La Bella Durmiente

Todos tenemos un patrón de conducta para cuando recién terminamos una relación, o para cuando estamos en pleno proceso de superar un desamor (porque el desengaño amoroso no siempre nace de una relación).

El mío pasa siempre igual: Una breve etapa de enojo donde enumero todo lo que me perdí por haber malgastado tiempo y esfuerzo en alguien que no lo merecía y no lo apreciaba. A todo esto le sigue una leve angustia, con el llanto a flor de piel y luego desemboco en un estado de absoluta desesperación; (momento en el cual es importantísimo no tener el celular en mano mucho tiempo) donde no quiero conocer a nadie, me convenzo de que nunca más me voy a enamorar, ni confiar en ningún hombre hasta que de a poco me voy calmando. Finalmente entro en un periodo de adormecimiento asexuado en el que me siento más sabia y superada; y realmente compro que no todo en esta vida tiene que ver con el amor y el sexo y que de verdad puedo vivir 100 años sola. Todo esto hasta que la vida me sorprende y conozco a alguien nuevo y se me acaban los argumentos.

Ahora estoy adormecida y no sé hasta cuando me va a durar ¿Será que va a llegar alguien a despertarme?

Las mujeres se aburren facilmente…?

Hace varios días que mirando la tele, la frase final de la última publicidad de Axe me pone mal: «Las mujeres se aburren facilmente». No sé si tomarlo como un cumplido o una crítica.

Sí, como a todo ser humano, lo repetitivo, rutinario y lo inerte, nos aburre; pero no me parece para nada que esté mal. La primera acusación que se me cruza es que «son los hombres los que se aburren más rápido» pero no me gustan esas generalidades de «los hombres son esto y las mujeres aquello». Las personas somos todas diferentes, y la diferencia no siempre está en el género.

Pero volviendo a la frase inicial de que nos aburrimos fácil. ¿También significa que nos aburrimos rápido? No entiendo que habrán querido decir los muchachos de Axe, pero por las dudas les traduzco como lo vemos nosotras, o al menos yo:

Claro que sí. Nos aburrimos fácil: de lo cursi, de los juegos innecesarios, de que nos traten mal, de las promesas que no cumplen, de la indecisión, la cobardía, de los narcisistas, los misóginos, de los nenes de mamá, de las mentiras, de los besos predecibles, de los besos que no van a ningún lado…. y así podría estar toda la noche.

Estoy segura de que a los hombres los aburren las mismas cosas y que su lista es igual de larga, pero en serio, es hora de que pongamos un freno a estos juegos acusatorios y a las excusas. Y sería genial no tener que bancarse esas publicidades machistas y sexistas, que nos ponen a nosotras como un objeto que se alcanza con artimañas y no como una persona que se conquista con virtudes y méritos… ¿No? Yo igual cuando la escucho que empieza, cambio el canal.

Incurable

Desde muy pequeñita (inclusive más que ahora), tengo instalada la idea del amor, como la experiencia existencial más gratificante, que es necesaria alcanzar para hacer que todo lo demás en la vida valga la pena, o  para que nada más valga la pena salvo ese amor.

Mi adicción al cine de Hollywood no hizo más que fijar esta idea, y mi vida amorosa transcurre como una comedia romántica -si, comedia- que nunca termina muy bien. Ojo, sí tiene sus buenos momentos, pero el maravilloso final feliz todavía no pasó.

Para mí, el amor no fluye como en las películas de Meg Ryan y Tom Hanks. Los comienzos suelen ser parecidos, siempre son prometedores, pero los finales parecen más bien el desvarío de un guionista con pocas ganas de trabajar.

No es que mi idea del amor sea tan simple, para nada…me parece que es un montón de trabajo y que por eso es tan difícil de encontrar y de que encima te suceda en simultáneo con otro – porque esa es otra historia: a veces el amor te pasa sola.

De todos modos, y a pesar de los resultados desastrosos, y de las veces que por tonta, ingenua, ilusa o descuidada, me dejaron el corazón maltratado en el suelo; yo no me rindo: Sigo buscando, queriendo encontrar a esa persona que me sorprenda, que quiera hacer planes conmigo, que se entusiasme como yo, y me haga sentir segura de lo que me dice que siente.

Si bien a veces dan ganas de renunciar y me da por pensar que no quiero volver a pasar por lo mismo, porque cada caída se siente más fuerte que la anterior…me asusta más la idea no encontrarlo nunca. Me parece peor y más cobarde, vivir sin amor por miedo, que vivir sin amor por no haberlo encontrado.

Capaz que un día llegue, capaz que no.

Honest Mistake

Hoy me desperté preocupada, pensando en que creo que cometí un error gravísimo al elegir Oca como servicio postal para algo que de verdad quería que llegara bien y parece que tenía razón porque el paquete todavía no llegó a destino. No es que tuviera razón por OCA en sí, sino porque siento, como buena control-freak que soy, que para que llegara bien, debería haberlo llevado yo misma.  Ya sentía que era un error mientras el chico de Oca le ponía la estampilla al paquetito que con tanto cuidado preparé, pero supongo que la ansiedad de que llegara pronto me superó, porque ya era un envío un tanto atrasado.

Todo esto de presentir que Oca no era una buena idea, me hizo pensar en otras veces en las que sabía que lo que estaba intentando, o me proponía hacer, no iba a tener el resultado que yo esperaba y conté una buena cantidad de errores….de esos que justo antes de cometerlos pensás: sé que no debería…no es una buena idea…esto no va a funcionar…y predicciones por el estilo.

Así fue como investigué un poco acerca de los errores y encontré algunas referencias de distintas fuentes y descubrí ésta que (by far) es mi favorita:

Yes it’s a mistake, I know it’s a mistake. There are certain things in life where you know something is a mistake, but you don’t really know it’s a mistake because the only way to really know it is a mistake is to make that mistake and look back and say, «Yup. That was a mistake». So really, the bigger mistake would be to not make the mistake because then you’ll go your whole life not really knowing if something is a mistake or not.

Si es un error, sé que es un error. Pero hay cosas en la vida que son errores, pero que no sabes si realmente son errores, porque la única forma de saber que lo son es cometiéndolos; y mirar atrás y decir “Sip. Fue un error”. Así que el error más grave sería no cometer el error, porque pasarías toda tu vida sin saber si algo era un error o no.

En definitiva, uno termina arrepintiéndose de los errores que comete, y muchas veces desearíamos tener una máquina del tiempo para poder volver atrás y no cometerlos, sobre todo cuando esos errores son “Sin querer queriendo” por ignorancia, omisión o torpeza, que a veces terminan lastimando a las personas que queremos. Sin embargo, otras tantas veces los errores son, según James Joyce, umbrales del descubrimiento.

En el recuento de mis errores concluí que más de la mitad de las veces que me equivoqué, lo que viví fue más enriquecedor de lo que hubiese vivido si no me hubiese equivocado.  Es la manera que tenemos de probar cosas nuevas, de jugarnos por aquello que queremos…aún sabiendo que los resultados pueden ser desastrosos para uno mismo. Además, lo beneficioso de errar no es el error en si…sino lo que aprendemos tratando de arreglarlo.

Yo creo que si lo pensamos detenidamente…a nadie le gustaría vivir una vida sin haberse equivocado nunca ¿No?

(Nota mental: no volver a mandar cosas por Oca)

Año nuevo, vida…

Terminó la primera década del siglo. Suena importante pero solo se siente como un año más que pasó y otro que empieza. Balances, nuevas expectativas, esperanzas renovadas…Se siente como una página nueva, vacía pero llena de posibilidades, un nuevo punto de partida para terminar con lo que nos hace mal y prometernos aquello que nos hace bien. Aún así casi siempre es solo una promesa, de esas que no cumplimos, pienso que tiene que ver el hecho de que tenemos 364 días en el medio antes de pararnos a hacer un balance de cómo viene la cosa…y las promesas a largo plazo rara vez se cumplen, sobre todo si es a nosotros mismos.

Es por eso que para este 2010 que recién empieza me propuse (irónicamente) hacer este repaso y renovación de promesas más veces seguidas en el año, así puedo ir mejorando la relación conmigo misma empezando por cumplir esas promesas que me hago; para no olvidarme en la vorágine de los días, quien quiero ser al final del año y empezar el 2011 con nuevas metas.

¿Cuáles son entonces las propuestas para el 2010? Esas me las guardo para mí.  A cambio les dejo un poquito de Quino para ilustrar el post.

Click sobre la imagen para ampliar!

Déjà vu de lo que va a venir

Hay una frasecita en particular que es como un disparador de malas noticias cuando conocés a alguien nuevo: «No quiero que salgas lastimada».

Aparece, por lo general desubicada, al inicio de una «no-relación» cuando recién estas conociendo a la otra persona y se quiere establecer un límite o una condición al porvenir de esa «no-pareja».

Personalmente la detesto. Es una excusa, que se jacta de altruista y desinteresada cuando una persona (en este caso un hombre) quiere decirte que no solo no te quiere sino que también sabe que no va a quererte nunca. Es una advertencia ridícula. Si una decide -consciente o inconscientemente- involucrarse con otra persona, ya se sabe el riesgo que se asume. Dudo que alguien se involucre sin saber que esa posibilidad está latente. Lo que más me molesta es que supone una cierta superioridad de la persona que la dice y la verdad es que la capacidad de herir y lastimar la tiene cualquiera.

«No te quiero lastimar» es un aviso que se traduce fácilmente en dos realidades: «tené cuidado conmigo que voy a jugar con vos, pero no quiero reproches porque yo te avisé» o bien «hasta acá llegué, y ya no me interesás».

Ya sé lo que querés decirme, y está todo bien (not), pero mejor haceme/te un favor y ahorrátela. It’s the oldest trick in the book…y creeme que no funciona.

Hello world!

Me quedo con el título default de bienvenida a WordPress. Me parece apropiado. Hoy estoy empezando este blog, a modo de diario ¿no íntimo? por el mero placer de escribir.

Lo he venido pensando bastante, y siempre me pareció que escribir no valía la pena si no se tenía nada nuevo, emocionante o importante para decir. Sin embargo, observo que a lo largo de la vida, las experiencias se repiten de generación en generación, de persona en persona, de forma muy similar y nuestra cotidianeidad tiende a pasar inadvertida por ser justamente repetitiva y poco emocionante o relevante para otros -y a veces inclusive para nosotros mismos:

Most days of the year are unremarkable. They begin, and they end, with no lasting memories made in between

(La mayoría de los días son irrelevantes. Empiezan y terminan, sin recuerdos que perduren en el medio.)

Admito que es una visión un tanto trágica del pasar del tiempo y nos recuerda que no tenemos ningún control sobre el ritmo de la sucesión de nuestros propios días (horas, meses, años, etc); aunque sí podemos (algunas veces) elegir como emplearlo.

Es por eso que finalmente decidí crear este blog, veremos qué pasa.