Mejor hablar de ciertas cosas

Para ser una mujer que se encuentra felizmente soltera, las relaciones son algo que sin duda llaman mucho mi atención y que por lo visto suelen ser tema recurrente en este blog (Aunque la actualización de este blog no sea recurrente- I know.) Creo que fue Virginia Woolf quien dijo que para poder hablar de la verdad de otros primero tenemos que ser capaces de contar la nuestra. Asique hoy voy a contarles un poco sobre mí, después de todo es mi blog and I’ll pry if I want to.

Como dije antes, soy una mujer felizmente soltera, esa felicidad pasa no porque estar sola  es lo que más quiero en el mundo, sino porque de momento no hay motivo suficiente para dejar de serlo. Es como no tener ganas de comprarme un par de botas, pero eso no quiere decir que cuando vea unas que me gusten no las vaya a querer. –Sí, construir una relación y enamorarse es un proceso más complejo que comprar calzado, pero la metáfora es solamente ilustrativa, porque hay que ver si las botas me quieren a mí también. Además no tienen idea de lo que me cuesta conseguir zapatitos para mis pies pequeñísimos.

No estoy atormentada por abandonos atroces ni rechazos crueles. Me rompieron el corazón y me lastimaron y también le rompí el corazón a quien quizá no lo merecía. Pero nada de eso me aflige desmedidamente; Regrets are a waste of time. They’re the past crippling you in the present. Además creo que es un error, eso de pensar que el amor pasa por una cuestión de merecimientos…el amor no es recompensa por ser bueno, y lo sé porque también me he enamorado del ocasional imbécil sin que evidencia alguna de su maldad o estupidez fuese razón suficiente para desviar mi afecto.

No estoy amargada – todavía-, hay muchas cosas que aún me conmueven y si bien no estoy esperando a conocer un hombre que me deslumbre cada vez que salgo a la calle, si estoy abierta a la posibilidad de tomarme mi tiempo y dejarme sorprender. Me molestan mucho la cursilería y los lugares comunes – mucho, como los novios que festejan los meses que llevan juntos y la gente que dedica canciones de Maná o Arjona por radio.

Me deslumbran y seducen las personas pícaras y perceptivas, el humor mordaz, y la inteligencia, más que cualquier cosa. Los grandes gestos que me atrapan suelen ser cosas muy pequeñas como que me regalen un CD con grabaciones inconseguibles de mi programa de radio favorito o me esperen en la puerta de casa con 1/4kilo de Häagen-Dazs de Cookies and Cream y una peli después de un día largo.

Que esté sola no significa que no esté acompañada de tanto en tanto…y que no haya quien de noche en noche me quite el sueño, a quien no extrañe, o en quien no piense. Simplemente trato de no pedirle al otro lo que no me puede dar y disfrutar de lo que sí es posible. No es fácil vivir bajo esta premisa todos los días pero es la que más me evita problemas innecesarios. Por otro lado me doy cuenta de que a medida que pasa el tiempo soy mucho más incrédula, eso no quiere decir que no me haya tropezado dos veces con la misma piedra (dos…cuatro…nueve…)

Es difícil escribir sobre una misma… porque a veces la idea de quienes queremos ser vs. quienes somos en realidad nos devuelve una imagen distorsionada de nosotros mismos, por esto es probable que nunca lleguemos a conocernos en realidad. No es fácil saber quiénes somos ni encontrar nuestra identidad o nuestro lugar en el mundo, porque siempre estamos buscando ser otro. Además conocernos implica enfrentarnos a cosas de nosotros mismos que quizá no nos gusten ¿y saben qué terrible que es caerse mal?

Para terminar y haciendo honor al tema del post les dejo un top 3 de cosas ridículas que descubrí que me perturban:

1)      Los encargados de edificio que riegan las veredas a las 6am todos los santos días y malgastan el agua como si no hubiese un mañana. Me estruja la conciencia ecológica (discreta pero latente)

2)      La gente que confunde el condicional con el imperfecto subjuntivo.

3)      Las canciones de Maná y Arjona.

Testosterona se vende

En el post anterior traté de ilustrar como los hombres en su mayoría, no se parecen en nada a los personajes que vemos de galanes divinos en las películas al mejor estilo Billy Cristal en Cuando Harry Conoció a Sally (renombrado chick flick por excelencia); que cuando se da cuenta de que está perdidamente enamorado de Meg Ryan corre por New York a decirle que no puede esperar a empezar su vida juntos (después de haberse portado bastante mal con ella). La verdad es que eso en la vida real no pasa. Entonces es mejor bajar la barra de expectativas y empezar a hacernos a la idea que hay que trabajar con lo que tenemos, que son los hombres reales.

Hecha esta aclaración, hoy quiero hacer una salvedad en mis observaciones. La verdad que deduzco, es que quienes nacieron a partir de la generación del ’75 en adelante se encuentran con un panorama muy diferente al escenario en que se movían nuestras madres, tías y abuelas. Y no pasa sólo por el rol de la mujer en la sociedad que ha tomado un color muy diferente, sino que pasa porque los hombres no están muy seguros de que rol les toca a ellos en todo esto… ¿y saben qué rol me parece que adoptaron? El nuestro.

Antes era mucho más sencillo y claro. Las reglas del juego eran bastante básicas: El hombre propone, y la mujer dispone. Ellos eran quienes nos encaraban en un boliche, nos abordaban en una fiesta para robarnos un número de teléfono o en el peor de los casos el mail (y para las q son de mi época el ICQ), y – de frente- nos invitaban a salir. El esfuerzo o el trabajo que implicaba “levantarse una mina” era mucho más arduo que el esfuerzo que hacen hoy….que en millones de casos es nulo. Más allá de eso, la dinámica de la etapa “dating” no era ni la mitad de compleja de lo que es en el siglo 21, donde esta etapa para un gran número de mujeres no existe. Las mujeres de mi edad en ese entonces (sin contar con que la mayoría quizá ya estaban casadas para bien o para mal) tenían algunas problemáticas menos complejas que resolver.

Además del factor obvio de que ya no nos conformamos con espejitos de colores, un hecho importantísimo tiene que ver con el desarrollo de la tecnología y los medios de comunicación. Hoy, si conocés a un hombre a quien le gustaste – olvidate de que te vaya a pedir tu número de teléfono, de que te invite a salir, o de que te encare de frente de alguna forma. Ahora, no te dicen nada y te agregan a Facebook – que constituye una interacción pero al mismo tiempo no te dice nada.

La otra noche, mientras una de mis amigas la remaba en dulce de leche para que hombre que la tiene a las vueltas hace meses y meses finalmente decidiera a ¿re-encararla? en el boliche; uno de los amigos del muchacho en cuestión me dijo algo que tiró por la borda toda mi teoría sobre los rituales de la conquista. Según este muchacho, yo entendí todo mal y la que tiene que salir a proponer es la mujer. LI-TE-RAL me dijo:

“Petisa, vos lo entendiste mal, la que tiene que encarar es la mujer, y el hombre es el que decide”

…Yo pensaba ¿Me estás cargando?! ¿Desde Cuando?? ¿Vos te pensás que mi amiga pasó 45 minutos bajo el secador de pelo para tener ese peinado divino, dio 15 vueltas para elegir ese vestidito que le queda pintado, sin contar que se bancó la cera como una duquesa, y además gastó $300 en ese perfume; ¿todo, para seguir haciendo todo el trabajo??

Quizá soy yo que vengo muy mal instruida – pero creo que es una tendencia que nosotras mismas alimentamos. Mi amiga finalmente terminó yéndose con este chico pero porque fue ella quien se arremangó y se puso a trabajar – él simplemente atinó a un “vamos?” ; y ella enseguida agarró la carterita y se fue con él. Una de mis fuentes de sensatez masculina, me dijo que a un hombre así o le falta alcohol o es un miedoso (el término acertado fue cagón). Yo creo que por definición a quien le haga falta alcohol para encararte, ya es un cagón hecho y derecho…porque el alcohol sacará al tigre que hay en vos, pero a ella la va a dejar con un gatito asustado (y resacoso) a la mañana siguiente. También me dijo que en vez de resentirlos a estos hombres hay que tenerles lástima…y yo no puedo. Habría que tenerle lástima a mucha gente y no solo me parece agotador sino que también es deprimente.

Dudo muchísimo que esta pseudo-histeria masculina tenga todo que ver con los lugares comunes que se les atribuyen a los hombres del miedo al compromiso y de frustración ante la independencia femenina. Creo que en realidad  se trata de una posición muy cómoda que adoptaron al ver que no tenemos ningún reparo en salir a buscarlos con los ovarios bien puestos. Creo que es la pereza que les agarra a los animales en tiempos de abundancia donde no necesitan salir a cazar, porque todos les llega solito a la puerta de sus casas y encima se pueden dar el lujo de elegir… Y un hombre que no práctica el hábito de la conquista está destinado al fracaso en el amor y en las relaciones, porque muchachos: no porque nosotras podamos salir a buscar lo que queremos significa que ustedes tengan que dejar de darnos lo que necesitamos. Y no hay nada que una mujer necesite más que sentirse deseada para sentirse completa.