la amargura defensiva que acompaña a la marginalización. Entonces, la masculinidad se vigila con muchísima agresividad en las comunidades geek, tanto como en cualquier vestuario o cancha de fútbol.

Entonces, no es ninguna sorpresa que una mujer inmersa en la cultura geek, durante mucho tiempo fuese considerado poco común. «Chica» y «geek» eran una dicotomía de suma cero: para reclamar un título, había que renunciar al otro. Sin embargo, recientemente hubo cambio drástico, un repentino aumento no solo en la visibilidad de mujeres en la cultura geek, sino también en la popularidad de ciertas vías tradicionalmente femeninas, comprometidas con esa cultura; cosas como el cosplay o el crafting, ambas areas abrumadoramente femeninas. Al mismo tiempo, las mujeres están encontrando maneras de reconciliar lo geek con lo femenino, lo que significa que esa identidad geek ya no es irreprochablemente masculina. Por primera vez, existe una faceta de la cultura geek, que no solo es una mayoría de mujeres, sino que es descaradamente femenina, en una cultura donde la feminización está directamente atada al menosprecio.

Todo esto sucede en una comunidad preparada para responder de manera agresiva a los recién llegados, y particularmente a las mujeres recién llegadas. A veces, esta hostilidad decanta en agresión directa. A veces de manera sutil, en forma de desafío permanente o de desestimación de la identidad. De este modo, se da esta nueva diferenciación de los geeks «reales» vs. «falsos», en la cual lo «real» está convenientemente identificado bajo modalidades tradicionalmente dominadas por hombres.

Acotando esta definición y asegurándose de que desaliente a los novatos, también garantiza una dotación de acérrimas aliadas femeninas. Para quienes tuvimos que dejar en la puerta aspectos significativos de nuestra identidad, no es difícil ver a las nuevas generaciones de chicas geek como intrusas, alcanzando gratis  lugares donde nosotras tuvimos que abrirnos paso trabajosamente. Cuando una es parte de una minoría, es fácil caer en la falacia reduccionista que dicta que hay una sola manera de ser una mujer (o discapacitada, o negra, o excéntrica, etc) en la cultura geek, y que quien encare esa identidad desde otro ángulo amenaza tu derecho a esa misma identidad; lo cual no es muy diferente de la propia lucha de la cultura geek para mantener una identidad discreta mientras nuestro retrato y nuestro medio, se infiltran en la cultura predominante. Si esas personas pueden ser geeks, ¿qué queda entonces para mí?  Y si el club es tan grande, a la larga ¿vale la pena ser miembro?

La verdad, por supuesto, es que no se trata de un juego de suma cero: la misantropía y el hostigamiento por la identidad van a consumir a la cultura geek más rápida y profundamente que cualquier legión de intrusos imaginarios. Por décadas nos hemos enorgullecido de ser trasgresores, visionarios, dispuestos a cuestionar las normas culturales y pensar más allá de los límites impuestos. Imaginen qué tan lejos podríamos llegar si pudiésemos también dejar de reemplazarlos por límites diseñados por nosotros mismos.

«I hate to break it to you, but there is no big lie, there is no system. The universe is indifferent.»

Lo compartí por acá, en primer lugar porque me gustó mucho, y en segundo porque me pareció apropiado para ir apagando este finde largo, que igual está por desaparecer.

Avatar de MXc u e n t o * c h i n o

Somos hipócritas. Nos llenamos la boca con palabras vacías que nos sirven como estandarte representativo e identificatorio de nuestro gran compromiso y tesón en averiguar o develar el propósito único del hombre. La verdad es que no nos interesa. Acercarse cada vez más a la respuesta buscada – la que complementa el mantra repetido desde el comienzo de los tiempos: ¿cuál es mi misión? ¿para qué estoy? ¿cuál es el sentido de todo esto? – es enfrentar cara a cara la peor confirmación que podemos tener. Vamos a desaparecer. Tanto individual como colectivamente vamos a extinguirnos y eso es algo que nadie ignora, pero nos esforzamos por espantar esa reflexión de nuestras alegres cabecitas esponjosas. El mecanismo con el que desplazamos esta preocupación imposible de evitar es fabricarnos otra preocupación, más terrenal y tal vez con una resolución cercana a nuestras posibilidades de raciocinio, con la cual desplazar a la…

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La Petite Mort

La temida última página y el preludio del bajón post-libro

Desde chica me acompaña una sensación espantosa que no he podido explicarme cada vez que termino de leer un libro. Una pensaría que más o menos a esta altura y después de haber pasado muchas últimas páginas, ya me habría acostumbrado, pero no.

En mayor medida, es casi la misma sensación que experimentamos al volver a la realidad después de haber visto una película muy buena (cuando el director tiene la capacidad de envolvernos en la historia) sin tener que bancarnos al idiota infaltable de cada cine, que come pochoclos, se chapa a la novia y comenta la película a los gritos.

Roland Barthes se refería a la petite mort como el objetivo principal de la literatura. Él utilizó el concepto como una metáfora para describir eso que se supone que debemos sentir al experimentar una obra de arte literaria. Después de todo, cerrar una contratapa, es también iniciar un pequeño duelo (después de puro placer). Yo creo que Barthes también se olvidó de decir que es el mismo vacío que sentimos cuando se nos termina una buena serie, una canción o un buen film.

Terminar de leer un libro es vivir el final de algo que nos transforma y nos conmueve. Es despedirse de personajes que nos emocionan y con quienes nos encariñamos. Las despedidas son siempre difíciles. Supongo que es por esto que este bajón es ineludible, porque los finales de las historias nos recuerdan que todo se termina. Así como hoy me despido de Arthur Dent, el día de mañana también voy a tener que despedirme de otros personajes que quiero, y que son más tangibles. Y entiendo que puedo volver a leerlos cuando quiera, pero es como ver fotos, siempre estáticas de personas y momentos que ya no están, o evocar recuerdos. Ya no van a haber diálogos nuevos, ni aventuras inciertas, ni besos probables. Esas oportunidades ya no existen (algunas ya no están) y no van a volver.

No terminamos nunca de acostumbrarnos a los puntos finales, y lo irónico es que ninguna buena historia es buena sin un buen final. En los libros podemos palpar que nos estamos acercando al fin, porque hay un último capítulo y una última página. Pero en el día a día, la línea que separa el inicio, el clímax y el desenlace de nuestra propia historia es difusa y uno no sabe exactamente qué momento está transitando (lo que me aterra, es que ese final puede darse en cualquier momento, y me puede pasar como en final de Lost, que nadie entendió nada.)

Llegar a la última página es llegar al final de una historia que vivimos como propia. Los libros (las películas, las obras de teatro, y el arte en general) son una manera de saciar ese capricho cósmico con el que nacemos las personas de querer vivir todas las vidas estando limitados a vivir solo una.

Epílogo:

Alguien me dijo que no todos tienen la capacidad de dejarse ¿abstraer? por el arte y las historias de las que no somos protagonistas. Seguro lo dice por el idiota infaltable de cada cine, que no puede quedarse callado y quieto por 2 horas.

Lo bueno de leer, es que las historias son ilimitadas. No importa que haya muchos finales, siempre puede haber más comienzos, y no sé Uds. pero cuando leo un libro por segunda vez me gusta más. Son como los segundos besos, siempre mejores que el primero.

Yo tengo una costumbre que le copié a Billy Cristal de una de las primeras escenas de When Harry Met Sally,  y es que cuando me compro un libro, siempre leo la última página primero. Por las dudas.

Feliz cumpleaños a la mitad de Honorio Bustos Domecq, quien hubiese cumplido unos cuantos años este finde.

Queda claro que no superé lo de Lost, y extraño a Sawyer: 😦

404 Not Found

...I get that a lot.
404 Error
We’re sorry but the man you were trying to search:
1. Does not exist
2. It’s a myth
3. Transcends all human understanding
4. Exists, but in a different universe
5. Died 3 years ago
6. Married Angelina Jolie
7. Has evolved to a higher plane of existence.

Ya me quedó clarísimo que me va a costar mucho enamorarme…o ¿volver a enamorarme? No puedo andar jactándome de tener expectativas altísimas, ni de buscarle el pelo al huevo (perdón por la metáfora); porque podría relatarles una listita de especímenes muy peculiares que vendría a refutar esa teoría. Ojo, en su momento, los quise mucho a todos, pero en retrospectiva bajo ningún punto de vista eran el hombre de mi vida.  No es que yo sea un super premio como mujer, disto muchísimo de serlo. Cierta vez, un ex o un amigo, o ambos, me dijo: «sos como esos perros chiquititos insoportables, que ladran ladran ladran, pero son re tiernos, y más cuando están enojados». Así que evidentemente, vengo a ser algo así como una mascota simpática, más que una buena pareja.

Igual temo que este desinterés sea una medida de self-preservation más que una verdadera falta de entusiasmo. Los hombres de los que probablemente me enamoraría, en general no se enamoran de mí, y si lo hacen, yo no me entero –  que es casi lo mismo. Así que para ahorrarme el sufrimiento que le sigue y el trámite de tener que desilusionarme después, procuro no meterme en esas. Voy aprendiendo, ¿vieron?

Una de las conclusiones a las que llegué en este autoanálisis, es que no me estoy enamorando, porque no sé qué estoy esperando encontrar; o dicho en criollo: no sé lo que quiero. Creo que no tengo un checklist de virtudes y atributos que debería tener mi pareja ideal. Así, dificilmente me de cuenta cuando alguien quiera deslumbrarme, e igual quiero que me deslumbren. ¿Esto es ser jodida?

Pero el amor y todo lo que lo adorna siguen siendo tema recurrente en el monólogo y el desorden de mi sinapsis. Yo espero que de alguna manera, estos 27 años que llevo meta vivir, sean la precuela de una buena historia con algún joven Paul Newman que haga que me duela la panza de risa, todo el cuerpo del sexo increíble que vamos a tener y el corazón, cuando después de muuuuucho tiempo juntos, él ya no esté.

Tengo muy a flor de piel, la sensación de que así como no existe alguien que nos complete, uno tampoco va a serlo todo para nadie. Pero por ahora no estoy encontrando quien me complete ni en un 30%….eso que soy mini y no hay mucho para completar.

Gabriela Acher dijo en uno de sus libros que, las mujeres, cuando no estamos enamoradas, nos aburrimos. Creo que tiene razón, y el aburrimiento es peligroso. He hecho un tremendo esfuerzo por no caer en los típicos errores hijos del aburrimiento; así que ya no tengo tarjetas de crédito, trato de no tener chocolates en casa,  y le di la patria potestad de mi pelo largo a mi peluquero amigo para que no me deje ni cortármelo ni teñírmelo. Lamentablemente sí caí en errores atípicos, pero al menos son novedad. Lo bueno de todo esto es que tengo un montón de tiempo libre, como por ejemplo, para escribir este post.

Cosas que pensé, pero no dije:

¿Paul Newman? ¡Ja! ¿No había dicho que mis expectativas no eran tan altas?

No enamorarme como una idiota de uno que me gusta un poquito, no es una mala noticia.

Y sí, por más que mi vida no esté atestada de Paul Newmans en este momento, no quiere decir que no haya gente que me guste, mucho.

No me quiero cortar el pelo, y jamás me haría un tatuaje…así que curo algo del aburrimiento cambiándole el look al blog. Ese es mi violín y mi vaquita de San Antonio.

¿Ya se dieron cuenta de que me gusta Fiona Apple?

Mujer. Femme. Woman. Donna. Frau. Mulher. 女子. امرأة. женщина

 

Creo que no es la primera vez que me encuentro diciendo que las mujeres están muy mal asesoradas desde  hace siglos y siglos, básicamente porque desde tiempos remotos,  la sociedad (patriarcal) se ha sentido en la obligación de decirnos cómo nos tenemos que sentir, cuáles deben ser nuestras preocupaciones, y hasta cómo se supone que debemos lucir – claramente, instalando un serio problema de identidad de género; porque la identidad que nos dieron (o que más allá de los hombres, pudimos forjar) no está muy buena. El que sepa qué es ser una mujer, que por favor me lo cuente. Hasta la pobre Simone de Beauvoir cuando quiso escribir una autobiografía empezó diciendo que “era una mujer” e inmediatamente se dio cuenta que primero tenía que definir bien qué era ser mujer. Así terminó escribiendo un libro entero tratando de explicarlo, antes de poder seguir con su autobiografía.

Una de las cosas que más me molestan son las definiciones convenientemente comerciales que sacan provecho de este desasosiego y que encima siguen sin entender nada. Hay quienes  salen a querer venderle analgésicos a una mujer apelando  a la incomodidad masculina de verla a una fastidiosa porque le duele el útero. I mean, are you serious? A mí me gustaría que me dijeran «disfrutá de lo mejor de ser mujer» para decirme otra cosa que no sea que tengo que salir a comprar tampones…O que tal marca entiende cual es «la verdadera pasión femenina», y que me hablen de algo más apasionante que un par de zapatitos, seguramente overpriced.

Supongo que debería aclarar que ni este post, ni este blog, ni esta mujer tiene intenciones feministas, básicamente porque todavía no sé bien de qué se trata el feminismo. Algunos lo acusan de un movimiento que lucha por la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer; otros en el peor de los casos, de un movimiento que busca que la mujer sea igual al hombre. Supongo que el primero es el que más me cierra, pero que es fácilmente confundible, porque si el movimiento feminista se trata de que la mujer sea igual al hombre, esto no habla muy bien de nuestras aspiraciones – no quisiera que fuéramos todos hombres.

Ser mujer sigue siendo una pregunta sin respuesta satisfactoria, me consuela que lo sea para mí, así como lo fue para la amiga Simone (mal de muchas, consuelo de tontas) La mujer ha sido mujer, siempre en contraste con el hombre, y hemos sido tratadas por los hombres «como pájaros caídos de las alturas, extraviados entre ellos: como algo frágil, delicado, agreste, extraño, dulce, maravilloso…pero también como algo que hay que encerrar en una jaula por temor a que se escape.»

Antes de terminar, quiero decir que deberíamos considerar seriamente la existencia de revistas escritas por y para mujeres…después de haberlas leído durante años y haberlas acumulado, puedo decirles desde la voz de la experiencia que son una verdadera porquería, o que al menos deberían poner en duda lo que ahí leen.

Additional Stuff :

Tengo que decir, que lo me más me molesta es esto que escuché decir, que para entendernos hacer falta un diccionario, porque aparentemente la mujer carece de veracidad en su discurso. A mí me gustaría que el mismo que encuentre ese diccionario, también se encargue de buscar una aspirina que le cure a los hombres el resfrío terminal que les agarra, cuando tienen un poquito de fiebre y están congestionados.

Señoritas, una mujer, muy bien informada al respecto, me dijo una vez que el dolor de ovarios no existe. Lo que duele es el útero. Sepanló.

Las agencias de publicidad y los laboratorios deberían darse cuenta de una buena vez que los analgésicos se venden solitos y podrían ahorrarnos las publicidades y sus campañas. No hace falta que nos prometan nada. Si me duele algo, yo ya sé qué salir a comprar.

No era un pájaro, no era un avión…Tampoco era Superman.

«So you’re six years old, you’re reading ‘Snow White and the Seven Dwarves,’ and it becomes rapidly obvious that there are only two kinds of men in the world: dwarves and Prince Charmings. And the odds are seven to one against your finding the prince.” (Emily Levine)

Hace no mucho dije que estaba difícil enamorarse hoy.  No estaba tan errada y eso que le puse onda y todo…Y temo no tener un chivo expiatorio creíble como haberme dejado engañar por Disney, mi autoestima o mi educación romántica.

Creo que las desilusiones nunca nos toman por sorpresa, al menos no del todo. En el fondo siempre supimos que Papá Noel no existía, que las cifras del INDEC son imprecisas y que tarde o temprano nos iban a terminar rompiendo el corazón.

Curiosamente venimos programados de fábrica para dejarnos mentir un poquito, y es algo que hacemos a voluntad, porque a quien no le gustan la magia y las ilusiones. Dudo muchísimo que las personas prefieran tener razón a ser felices – y se los digo yo que soy una neurótica de la última palabra. No estoy diciendo que prefiero que me oculten la verdad con tal de tenerme contenta (porque ocultar la verdad, es también una forma de traición) pero si me van a mentir, al menos háganlo bien.

Desde mi primer desencuentro amoroso soy muy consciente de la existencia de lo que una vez llamé hombres reales;  quienes ni tomando mucha sopa le llegan a la sombra de los Humphrey Bogarts o Ivanes de Pineda que una pensaba que algún día iban a aparecer. No es que una sea una princesita inmaculada, ni la más bella del reino, o Ingrid Bergman, pero la verdad es que una no espera que llegue un buen hombre que nos haga salivar más que el perro de Pavlov, para cumplir con un silogismo estético.

Mi consigna es darles la oportunidad a los hombres reales porque son los únicos que hay, y lo digo con ganas de iluminarnos, no con resignación. Los ideales entorpecen lo posible, pero es muy difícil enamorarse exclusivamente de lo real – así que nos mentimos un poquito – y eso no está tan mal.

Lo único malo de los hombres reales es que se ofenden cuando una trata de tenerles paciencia y no los pone inmediatamente en un pedestal para adorarlos – entonces aprovechan para subirse al poni de la histeria que yo dejé de lado. Esto quizá se debe a que yo todavía no entendí que los hombres (al menos con los que me cruzo yo) necesitan de su autoestima bien inflada, para casi todo.

La mala noticia de todo esto es que últimamente empiezo mis relaciones de atrás para adelante, sabiendo que esa persona que me gusta tanto en realidad, va a tener muchas cosas que tanto no van a gustarme. Entonces comienzo vislumbrando al pájaro o al avión primero y viendo si al final me sorprende un Superman, o al menos un Clark Kent. Pero no…hay muchos barriletes, eso sí.

Ojo, no es mi intención echar culpas por mi  creciente falta de entusiasmo, pero cuando termino teniendo razón; cuando de un día para el otro empiezan a perder validez las frases del estilo «sos la J que más me feliz me hace» , «antes de conocerte pensé que X pero ahora Z» y «Quiero recorrer todo tu L con mi Y», me cuesta volver a tomarlas en serio cuando viene otro atrás a repetirlas.

Hacía mucho que no posteaba, así que bánquense estas últimas oraciones:

Tuve un mes de writers block y no pude producir una sola frase sensata…una insensata tampoco. Pero volví che, siempre vuelvo.

Iván de Pineda en serio me enamoró…creí haberme enamorado el año pasado y cuando nos vimos de nuevo este año, comprobé que sí. era en serio. Escúchenlo hablar con mucho atino de educación, mientras te mira desde su metro noventa con ternura y después cuéntenme qué tan loca estoy.

Sí, ocultar la verdad es una forma de traición, y ocultar u omitir la verdad apropósito es mentir también. No me vengan con tecnicismos a contradecirme.

Fiona Apple  debería entrarle más al asado y ese vestido no la beneficia….pero cómo me gusta la letra de esta canción.

Not about love

Prueba de que estaba estudiando. Les juro que ese es el glosario de Conferencias. (AKA: Encuentre la forma más complicada e ineficiente de estudiar y coronarse como "The Queen of Procrastination")

Si me preguntaran como viene el estudio, les contestaría que la dilación al menos viene de diez; pronto va a mutar en un profundo auto-desprecio y después de eso me voy a convertir en una máquina del estudio (la noche antes del examen) para después ir y sacarme más de 8…porque soy así de despreciable.  Es un proceso delicado estudiar, no hay que andar apurándolo. Así que decidí seguir mis instintos y aparecer por acá.

Hace muchísimos posts escribí acerca de mi incurabilidad (¡Hola RAE!) para dejar de lado la idea de que el amor es la experiencia existencial más gratificante. Tengo que decirles que hoy, no necesariamente me convence este concepto. Es como cuando se te pasa el efecto de un analgésico -de esos que tomo yo; el mundo en realidad no era tan maravilloso, y no me estaba divirtiendo tanto como creía. Cuando la perspectiva se abre paso entre las nubes rosas (o grises) la magia del amor, se ve como un truco fácilmente reproducible y al alcance de cualquiera.

Para alegría de mis amistades, quienes festejan que haya podido empezar a probar otros chocolates disponibles en el mercado, hace rato que no pienso en ese cuadradito perfecto de chocolate con menta que me comería a toda hora, no sólo después de la 20hs.  Pero tengo que decirles que este tipo de desencanto llega sin penas ni gloria. Es parecido a descubrir que tu canción de amor favorita en realidad habla de un sánguche de mortadela. Todo lo que dijiste, sentiste, hiciste, deshiciste, pensaste, deseaste, veneraste, exigiste y pataleaste se ve absurdo desde esta perspectiva.

Lo que más me confunde de este lado del desencanto, es sentir que corro el ¿peligro? de que finalmente no exista un pedacito de chocolate irreemplazable que me saque de este cinismo. Sin embargo, al mismo tiempo, siento cierto alivio al saber que no va a venir ninguno a seducirme con su endorfina azucarada y convencerme de cosas que no son para que yo haga estupideces de las que después (seguramente) me voy a arrepentir.

Todo esto me deja con la idea de que en realidad la consigna siempre es no enamorarse. porque después hay que tomarse el trabajo de dejar las cosas atrás. Es un proceso curioso: Podemos tratar de convencernos con hechos irrefutables y verdades empíricamente comprobables. Podemos dejar que pase mucha agua abajo del puente, enchastrarnos probando otros chocolates y emborracharnos con cuanto malbec nos pongan adelante – pero no se nos pasa hasta que se nos pasa solo, y sin importar cuánto creemos que sufrimos en el medio, llegar a este lado del túnel es un proceso que, como el estudio, tampoco se puede acelerar.

Aunque, ¿les digo la verdad?, finalmente,  la indiferencia involuntaria no tenía nada de dulce y nada de encantadora. Fue como despertarse de un sueño loco y darse cuenta de que I was just being silly.

No tengo nada más para decir (excepto):

El nombre de este post debería haber sido PROCRASTINATION con luces de neón y todo, porque en serio, si estoy despierta a esta hora, debería estar estudiando…instead, me acordé que existía esto: http://vimeo.com/9553205 y ya lo ví 3 veces.

Y también, nada dice Not About Love como la panza de Zach Galifianakis en este vídeo: