Papá Noel no viene a casa

Ilustración de Verónica Grech

Cada vez que me preguntan qué le pidió Mordelón a Papá Noel y cuento que con Capitán Considerado decidimos no instalar ese mito y/o hacer la pantomima del terrorismo de la felicidad, después de saltarme a la yugular, lo primero que me dicen es «pero por qué le vas a quitar la ilusión, el entusiasmo y la fantasía». Inmediatamente trato de hacer que recuerden cómo se sintieron cuando supieron que efectivamente todo era una mentira perpetrada por nuestros padres, siguiendo una tradición. La verdad es que no quisiera que mi hijo tenga que pasar por la desilusión de una mentira que fabriqué yo, a propósito, porque me da satisfacción verlo «creer». La fantasía, el entusiasmo y la ilusión se la podemos dar con otras cosas más concretas, sin necesidad de mentirle (y estoy hablando de libros, por supuesto). Además, la fantasía y la imaginación funcionan porque nosotros elegimos creer en algo que sabemos que no es verdad. En lugar de estimular la imaginación, el mito de Papá Noel solo fomenta el consumo de las ideas de otros.

Más allá del dilema ético de que conceptualmente mentir está mal, mentirles a los chicos en una etapa cognitiva tan sensible en la que están aprendiendo a distinguir el mundo en el que viven, y lo real de lo ficticio, es bastante contraproducente. Como papá y mamá, nuestra premisa es que Mordelón pueda crecer con todas las herramientas necesarias para navegar el mundo, disfrutando tanto como pueda de las cosas buenas y sufriendo y haciendo sufrir lo menos posible. Esto incluye no fomentar el pensamiento mágico que después lo lleve a generar (o creer) opiniones o ideas carentes de fundamentación empírica robusta, como que la tierra es plana, que las vacunas no funcionan o que mercurio retrógrado es el culpable de que las cosas no le salgan como él quiera.

En otro post escribí muy brevemente acerca de lo turbio y manipulador que me parecía toda la mitología alrededor del personaje. En las películas, dibujos animados y cuentos, a Santa Claus lo pintan como el viejito bonachón que regala juguetes a todos los niños del mundo con la condición de que sean «buenos», y por buenos los adultos quieren decir obedientes de las reglas y costumbres que ellos mismos disponen. Es bastante perjudicial esto de relegar nuestra autoridad como padres y madres para usar a Papá Noel de policía omnipresente con el objeto de que nuestros hijos simplemente nos obedezcan. Si tenemos que recurrir a mentiras elaboradas para que hagan cosas que consideramos que deben hacer por su propio bien, quizás deberíamos replantearnos el método. Ojo, a veces les mentimos, u omitimos / estiramos la verdad un poquito. Lo hacemos cuando quizás la realidad es demasiado compleja, como cuando se muere una mascota, o cuando necesito que se tome el ibuprofeno y le digo que es un juguito de superpoderes que le va a dar mucha fuerza desde adentro para ganarle a los bichitos de la fiebre. Nada de esto es remotamente parecido a hacer de cuenta que hablo por teléfono con un señor que no existe para decirle que Mordelón se está portando mal, porque quiero que pare con un berrinche. Es una herramienta extorsiva que se me va a terminar ni bien Mordelón aprenda a usar Google. También es faltarle un poquito el respeto porque en mi posición de autoridad él no hace más que creer en lo que yo le diga, y abusar de esto, porque es más fácil que poner límites reales, es manipularlo y eso no solo está mal y es cruel, sino que también se aprende.

Por otro lado, consideren la premisa del mito de Papá Noel: si solo los niños y niñas que se portan bien reciben regalos, ¿qué dice eso de las familias más humildes que muchas veces no pueden regalarles a sus hijos lo que piden, o que directamente no pueden comprar regalos? ¿Qué valores enseña este relato, más allá de la obediencia?, y, ¿cómo impacta esto en la autoestima de los chicos? Quienes insisten en seguir adelante con el mito de Papá Noel son definitivamente libres de hacerlo, pero deben saber que cualquier aspecto positivo que pueda llegar a tener esta tradición para los chicos se desvanece ni bien dejan de creer, y algunos de ellos terminan sosteniendo la mentira (haciendo de cuenta que todavía creen) para no desilusionar a los padres.

Compartir tradiciones está bien, crear recuerdos gratos enraizados en el amor y esta sensación tan linda de hacer regalos también está muy bien. Los rituales brindan una oportunidad de crear una sensación de pertenencia que ayuda a construir las redes de apoyo emocional y social para que no tengamos que sentirnos solos, pero no es necesario fundamentarlos en algo que a la larga no se sostiene más allá de los 6 años.
A Mordelón le contamos quién fue Papá Noel (o Santa, como él insiste en llamarlo), le contamos que Navidad es el día del año en que festejamos con nuestras familias y amigos que nos queremos mucho y por eso nos hacemos regalos y comemos cosas ricas. Es un ritual que vamos a poder seguir sosteniendo siempre y que él va a disfrutar tanto o más que si el monopatín que tanto quiere se lo doy yo con un abrazo, o se lo dejo debajo del arbolito mientras está distraído.

Por último:

*El festejo de Navidad en casa se hace igual, con cosas ricas, arbolito, regalos y abrazos a las 00hs, Reformulamos la tradición a nuestro antojo para usarlo de excusa para comer cosas ricas, hacernos regalos y abrazarnos mucho.

*Una de las cosas que primero me preocupó de adoptar esta postura fue que Mordelón fuera quien desenmascarara a los papás de sus amigos y compañeros (de hecho fue una de las cosas que planteamos el en jardín). Por suerte hasta ahora eso no ha sido un problema. We’ll cross that bridge when we get there, pero no es nuestra intención hacerlo partícipe de la conspiración.

*Todo lo anterior también es válido para Los Reyes Magos y el Ratón Pérez.

*Originalmente esto iba a ser un post en Facebook pero después me acordé que yo escribía acá.

Mono no aware

«Mono no aware» es el concepto japonés de admiración y nostalgia por lo efímero. El ejemplo más práctico es la apreciación del florecimiento de los cerezos. La flor del cerezo es bella pero trágicamente muy efímera. Esa brevedad es justamente lo que conmueve. Se admiran con sensibilidad, pero también con cierta melancolía.

Hace como 18 meses que vengo escribiendo y borrando este post. No porque no me convenza el resultado final (nunca me convence), sino porque no estaba segura de lo que quería decir.
Escribir acá me recuerda, salvando las distancias abismales, a los conejitos que vomitaba el protagonista de Carta a una señorita en París de Cortázar. Son ideas que me hacen cosquillas en el cerebro, que normalmente me toman por sorpresa, y que la única forma de extraerlas es escribiendo. Empiezan chiquitas e inofensivas, pero terminan creciendo y la forma final me termina disgustando. Lo difícil es que no siempre sé de antemano qué quiero decir o a dónde intento llegar con mi divague hasta que termino de escribir. Claro que después de 18 meses (y más también) perdí el hábito y esto me está costando mucho más que hace nueve años.

Estoy pasando por la que creo que es mi primera crisis existencial propiamente dicha, y no sé si de esto se sale. Es como cuando somos chicos y aprendemos una verdad que cambia todo, como que Papá Noel no existe; de eso no se vuelve. Intenté de nuevo con terapia para tratar de elaborar esta crisis un poco mejor y convivir un poco menos angustiada, pero todavía no progresé mucho.

Desde que soy mamá siento que me abrieron una puertita en el cerebro y en el corazón que dejó entrar un montón de incertidumbres y angustias que felizmente ignoraba acerca de mi propia existencia pero que se hicieron muy evidentes cuando tuve que detenerme a contemplar y criar a otra persona. Es muy extraño, o al menos muy extraño para mí, cómo toda la felicidad junta que nació con él también trajo de la mano toda esta melancolía y nostalgia constante, sobre todo en los momentos felices que afortunadamente son muchos. Es como si estuviese mirándome a mí misma desde el futuro, añorando el momento que estoy viviendo en el presente, con muchísima nostalgia de saber que ya se termina y no voy a volver a pasar por acá. Mi teoría es que todo esto es producto del vértigo que me da el «crecen muy rápido», porque en realidad no crecen rápido, solo no se puede rebobinar y volver a vivir y disfrutar todo de nuevo. Crecen una única vez y nuestro tiempo con ellos, o nuestro tiempo en general, es limitado .The days are REALLY long, but the years are short.

Creo que hay que prestarle atención a esta sensación de nostalgia anticipada, porque me ayuda a darme cuenta que gran parte del tiempo que pierdo con preocupaciones cotidianas, son cosas que a futuro me van a pesar. Yo sé que, por ejemplo, en 25 años cuando Mordelón esté teniendo aventuras lejos mío posiblemente en el espacio exterior, voy a sentir mucha nostalgia por los momentos en los que no me pude sentar a jugar en el suelo con él a armar trenes porque tenía que hacer trámites en AFIP. A veces me pregunto, con mucha culpa, si sabiendo lo que sé ahora, o si con todas estas preguntas, mi decisión de traer al mundo a una persona hubiese sido la misma, o si cambiaría algo.

Mi conclusión es que teniendo presente que una buena vida no es inmune a la tristeza y a las pérdidas, y sabiendo más o menos de qué se trata este viaje, y cuál es el final de esta historia, todos los momentos son bienvenidos. Quizás, y esto no es información nueva para la humanidad, esta conciencia constante sobre la transitoriedad de las cosas y la melancolía que evoca esta angustia, sean el precio o el impulsor de todos los momentos que nos traen felicidad, nos llenan el corazón y lo que nos permite apreciar su singularidad y belleza.

Some additional fleeting thougts:
– AFIP nos roba mucho tiempo (sí, entre otras cosas), pero también es cierto que si no hiciera trámites en AFIP o no cumpliera con el resto de mis responsabilidades de adulta tampoco podría criar o cuidar de nadie. Igualmente tengo la convicción férrea de que muchas de estas responsabilidades y reglas del mundo adulto las inventó gente que no tenía muy en claro que un día nos morimos y no podemos malgastar cuatro horas esperando para que nos den un papelito con un sello que hay que renovar cada 12 meses para que me saquen plata que conseguí teniendo que sacrificar horas al lado de mi familia. Pero esto es un tema para otro post.

– Capitán Considerado y yo decidimos que no vamos a criar a Mordelón con el mito de Papá Noel, sencillamente porque nos parece innecesario (e irrespetuoso) mentirle para nuestra satisfacción o para cumplir con una tradición. Creo que nos podemos hacer regalos y celebrar que nos queremos sin mentiras de por medio, por más blancas que sean. A los adultos nos puede parecer una pavada, pero para una cabecita de cuatro años, que todavía está tratando de entender de qué se trata el mundo es un mal trago. Qué se yo, es ahorrarles al menos una decepción.

– Esta sensación de nostalgia anticipada no solo la siento con la maternidad, sino que empecé a verla en todas partes: en las comidas familiares, en los abrazos de Capitán Considerado, en cafés y charlas compartidas con amigos y en todos los momentos a los que quisiera poder volver.

– Parte de esta crisis existencial también se la debo a este libro que terminé de David Benatar y sus ideas.

Hello Again

Confieso que pienso muy seguido en él. En todas las cosas que quisiera contarle, que no me olvido de las cosas que le compartí, y que para mí es importante saber que sigue ahí, como ese amigo y cómplice que recuerdo con cariño. Así que decidí que es tiempo de volver y contarle cosas de nuevo a mi viejo y fiel blogcito.

I'm_back_baby!

Me está costando empezar estas primeras oraciones, supongo que porque perdí el hábito de sentarme a escribir. Espero que sea como andar en bicicleta, aunque hace más de 18 años que no me subo a una bicicleta de verdad, y si lo hiciera, probablemente terminaría desparramada en el suelo. Anyway, here we go.

Todavía me estoy acomodando en la adultez y en mi nuevo rol de mamá y de señora casada (yep, that happened). Es una situación rara porque definitivamente no me doy por aludida cuando me dicen señora. En mi cabeza sigo teniendo ventipoquitos, y probablemente así sea. El caso es que ya estoy en esa edad en la que la gente empieza a tener bebés apropósito, y en el que news feed de mi cuenta de Facebook está inundado de fotos de casamientos, compromisos y otras yerbas alike.

Hace unos días estuve releyendo las cosas que escribí acá, y para alguien que está obsesionada con viajar en el tiempo descubrí que si realmente pudiese volver atrás o viajar al futuro me la pasaría gritándome ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO, TARADA?!. No es que necesariamente me arrepienta de todo lo que escribí públicamente, pero sí me doy cuenta que no soy exactamente la misma que era cuando escribía hace 6 o 7 años. Y supongo que eso me alegra un poco.

Tengo varias cosas nuevas para reflexionar. Estoy frecuentando nuevos entornos y me estoy permitiendo cosas que antes me daban un poquito de vértigo (the good kind). El monólogo interno no se apagó, solo estuvo ocupado con métodos de crianza, pañales y canciones para dormir. Now it’s back, así que lamento informarles (not really) que voy a estar apareciendo de nuevo por acá.

So…stay tuned. Or not, yo les aviso.

What else is new:

No me arrepiento de ninguna de las entradas de este blog porque, en parte, hicieron que Capitán Considerado quisiera casarse conmigo. Aparentemente le gusta lo que escribí y lo que escribo. Ni yo lo puedo creer.

Hablando de métodos de crianza, paso a contarles acerca del mejor blog de crianza del mundo, para que pasen, vean, comenten y se informen: https://criandolibres.wordpress.com/

Y hablando de canciones para dormir, esta por lo general hace magia:

Carrie Bradshaw del surrealismo

 

And that I probably shouldn’t have watched Sex & The City so much.

En alguna parte leí un mito que dice que cada siete años somos básicamente una persona distinta porque ese es el tiempo que le toma a todas las células de nuestro cuerpo regenerarse. Informándome al respecto, porque internet existe, resulta que no es tan así. Pero sí me enteré que el cerebro está constantemente formando conexiones nuevas y destruyendo conexiones viejas, y en alguna medida son esas conexiones las que hacen que nosotros seamos nosotros. Así que it’s safe to say que cambiamos quienes somos muy seguido, mayormente sin darnos cuenta, y con frecuencia hasta que no nos reconocemos.

Hoy me sorprendí haciendo zapping a las 3:14 de la mañana, mientras aprovechaba el silencio en casa y me tomaba un break de una traducción de geomecánica. Me colgué mirando la película de Sex & The City y horrorizada me di cuenta de que me sabía muchos diálogos de memoria. Claro que pensándolo bien, además de conocerme la película de memoria, probablemente también me sé de memoria toda la serie. Y con un poco de alivio llegué a la conclusión de que salvo por algunas amistades entrañables, algunos muebles y mi talento para preparar chocotortas, ya no soy la misma chica que miraba Sex & The City hace unos 8 años atrás. Sí, ocho.

Todos hicimos cosas de las que nos avergonzamos cuando éramos chicos…o jóvenes, o cuando no éramos quienes somos ahora. A mí me avergüenzan mis años minitah crédula, because I knew better y sobre todo porque siento que todo eso me consumió mucho tiempo, nubló mi juicio, y definitivamente no me hizo mejor persona en ningún aspecto. Pero tenía 22 años y ni la más pálida idea de cómo manejarme en el mundo, porque no hay manuales para ser adultos responsables, auténticos e independientes….y mucho menos manuales para ser mujeres adultas, auténticas e independientes. Carrie Bradshaw me compró con su glamour, su monólogo pseudo-feminista* y algunos personajes pintorescamente maravillosos que la amaban. Yo no aspiraba a ser Carrie Bradshaw, pero disfrutaba de la fantasía. Durante mis veinti-algos mi cerebro le bajó la espuma a su chocolate y pasó por alto un montón de cosas que hoy me parecen imperdonables de Carrie, sus amigas y su doble discurso de la definición de mujer.

Me alegra saber que ya no soy esa muchacha de 22 años inspirada por una mujer caprichosa de 40 y que puedo aprender de mis ¿errores? ¿tropiezos? sin sentir que me tengo que aferrar a una identidad de por vida sólo para satisfacer ese precepto ridículo de que hay que ser constantes en nuestras opiniones y valores. A los 22 años mis opiniones y valores eran muy pocos y no valían ni la mitad de lo que yo creía. Así también aprendí a no tomar mis opiniones y mi visión del mundo tan en serio, porque es evidente que siempre me falta algo.

Mi nueva fantasía es viajar en el tiempo (bueno, esa siempre fue una fantasía recurrente) y conversar con mi yo de hace 8 años y mostrarle otras cosas, sentarla a mirar Doctor Who y Twin Peaks y contarle que de grande va a recuperar lo que de chiquita la inspiraba a fantasear con viajar en el tiempo, la ciencia ficción y la historia. Le contaría que los dramas de Carrie se los busca ella sola porque es una boluda importante y que probablemente a ella le esté pasando algo parecido con otro(s) Mr. Big; que mejor se deje de pavadas, se ponga a hacer ejercicio, comer mejor y disfrutar esos valiosos años de juventud en cosas que la enriquezcan. Ah, y que no espere tanto para volver al violín y animarse al ukelele.

 

https://www.youtube.com/watch?v=jlUXIfPt5tk

 

All Things Mommy

Esta gente nunca educó a nadie antes
Esta gente nunca educó a nadie antes

Tardé unos 6 meses en sentarme a escribir y terminar esta entrada. Generalmente porque cuando por fin podía sentarme frente a la compu y abrir WordPress, me daba cuenta de que eran las 3:15 a.m. y al día siguiente (o en un rato más) tenía que estar más o menos lúcida para seguir con mi rutina de traductora / intérprete-oficinista-cocinera experimental -novia-hermana y ahora mamá. Cosa que finalmente resulta casi imposible porque el bebé ahora se despierta mucho de noche y hace practicamente un año que mi cerebro funciona con menos de 5 horas seguidas de descanso. Y bien digo un año porque intentar dormir decentemente con una panza de 7 meses is not a task for the faint.

Antes de seguir quiero pedirle un pequeña disculpa a la madre naturaleza, porque aunque no esté de acuerdo con los métodos reproductivos que ideó para nuestra especie o lo awkward y potencialmente ineficiente que me resulta el funcionamiento de la anatomía femenina, tengo que agradecerle que me haya mantenido viva y relativamente cuerda con el cerebro a media máquina. Por lo menos hasta ahora.

Una vez hablé de todos los roles que nos tocan cumplir a lo largo de nuestra vida. Honestamente nunca pensé que me fuera a tocar este. Es como cuando te toca el papel principal en una obra de teatro de la que habías escuchado hablar un montón y que aparentemente era un éxito, pero que ni a palos te veías yendo a ver. Y ahí estás, en el escenario, sin guión, a oscuras y con un mini director a los gritos que no sabe pedirte lo que quiere, pero que necesita que lo hagas ya. Yo por suerte comparto el protagónico con otro chico que a veces está tan perdido y aturdido como yo, pero que no duda en salir front and center a pilotear las exigencias que balbucea el mini director.

Cuando estaba embarazada, me cansé de escuchar que me dijeran con un optimismo casi compulsivo «El bebé te va a cambiar la vida». La maternidad más que cambiarnos la vida nos modifica y renueva de un modo violento, pero debajo de todo lo nuevo una sigue siendo más o menos la misma persona. Y creo que eso es lo difícil y lo más impactante de este nuevo rol: que nos deja lejos de lo que una conocía de sí misma, y deja la individualidad en otro plano al que cuesta mucho volver. Y sí, pasás a ser una persona nueva, pero no una persona que necesariamente reconozcas como vos.

Todavía me cuesta encontrarme en esta versión mía que no puede dejar de sacarle fotos al bebé cada vez que hace algo remotamente nuevo, que reniega de la burocracia sanitaria del país porque hay faltante de vacunas, y que cuando va a Farmacity se demora boludeando en la góndola de pavadas para bebés. Me cuesta porque aún en pleno siglo XXI, la maternidad no se percibe únicamente como la relación que tenemos con nuestros hijos, y en cambio se la ve como un estilo de vida, o una identidad con exigencias y expectativas que eclipsan todo lo demás en la vida de una mujer.

Mi experiencia hasta ahora, y sobre todo mi propia madre, me dicen que de a poquito se van a ir prendiendo más luces en el escenario. Entre acto y acto voy a ir aprendiendo a descifrar (no sin equivocarme) qué dice el guión y que hay que hacer y decir para mantener sano, feliz y sobre todo vivo al mini director; sin renunciar a la mujer que era ni a la que quiero ser, y pudiendo sentime a gusto en todos los otros roles que quiera interpretar.

Didascalias

Creo que la peor parte de este papel y de esta obra, es que en el público son todos críticos.

De forma muy siniestra, Farmacity se las arregla para quedarse con buena parte de mi sueldo sin importar en qué etapa de la vida me encuentre.

http://www.youtube.com/watch?v=WQlImg2bm28

Hijito a cassette

mafalda_cassette

Si tengo que ser muy honesta, todavía no entiendo nada. Me invade una sensación de pánico y asombro que me resulta muy difícil de describir y de asimilar. La naturaleza es muy extraña…y muy insensible también. Este es uno de esos momentos de desilusión y desesperación porque nada es como lo pintan en las películas o las propagandas de pañales. Como cuando descubrí que detrás de su magia Papá Noel escondía todo un sistema capitalista-consumista, pero que al final igual hay regalos. Estar embarazada tiene poquísimo de mágico y muchos momentos de «a quién se le ocurrió que estar embarazada era milagroso», pero al final también hay regalos (y descendencia genética). Debo aclarar, que particularmente, mi cuerpo es lo más comparable a un monoambiente refaccionado con bajo presupuesto donde apenas entraba yo, así que se está haciendo difícil convivir de a dos. Me dijeron que ya pasó lo peor (igual siento que hay algo que me están ocultando)

Repito que la naturaleza es muy extraña, y que a esta altura, después de casi 30 años de haber nacido mujer, dudo que el título de «Madre naturaleza» sea el más apropiado para este ente al que, o bien le faltaron unas cuantas materias para recibirse antes de largarse con el diseño de la anatomía femenina o simplemente nos odia.

Debo admitir que tenía mis reservas acerca de traer gente nueva al mundo, no sólo porque me hubiese gustado traerlo a un mundo donde al menos no nos matemos y torturemos unos a otros por cosas que no entendemos, sino que además, me pesa y me aterra la responsabilidad de tener que educar y criar a un futuro ciudadano del mundo bajo mi propia experiencia y mis conceptos de lo que está bien y está mal, porque no entiendo nada y no sé ni por donde empezar.

Por fortuna, cuento con un superhéroe en casa, que lo primero que me dijo cuando me vio horrorizada de alegría ante nuestra nueva situación fue «esto va a ser una aventura, vas a ver. Vino un poco antes de lo planeado pero somos nosotros dos, no tiene porqué no ser divertido.»  Así que prefiero creer que en lugar de estar trayendo gente nueva al mundo para sumar al caos, quizás estamos trayendo ayuda para sacarnos un poco de este lío. O al menos así va a ser teniendo a Capitán Considerado de mi lado que además, como superhéroe organizado que es, ya consiguió el manual de instrucciones para que esto no nos tome tan desprevenidos.

Veremos entonces qué (o quién) sale de todo esto. Mientras tanto, me dedico a pasar las últimas 8 semanas (o últimos dos meses para quienes no hablan en sistema-métrico-embarazada) sintiendo cómo tengo una casi-persona que parece no encontrar posición cómoda y cuya agenda diaria consiste en patearme las costillas, tener hipo y practicar pasos de breakdance en mi útero.

Todavía no sé si esto es «lo más lindo que puede pasarle a una mujer» si bien cada tanto las hormonas hacen lo suyo tratando de convencerme de que la lumbalgia y la gravedad aumentada son parte de la magia, todavía me despierto a la mañana y lo primero que pienso es «Uy, cierto que estoy re embarazada».

Some other perks:

  • Durante estos últimos meses comprobé que el mito de Pregnancy Brain es algo muy tangible, porque las hormonas te apagan un poco el cerebro: le hice seña al subte para que parara, le dije a un cliente por mail que «lo quería mucho», puse a calentar las empanadas en el freezer y tuve episodios en los que buscaba desesperadamente cosas que obviamente tenía en la mano.
  • Si bien Capitán Considerado quiere el manual (y estoy haciendo todo lo posible por conseguirlo) yo quiero este libro.
  • Descubrí que ponerle nombre a una persona (y ponerse de acuerdo con otra) es muy muy difícil, pero en el camino encontramos un montón de nombres geniales para nuestras futuras mascotas.

Multiverso

A mí me preocupa la multiplicidad de universos. Bueno…No, no me preocupa, me intriga y me da una impotencia terrible, hija de la curiosidad, porque estoy atrapada solamente en este, y no tengo ni una ventanita para ver en qué andaran mis copias, o dónde estaría si en lugar de haber subido por el ascensor, hubiese ido por las escaleras

Escuché alguna vez, en alguna parte, esta teoría que dice que cuando tenemos que tomar una decisión, ya sea entre té o café a la mañana, el universo se divide entre las opciones posibles y en una línea elegimos el té y en la otra el café, y de ahí se desencadenan todas las posibilidades que nacen a partir de esa sola acción.

Ahora, multipliquen esa cantidad de sub-universos y súmenle los que nacen* a partir de las decisiones de los demás, que directa o indirectamente nos afectan (como el colectivero que cruza el semáforo en rojo, o ese médico traumatólogo demasiado soberbio para admitir que no sabía lo que estaba haciendo) No estoy segura de que mis neuronas me alcancen para poder entender claramente lo que todo eso implica y como se compondría esta multiplicidad, sobre la que no puedo hacer absolutamente nada, más que apenas imaginar que probable o improbablemente, en otro lado y en otro momento, todo lo que podría suceder, sucede (y se repite infinitamente).

Toda esta reflexión, que no hace más que provocarme mucho vértigo, nació del overthinking latente que se instala cuando tenemos que tomar pequeñas desiciones que pensamos que cambian todo. Esto lo observo mucho bajo la etiqueta de indesición o de miedo, y me puedo identificar, porque yo también recuerdo haber meditado durante más de dos horas si le mandaba o no un sms al chico que me gustaba para invitarlo a comer canelones a casa. Entonces me pregunto si estas mini desiciones que nos dan la impresión de  alterar determinantemente el curso de nuestras vidas realmente cambian algo. Fundamentalmente, me gustaría pensar que no, y que como describía Fredkin en su paradoja, mientras menos significativos sean los resultados de nuestras desiciones, más nos va a costar tomarlas.

Si alguna de mis copias me preguntara en qué clase universo me tocó existir, le contaría que este universo se rige por la ironía y por las casualidades (que a veces no son causa de nada, no todo tiene un porqué comprensible). En este universo las cosas que esperamos una vida llegan un año más tarde, o a veces 15 minutos antes que nosotros. En este universo, a Alemania le ganamos 4 a 2 un mes y medio después del mundial, el 107 pasa vacío cuando estamos a 10 metros de la parada, empieza a diluviar 3 cuadras después de haberte olvidado el paraguas en la oficina, el chico con el que no querías saber nada de nada termina siendo tu persona favorita en el mundo y la profesora que no te bancaste en tus 5 años de secundario es la que en la facultad decide si te recibís o no… I could go on.
Quizás, el solo hecho de que existan copias nuestras por ahí, a las que les sale todo bien y según lo deseado/esperado, pero que no somos nosotros, sea la ironía más grande de todas.

No me acuerdo si fue un poema de Dos Corazones o el horóscopo el que me dijo una vez que somos la suma de nuestras decisiones. Yo creo que más bien somos una ecuación compleja conformada por lo que elegimos, lo que dejamos pasar, las posibilidades que no están a nuestro alcance y que el resultado no es un una sola persona, sino más bien un entorno y un sistema infinito, muchas veces arbitrario, que da lugar a posibilidades nuevas y quizás a otros universos.

En otro orden de cosas:

A la mañana entre té y café, prefiero el mate o una Cindor, o un licuado.

El chico que me gustaba se terminó perdiendo los canelones, porque nunca vino.

Toda esta reflexión que no nos lleva a ningún lado, en realidad era una excusa para compartirles el video del principio.

 

Superhéroe

The Doctor <3
Escribiría este post acerca de hombres reales y dejaría de andar con eufemismos ridículos like I’m 8, pero 1.) superheroes are cool 2.) quiero hablar del mío 3.) es mi blog y listo.

No entiendo como es que Disney no ha explotado esto de los superhéroes. Siempre nos ponían a los príncipes como el guapo del barrio del que había que enamorarse… pero los príncipes solo son príncipes porque sus papás son reyes, no porque sean principezcos y gallardos o valientes. No, los superhéroes son mejores. Además, nunca sabemos cómo les terminó yendo a esas pobres chicas después de que se casaron.

Estaba convencida de que no iba a salir nunca de mi escepticismo, que de verdad iba a costarme muchísimo enamorarme de nuevo, y que a esta altura, construir una relación romántica no era lo mío. Pero conocí (mejor) a Capitán Considerado y me tuve que guardar todas esas excusas de las que me vengo quejando básicamente desde que empecé a escribir este blog.

Capitán Considerado la remó en cemento, yo estaba muy distraída luchando con otros personajes, más parecidos a villanos que a héroes o príncipes. Pero él usó sus superpoderes conmigo muy sutilmente, porque de verdad no me di cuenta cómo o cuando pasó de ser «el muchacho que es mi amigo» al «muchacho que es mi novio».

Logró cosas que solo alguien con poderes sobrenaturales podría haber logrado: me amigó con mis piernas (hoy fui a clases de vestidito). Además puede materializar helado o chocolate a cualquier hora, me hace reir aunque esté muy enojada, construye fuertes de almohadas, y hace cientos de kilómetros por semana para venir a visitarme. ¡Ah! y me ayudó a superar el miedo a las películas con zombis, o a los zombis en general, for that matter.

Aunque al principio cada vez que él intentaba rescatarme yo salía corriendo, encontró la manera de hacerme saber que aunque no necesite que me salve, él me puede salvar igual. Que aunque pueda sola él igual quiere ayudarme.

No descubrí al hombre perfecto, porque detrás de la capa y el encanto, hay un muchacho que insiste en tender la cama con las sábanas al revés, que no me deja respetar ni una de las dietas que intento arrancar todos los lunes, que piensa que es legal andar despeinado en la vía pública y que cree la ropa se placha sola cuando te la ponés. Ni hablar de cómo me hace doler la panza cuando pronuncia cosas mal en inglés, deliberadamente, para ver cómo me enojo. ¬¬

Una amiga muy querida de este blog, allá cuando yo todavía le escapaba un poquito a los brazos del Capitán, me dijo: «en un tiempo, cuando te des cuenta lo genial que te sentís, y lo bien que estás, te vas a preguntar cómo fue que no empezaste a salir con este chico mucho antes».  Si bien PandOrita tiene la posta siempre, creo que para poder disfrutar de la relación con mi superhéroe tenían que terminar de pasar otras cosas. Heróicamente (y por suerte) él me tuvo una paciencia sobrehumana, y acá estamos.

Puede que esto que les cuento, esté salpicado de toda la serotonina y dopamina que me invade, pero bajo la luz más racional, el capitán y yo nos tomamos las cosas despacito, disfrutando del paseo por el tiempo que nos toque estar juntos.

More superhero facts.

Capitán Considerado, es el seudónimo que uso para proteger la identidad de mi superhéroe…y aunque su origen tiene una explicación muy larga y rebuscada que no vale la pena traer a colación, es el seudónimo más apropiado.

No le teme a nada, ni a mi costado más minita… ese que tararea canciones de los Backstreet Boys en la ducha o el que revive capítulos de Sex & The City en DVD cuando se cortan el cable e internet. Ni siquiera le teme a la pila voluminosa de viejas revistas Cosmopolitan que tengo debajo de la mesita de luz.

(Su kriptonita son las aceitunas y el color amarillo)

Puede llevar adelante conversaciones enteras con frases de Los Simpsons, o películas, o series… Not everyone can pull that off.

Tiene superpoderes IT. Son una clase especial de superpoderes ñoños que sencillamente me pueden. Consiste en saber apretar botones… o mejor dicho, en saber bien qué botones apretar.

Arregla cosas que yo ya daba por irreparables… y no lo digo en sentido metafórico, no tiene un destornillador sónico, pero casi.

Es 20 de julio.

MafaldaYSusanita

El día del amigo son los padres. Pero igual, viene bárbaro para saludar a la gente que uno siempre quiere tener cerca.
La amistad es frágil y muchas veces se entorpece por pavadas. Así que si quieren, quejensé todo lo que quieran de lo comercial que es este día, conmemoren la llegada del hombre a la Luna, y no le regalen su dinero a los barcitos de Palermo, Arístides o Pellegrini, como hacen cualquier otro fin de semana.
Pero no dejen de recordarles a sus amigos que aunque a veces seamos unos estúpidos, unos tarados, unos verdaderos papafritas…siempre los queremos cerca.
Al fin de cuentas, antes de morirse, es preferible un «feliz día» que un berrinche anticapitalista inútil una vez al año.

Feliz día.