En más de una ocasión he hecho referencia a los hombres reales que habitan la realidad cotidiana de las mujeres que no estamos dibujadas por Disney y no somos protagonistas de una comedia romántica…O de un dramón romántico, porque no todo en esta vida son risas (sino pregúntenle a ella y no me digan si no se les estruja el corazón de la angustia, mientras le piden que por favooor se baje de la camioneta!)
Durante estos días que pasaron me dediqué a intentar ordenar las ideas que me llegan acerca del abismo de diferencias que hay entre los clint eastwoods que te vienen a buscar bajo lluvia con cara de por favor sé mía y los maridos con pocas herramientas que, como no saben qué decir, prenden la radio. De más está aclarar que fracasé estrepitosamente porque todavía sigue todo bastante confuso cuando se trata de diferenciar un hombre ideal de uno que sí existe. Cabe destacar que mis expectativas actuales distan bastante de verme envuelta en un torrente de pasión hollywoodense irrefrenable – No porque la idea me desagrade sino porque eso simplemente no pasa. Es una de esas cosas a las que una tiene que resignarse: la gravedad, el paso del tiempo o la volatilidad del chocolate. Pero de resignaciones hablamos otro día.
Más allá de mi desarrollo habitual de las diferencias entre lo que esperamos encontrar y lo que realmente encontramos, descubrí que – curiosamente- los encargados de hacerse fama de «los hombres son todos iguales» son justamente ellos mismos.
Tengo que admitir que a mi nunca me prometieron nada fuera de serie…como creo que dije en posts anteriores, no vengo de muchos desengaños crueles ni promesas rotas. La mayoría de las desilusiones de índole afectiva por las que pasé, las fabriqué solita; poniendo expectativas en personas que -quizá desde entrada- sabíamos que no iban a llegar a cumplir. Las promesas que no se concretaron fueron cosas sencillas; como llamados, visitas y un helado de cookies & cream- Pavadas pero se ve que dificiles de llevar a la realidad (¿?). Nadie me prometió bajarme estrellas ni llevarme de luna de miel a Bora Bora, quizá porque nunca me quisieron así, o tal vez porque cuando me hacen estas promesas mi oído con bullshit detector included las pasa por alto.
Mis pretensiones no son muy complejas, no creo en la promesa del «hasta que la muerte nos separe» porque en el día a día nos separan cosas menos concluyentes que morirse pero no por eso menos insalvables. Puedo llegar a creer un «Te quiero» pero no sé que tanto compro un «Te voy a querer siempre». Y believe me, no es una cuestión de falta de fe; yo soy la primera en la filas de las que tenemos la esperanza de estar 100 años enamoradas de la misma persona y que esa persona nos corresponda de la misma forma. Pero 100 años no es para siempre y el amor necesita del compromiso para sobrevivir 100 años. Son muy pocas las veces que se dan las dos cosas juntas.
Pero volviendo a que «los hombres son todos iguales» paso a contarles que ya nadie les cree ese cuentito que tan cómodo les queda. Analizando el tema con mi amiga la Pandorita, y reflexionando exhaustivamente sobre los dichos y hechos, llegamos a una pseudo-conclusión (porque sin duda hay mucho para analizar y la verdad estábamos muy distraídas disfrutando del río): Esto de «todos te van a desilusionar, los hombres mienten siempre, nunca cumplen las promesas que hacen, etc» es una excusa simpática que les deja la vía libre para hacer cualquier barbaridad y no tener que hacerse cargo cuando algo los afecta en serio y meten la pata (porque obvio que desaparecen y no se hacen cargo…!) Utilizan esta fama como una advertencia impresa en una etiqueta: «Risk of heartbreak and utter disappointment».
Ojo, no digo que las mujeres no gocemos de esta misma licencia…también está el «son todas unas yeguas» que es perfectamente válido para quienes han tenido la desgracia de toparse con una. Pero hay que entender que no porque el otro no nos dé lo que queremos, eso los convierte en imbéciles o turras…es un desencuentro desafortunado pero también es moneda corriente. A veces simplemente no pueden darnos lo que queremos, y si no quieren, tampoco está tan mal, aunque parezca y se sienta como el fin del mundo. Unrequited love, que le dicen.
Desde mi experiencia y de observar con detenimiento sé que los hombres no son todos iguales. Sino cualquiera daría lo mismo y no, ese no es el caso.
No voy a irme sin antes:
- Aclarar con mucho énfasis, que no porque una dama sea divina y les devuelva una imagen amable de ustedes mismos -señores- tratándolos bien, siendo simpática, linda y amorosa; significa que esté lista para echarse en sus brazos de inmediato. No hace falta que la rechacen de antemano, ella no está interesada en casarse con uds. ni mucho menos -y perhaps ni la merezcan. Capaz que solo es así de divina no más y no le sale otra cosa.
- Preguntarme…¿En qué andará mi amigo Pedrito?
- Dejarles una canción para musicalizar el post. Aclaro que no tiene nada que ver, solo me gusta mucho el video:


