Yo estoy con «writer’s block» así que me pareció una excelente oportunidad para que se distraigan de las sandeces que escribo yo y lean este post; que es genial – y que sin duda los va a divertir!
via tecontaretodo
Yo estoy con «writer’s block» así que me pareció una excelente oportunidad para que se distraigan de las sandeces que escribo yo y lean este post; que es genial – y que sin duda los va a divertir!
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Sin lugar a dudas, el tema de este post no es nuevo para nadie, y es algo de lo que se ha hablado y recontra hablado en casi todos los ámbitos a lo largo de toda la historia. Según un artículo que leí no hace mucho en algún blog loco, el amor no correspondido afecta al 98% de las personas en algún momento de sus vidas. Así que no esperen encontrar información nueva o reveladora en los próximos párrafos. Just a fair warning.
Antes que nada, cabe empezar diciendo que el amor no correspondido, según su definición, es un sentimiento exacerbado y obsesivo de amor romántico, pseudo-sexual de un sujeto hacia otro y que no es recíproco. Chocolate por la noticia,¿no? Pero aclaro por las dudas que alguien aún sea ajeno al concepto.
El amor no correspondido tiene la fama que tiene porque ambas partes la pasan mal. Es terrible para quien lo ejerce, es decir, para el enamorado; por razones obvias: porque el que se enamora quiere sin remedio con una pertinacia y una insistencia espantosa. Pero del otro lado, también hay una persona que la pasa mal, es decir quien rechaza: que siente muchísima culpa y frustración, no necesariamente porque le interesa que uno no sufra, sino porque no quiere sentirse mal.
Si bien el amor no correspondido es el motor de obras increíbles como La Divina Comedia, en la que Dante se pasea por el infierno y el purgatorio por el amor de Beatriz – actualmente el amor no correspondido suele dar lugar a obras menos extraordinarias, asique ya no es un asunto rentable ni para la literatura. El tema es que, como dice un amigo, quedan pocos Dantes. Y con el cine es más o menos la misma historia, o peor, porque en el cine todo suele terminar bien. Entonces la moraleja es que todo el amor incondicional que profesaba el muchacho al final es recompensado. No es muy alentadora esa fórmula, porque demás está decir que eso no pasa.
Es importante entender que el amor no correspondido no tiene nada de poético ni de quijotesco. No sale nada bueno de querer a alguien sin remedio. Uno hace cosas espantosas, se pone en lugares terribles, pierde la cordura, el miedo al rechazo y hasta se siente noble por querer de manera tan altruista a uno que no nos quiere, y que no nos va a querer nunca. Les aviso que la nobleza pasa por otro lado. Además el enamorado pierde toda perspectiva de la realidad y dimensiona todo lo que el otro hace, dice y manifiesta. Uno de los peores efectos secundarios del amor no correspondido es, entre otras cosas, la idealización de quien no se puede tener. Lo que convierte en imposible dirigir la admiración hacia otros sujetos que por ahí si nos quieren, pero que no están a la altura del objeto de nuestro afecto. Y la esperanza de quien no es correspondido no se trata de olvidar a ese que no puede/quiere/tiene ganas de querernos, sino de que, (tal y como sucede en los guiones de cine y televisión) el otro cambie sus preferencias y nos elija. Razonándolo, es una de las expectativas más ridículas que se nos pueden ocurrir. No podemos hacer que alguien nos quiera, en serio – como no me canso de repetir, el amor no es recompensa de nada. Se quiere o no, y punto; y a veces se olvida.
Se habla muy poco de que la otra persona de verdad la pasa mal, y la industria del cine, la literatura y la música pop no les hace justicia. Su indiferencia no es un castigo, no son idiotas que no saben lo que se pierden y no son histéricos que no saben lo que quieren (although tengo que admitir, que sí, hay excepciones a la regla – but that’s thing about exceptions, no son muy frecuentes); su inhabilidad para corresponder no es un capricho. Y no puedo evitar sentirme un poco mal por ellos, que también la pasan mal en esta cuestión porque se los pone en un lugar muy incómodo donde ellos tampoco quieren estar.
Lo más recomendable en estos casos, ante un rechazo, es correr en la dirección opuesta (tan rápido como se pueda) a otra ciudad, otra provincia, otro código postal y a los brazos de otra persona – o de muchas otras personas. Da igual. Y de hacer todo lo posible por no atosigar (se) con esa obsesión que se torna tediosa e insoportable; pero sobre todo de desconfiar de toda esperanza de que perhaps, perhaps perhaps –someday, se corresponda.
Final bullet points:
Este mes, por cuestiones académicas, me tocó informarme muchísimo en cuestiones de política internacional, conflictos bélicos, disputas diplomáticas, peleas, escándalos, ofensas y otro montón de cosas que como humanidad venimos arrastrando desde que existimos. Terminé con un dolor de cabeza impresionante (que todavía me dura) y lo poco que saqué en limpio es que seguramente me voy a morir antes de ver que las bellas Miss Universo vean su deseo cumplido de Paz Mundial.
Estamos lejos (lejísimos) de tolerar la diferencia, el error o la ignorancia en el otro: y esa intolerancia se exacerba cuando quien la ejerce, (cree que) tiene algo de poder sobre ese otro. Si bien podemos argumentar que esta es una condición de la naturaleza humana, me parece un argumento muy simplista y condescendiente. Yo sé que es bastante ingenuo de estas muchachas esperar que la humanidad un día se despierte y se ponga de acuerdo y que en lugar de lanzarse misiles balísticos intercontinentales, los pueblos se lancen margaritas – pero al mismo tiempo no me parece que esté mal que a alguien le parezca que podemos/debemos construir un mundo mejor.
Quiero creer que después de todo lo que leí, al menos puedo discernir la utopía de toda esta cuestión, primero porque las margaritas son significativamente menos rentables que los ICBMs; y segundo porque no podemos dejar de atacarnos con violencia cuando nos separan cosas ridículas como -por ejemplo – las rivalidades deportivas, so ni hablar cuando lo que nos separa son intereses o diferencias ideológicas más complejas. Entonces con un suspiro profundo, me resigno como seguramente others have done before me a que el mundo va a tener que esperar muchísimo tiempo más para verse en paz.
Este post no tiene nada de revelador, hace mucho que se viene diciendo más o menos lo mismo. Pero sí tengo que decirles que me asustó y me deprimió saber que, además de perderme la invención del teletransportador que Homero utiliza para sacar una cerveza de la heladera desde el living; también voy a perderme la paz mundial. Vengo sumando una lista larga de cosas que ya no voy a llegar a ver. Turns out, life is too short.
Supongo que tendré que conformarme con hitos menos trascendentales pero no por eso menos importantes como el cambio de milenio, Internet, y ver a River jugar en la B.
Quiero aclarar que:
Siempre me han desagradado los lugares comunes y la gente que llama a las radios dedicándoles canciones de Luis Fonsi a Fulanito, que es el amor de mi vida. No tiene mucho que ver con el pobre Luis, en realidad, la frase del estilo “el amor de mi vida” es lo que no me cierra. Jamás le he dicho a nadie semejante cosa. Supongo que porque no sé qué significa, o quizá porque es una frase tan trillada que con el correr de los años, o de las veces que la escucho, me suena a un sinsentido popular que se usa en las FM para dedicar canciones. Últimamente este rechazo a ese tipo de demostraciones de afecto se ha extendido a otros espacios donde antes ese rechazo no existía, o dónde al menos lo toleraba. Hoy las declaraciones de amor me suenan irreales y sobre todo ingenuas. Un amigo sostiene que es porque estoy aburrida…O mejor dicho, porque no estoy enamorada y por ende estoy aburrida. Según él, las mujeres cuando no estamos enamoradas, nos aburrimos y nos volvemos difíciles de conmover. La verdad es que ese argumento no me convence del todo, pero en este caso me conviene asentir obedientemente. Si hay algo que aprendí en los últimos años es que a los taxistas, como a los locos, hay que correrlos para el lado que disparan. Sobre todo a los taxistas porteños. — Por otro lado, no sé si puedo jactarme del todo de no estar enamorada.
Esta falta de entusiasmo a las demostraciones populares de afecto muchas veces se interpreta como indiferencia, amargura o frialdad. Pero no, a no confundir. Hay que saber presionar las teclas correctas para conmover a alguien y no a todos nos entusiasman las mismas cosas.
La experiencia se ha encargado de demostrarme que quienes se jactan de ser fríos o de demostrar su cariño de manera apática en realidad son quienes más necesitan de esta validación, a pesar de su bandera que dice «I’m fine if you don’t love me, I don’t care». La demostración, es decir, la evidencia perceptible del afecto, no sólo es placentera y reconfortante sino que también es necesaria, porque muchas veces lo que no se nombra no está. Es un asunto delicado, porque también a veces quienes pecan de cargosos/abrumadores/avasallantes, también la están pifiando—feo.
Lo que me llama la atención de las demostraciones de afecto es cómo cada parte se ve afectada según la situación sentimental. Para el amor no correspondido las demostraciones de afecto son ante todo innecesarias, porque para la contraparte no hay nada más incómodo y enojoso que la demostración de un cariño que no se puede corresponder. Y resulta no solo cansador sino inútil porque en estos casos no importa qué tecla presiones, sino que uno no es quien es capaz de hacerlas funcionar. En cambio para el amor recíproco, la evidencia del afecto es hasta imprescindible para que la relación avance. Como me dijo mi abuela , o como se olvidó de decirme: Al amor hay que enamorarlo todos los días.
En realidad, la mejor demostración de afecto es aquello con lo que el otro puede identificarse en nosotros. Creo que es así para muchos… Es como la historia de Chandler en Friends, la vez que se camina todo New York buscando la primera edición de The Velveteen Rabbit para la novia de Joey de quien estaba enamorado (porque Joey le quería regalar una lapicera – aunque it was a pen…but also it was a clock!). No sólo el libro le iba a gustar más sino que también iba a tocarle una fibra sensible porque era algo muy propio que venía de afuera, y eso es clave, aunque suene a narcisismo. La satisfacción de darle al otro lo que le gusta y de lo que se puede enamorar, o sea la satisfacción de quien recibe, es también la propia de quien otorga. Es mas o menos parecido a lo que pasa en el sexo, cuando el propio goce pasa por el goce del otro.
Para quien suscribe la mejor demostración de afecto me la da la complicidad en forma de humor. Y a mi amigo que cree que mi aburrimiento obstaculiza mi capacidad para conmoverme, le pido que no se preocupe por mí. Todavía hay muchas cosas que me conmueven, pero las canciones de Luis Fonsi, los pasacalles con mensajes, los ositos de peluche, los mensajes en mi muro de Facebook, los links a videos tiernos en YouTube, las serenatas, y el resto de los lugares comunes…No.
Just so you know:
Sí, cambié el look…Nada importante, es que a veces se me da por cambiar los muebles de lugar.
Que me parezcan ingenuas las declaraciones y demostraciones de afecto, las promesas de amor para siempre y las frases del estilo «sos el amor de tu vida», no significa que lo sean y no es mi intención desvalorizar lo que para algunos es invaluable. Sucede que, según observo, la lógica rara vez viene a interrumpir la sensación de eternidad que nos da estar enamorados. Yo sé que quien dice «sos el amor de mi vida» genuinamente se lo cree también. Sin embargo, por ahora, L’amour pas pour moi.
Creo que alguna vez les conté acerca de mi insoportable predisposición a poner al otro en evidencia cuando se equivoca o cuando hace algo fuera de lugar. Es un hábito espantoso, porque la verdad es que yo no entiendo nada como para andar distinguiendo claramente lo que está bien de lo que está mal…simplemente puedo decir qué me molesta, me disgusta, o me parece perjudicial- pero no mucho más.
Sin embargo, últimamente, en mi esfuerzo por bajarme del poni, me doy cuenta que este hábito insoportable no es un defecto aislado y es mucho más común de lo que pensé. La velocidad para juzgar al otro es muy vertiginosa y sus mejores conductores son el prejuicio y la intolerancia – pero sobre todo el miedo a descubrir que, la mayoría del tiempo, estamos equivocados.
Nadie sabe lo que se siente cuando estamos equivocados porque no hay una sensación que lo identifique. Sabemos qué sentimos cuando descubrimos que estamos equivocados pero estar equivocado no genera ninguna reacción física o emocional reconocible. Se siente bastante parecido a lo que se siente cuando tenemos razón. Esto me parece sumamente peligroso y fascinante a la vez, porque es algo de lo que no se habla mucho.
Desde chiquitos en la escuela nos enseñan que equivocarse está mal porque significa que uno es estúpido o vago. Y llegamos a nuestra adultez con esa misma idea, con miedo de cometer errores. Esto es comprensible siendo que sabemos que no tenemos mucho tiempo que perder y no queremos llegar a los 95 años sintiendo que hicimos todo mal. No nos dan otra oportunidad y no hay crtl+ z que valga. Pero – es inevitable.
La mayoría de las personas que conozco, sienten que entienden exactamente como funciona este mundo- que es cambiante, heterogéneo y por sobre todas las cosas complejo. La verdad es que admiro profundamente esta postura porque más de la mitad del tiempo el mundo se encarga de demostrarme que no tengo ni la más remota idea de lo que hago o debería hacer. Por esta razón me sorprende mucho que todos en algún momento u otro tengamos la sensación de tener la posta acerca de los problemas que nos rodean, quiénes son los responsables y cómo solucionarlos. Si realmente fuera así, hace rato tendríamos las respuestas a problemáticas económicas, educativas, científicas, culturales y existenciales que venimos arrastrando hace tanto tiempo.
Este post no tiene intenciones nihilistas porque yo crea que las soluciones no existen. Simplemente (o no) sostengo que el mundo es muy complejo como para que nos demos el lujo de andar por la vida sintiéndonos dueños de la verdad por encima de otros. Y esta es la parte que me molesta: Esta tendencia a juzgar al prójimo de idiota, ignorante, o malvado – porque no compartimos la misma cosmovisión. Todos estamos equivocados la mayoría del tiempo. Casi todo lo que creamos nace a partir de uno o más errores. Nuestra propia evolución (y no solo la biológica) avanza y se perfecciona a base de prueba y error. Lo maravilloso de nuestra individualidad es que cada uno tiene su propia visión de la verdad y lo genial sería poder compartirla, pero no al grito de «I’m right, you’re wrong».
Sé que esto es una obviedad. Equivocarse está bien, aprender de nuestros errores y admitir con humildad que somos falibles. Pero no parece. Esto, realmente va a ser una obviedad cuando por ejemplo en las escuelas empiecen a enseñar usar el pensamiento crítico y que hay problemas que no tienen solución, y dejen de calificar de insuficientes o vagos o hiperactivos a los niños porque no pueden encontrar la respuesta correcta que tiene la figura de autoridad detrás del escritorio. O bien, cuando en una campaña electoral dejen de tratar de convencernos con retórica que saben a ciencia cierta cómo solucionar problemas (because they don’t) y en cambio nos digan «sí, quiero solucionar el problema – tengo algunas ideas, son estas, esperamos que funcionen y si no funcionan vamos pensar otras hasta encontrar algo que funcione» (Y esto va a ser así sobre todo cuando nosotros como votantes estemos dispuestos a votar a un candidato así y no al modelo de los actuales que lo único que hacen es ensuciarse e insultarse unos a otros -sí, al grito de I’m right, you’re wrong y cosas peores.)
Es muy difícil admitir esta falibilidad, es desagradable sentirse en falta y descubrir que estamos equivocados y que aquello de lo que estábamos tan seguros no era tan cierto. A lo único que podemos aspirar es a cometer errores cada vez mejores con una buena dirección, y equivocarnos para avanzar hacia adelante . Quizá lo mejor es poder llegar a los 95 años como decía Arthur Miller – «Maybe all one can do is hope to end up with the right regrets».
Esto no queda acá:

Alguna idiota anduvo por ahí esparciendo el rumor de que ninguna mujer sabe lo que quiere en realidad – esta imbécil en un esfuerzo por compadecer a algunos hombres (que no cazan una even if that una hits them in the face) nos arruinó la vida, el romance, el amor, el sexo y las relaciones en general a las demás. So ahora es vox populi que las mujeres somos complicadas, histéricas, difíciles de entender, etc. Y la verdad es que me cuesta muchísimo llevar esta etiqueta – porque condena mi complejidad, que puede ser resultado de muchos otros factores, muy a pesar de mis cromosomas- y es como no tener el derecho a ser legítimamente complicada o sencilla…
Recurriendo a la ciencia – las mujeres somos diferentes de los hombres porque hasta nuestros cerebros funcionan distinto. Las capacidades cerebrales de una mujer son muy diferentes de las de un hombre, y esto hace que nuestros sistemas funcionen de otra manera y que veamos las cosas desde otra ventana. Nos nos hace ni más ni menos inteligentes, ni más ni menos emocionales, ni más ni menos racionales. Just different- not opposite.
No existe una fórmula mágica para entender qué nos motiva o nos satisface plenamente. Porque la verdad es que no existe absolutamente nada en este mundo que nos satisfaga plenamente. Es, creo, una de las 2 características que tiene esto de ser humano – ser mortales e insatisfechos. (I’m cheerful, I know) Pero pienso que es importante tener bien en claro que no existe una llave maestra que va a abrir -si me disculpan el verbo- el corazón de cualquier mujer (o persona). Y digo que esto no es posible porque no nos enamoramos de la suma de los actos de fulanito o menganito. So no tiene mucho sentido preguntarle a una mujer: ¿qué tengo que hacer para que te enamores de mí? porque la respuesta a eso es nada o averigualo. A menos que te sea posible transformarte en el hombre del que ella sí está enamorada. Es una pregunta que nunca te va a dar una carta ganadora y que al menos para mí es un dealbreaker porque es como si quisieses hacer trampa y la parte divertida está en tratar de averiguarlo.
Pero volvamos: No es que nada nos venga bien o que no sepamos qué queremos. Lo que sucede es que no siempre lo mismo nos viene bien siempre. Cuando era chica solían gustarme los hippies desalineados fanáticos de Sui Generis. Hoy me llaman la atención los burguesitos perfumados con sus PS3 que escuchan Rolling Stones, y quien sabe… mañana capaz que me enamoran los metaleros de 65 que se quedaron sordos escuchando Black Sabbath a todo lo que da. A lo que voy es que no siempre queremos ni nos seduce lo mismo. Y esto aplica en todo sentido- En que a Evangelina le pueden gustar muchos los tipos románticos y sensiblones pero que a Andrea no le mueven un pelo. Y en que a Evangelina pueden gustarle los tipos románticos pero que eso no quiere decir que quiere que le dediques una serenata de mariachis a las 3 de la mañana un miércoles. Y tampoco quiere decir que Andrea no espera que de tanto en tanto no le digas que la querés o que la extrañás o le regales un chocolate porque sabés que es una loca fundamentalista del chocolate. De verdad esto no tiene nada de difícil, requiere un poquito de sentido común.
La mayoría de las mujeres que conozco saben exactamente lo quieren cuando se los pregunto, al menos en ese momento. No hidden agendas ni second guesses, sus respuestas son bastante claras y esto no es así porque yo sea mujer sino porque me tomo el trabajo de preguntarles qué quieren. Así que no estoy convencida de que esta estúpida que dice que no tenemos idea – tenga razón. I have a pretty good idea. El común denominador a esta pregunta es que queremos su atención (even when we don’t, we do). Una vez que tenemos eso…el resto viene solo.
Esparcir por ahí el rumor que argumenta que las mujeres no saben lo que quieren ha sido una excusa muy conveniente para decidir por nosotras durante mucho tiempo…Así como también resulta muy rentable para muchas caprichosas que andan dando vueltas por ahí volviendo locos a unos pobres diablos que las apañan.
Footnotes:
Me hago cargo de la parte que me toca- más de una vez dije que las mujeres somos complejas (nunca complicadas ni histéricas) pero jamás dije que los hombres tampoco lo fueran.
Bienvenido Enfermito al blog roll….si quieren una crítica diferente y divertida del 7mo arte, este es su blog.
Dejo algo de Leftover Cuties para el final, no tienen nada que ver, pero son geniales.

Escuché muchas veces al amor explicado como una reacción química. Estas explicaciones, cargadas siempre de cierto cinismo, tratan de abrirnos los ojos a que todo eso que experimentamos cuando estamos enamorados aparentemente no es más que bioquímica aplicada. But, guess what…Nuestra propia existencia es también bioquímica aplicada, así que me cuesta trabajo entender por qué se supone que esto es una mala noticia.
No sé de qué otras formas puede explicarse el amor. No me gustan esos aforismos que dicen que al amor no hay que buscarle explicación. Por lo menos a mí me parece importante y necesario poder entender de qué están hechas las cosas y como funcionan. No porque sea necesario entender algo para disfrutarlo; pero porque indefectiblemente siempre hace falta entender como algo funciona para disfrutarlo más.
Estuve leyendo bastante acerca de esto. La antropóloga estadounidense, Helen Fisher, investigó mucho acerca del tema y encontró cosas muy interesantes. Para empezar, todas las civilizaciones hablan del amor de alguna forma u otra: Poemas, leyendas, canciones, historias. La humanidad conoce el amor desde hace millones de años – y aún hoy nos parece mágico. En todas partes del mundo alguien ama y es amado (no siempre de manera recíproca). Es raro que algo tan común y corriente sea la emoción más preciada que tenemos, sobre todo porque el amor no siempre es una experiencia feliz. Fisher describe al amor romántico como una obsesión. Es como si alguien estuviese viviendo en tu cabeza, todo el tiempo (and I do mean all the time).
Lo que me resulta inexplicable, y para lo cual las resonancias magnéticas no tienen una respuesta, es por qué nos enamoramos de una persona y no de otra. Si se supone que nos enamoramos de alguien que tiene un trasfondo social, económico, biológico e intelectual parecido al nuestro: ¿Cómo es que no andamos enamorados de al menos una decena de personas al mismo tiempo? A todo esto hay que sumarle que somos capaces de pintar en el otro cualidades que no existen y dejar de lado las cosas del objeto de nuestro afecto que sabemos que no nos gustan (el cigarrillo, la ideología política opuesta, su desdén por Borges y los mini post-it de colores, etc.). Esta obsesión hace que las cosas más estúpidas nos parezcan únicas: su edificio es distinto a todos los otros edificios de la ciudad, su auto, es distinto a todos los autos, su música es preferible a cualquier otra música. ¿Por qué no podemos atribuirle estas cualidades casi ficticias a otro, con otro nombre? Si es pura química, ¿porqué es esa persona la que desencadena el rush de dopamina y no otra?
Soy consciente de mi leve insistencia con el amor y las relaciones. I’ve found almost everything written about love to be true (and I do mean almost: hay algunas cosas lamentables como las pavadas que se escriben en los pasacalles o las letras de las canciones de Axel que dejan a cualquiera en un coma diabético y de mal gusto). Me despierta mucha curiosidad esa elección que hacemos de sobrestimar una persona por encima de otra; cómo lo que sentimos nos condiciona y nos transforma, haciendo que la propia satisfacción, la propia felicidad sea la felicidad y satisfacción de ese otro.
Helen Fisher en uno de sus textos explica que los sistemas que se activan en el cerebro cuando estamos enamorados, son los mismos que se activan cuando consumimos cocaína, y que se activan con la misma intensidad. La diferencia entre el amor y el rush de esta droga es que el efecto del amor dura más y no necesitamos ingerirlo, tocarlo o verlo para que nos afecte: basta con imaginar ese nombre, escuchar una canción o recordar un momento. ¿No es genial la bioquímica?
La psique femenina es compleja, esto no es novedoso para nadie. El mismísimo Freud murió sin poder responder uno de los interrogantes que ridículamente todavía atosiga al 50% de la humanidad: «¿Qué quieren las mujeres?» Este post ni siquiera va a intentar meterse con esa pregunta; pero sí va a intentar esclarecer algunas cuestiones. Creo que el problema principal reposa en que la identidad de la mujer se apoya en una serie de representaciones imaginarias y simbólicas. Históricamente, la mujer nunca ha sido mujer por sí sola. Nuestra identidad siempre se ha definido con otros términos de lo que una debería ser y en ese ser también se incluye lo que una debería querer, desear y sentir. Últimamente, hasta los publicistas de Kimberly Clark, Unilever y Bayer (AKA: Days, Always y Actron Mujer) nos dicen como deberíamos sentirnos. Alguien tiene que decirles que la corten, really.
«No las entendemos»: una y otra (y otra) vez escuché esta declaración en boca de algún hombre, refiriéndose a las mujeres en general. «Son complicadas, no sabemos lo que quieren y en definitiva son difíciles de entender» Ok, we get it. Así que he decidido tomar este reclamo, al menos para entretenerme escribiendo un rato, y voy a empezar a contarles mas o menos lo que pasa de este lado. Cabe aclarar que mis ideas y posturas acerca de lo que una mujer espera , quiere o deja de querer no es bajo ningún concepto la opinión de la mayoría. Flash news, boys: como ustedes, no somos todas iguales (lamentablemente, porque hay un par a las que quisiera parecerme, o, ¡por suerte!, porque hay otras tantas con las que no quisiera ni que me asocien).
Los hombres, o al menos con los que yo me cruzo, son por naturaleza resolutivos. Si a un hombre, se le cuenta un problema, inmediatamente el señor va a tratar de buscar una solución a lo que tanto te aqueja. Va a enumerar las causas que te llevaron a esta situación, va a señalar que no es necesario tanto drama ni que te angusties y va a brindarte una (o más) alternativas para salir de tu dilema. Y con eso, va a dar por terminado el tema.
El problema con esta escena es que él se pone la capa de Superman, pensando que está salvándote y una, en realidad, lo va a bajar de un hondazo con los clásicos «No me estás prestando atención, No me entendés lo que te estoy diciendo, No me escuchás, etc»
El quid de la cuestión es que nosotras no estamos buscando que nos solucionen todo lo que les planteamos, a menos que hagamos explícito que queremos su input en el asunto (y por explícito, quiero decir, explícito) Lo único que se espera de Uds. en ese tipo de conversación es un indicio de que efectivamente nos están escuchando, que nos compadecen, entienden que la estamos pasando mal y que nos den una señal de más de dos sílabas de que nos están oyendo. Monosilábicos abstenerse.
No es necesario que nos digan que nuestro problemita es una pavada, que nos hacemos problema por todo, que en nuestro lugar harían tal o cual cosa, o que lo que les estamos planteando, para ustedes, no tiene sentido. Es comprender que lo que les puede parecer una pavada, puede tranquilamente ser una tragedia para una. Es categóricamente imposible ponerse en el lugar de otro. Así que el único recurso que les queda es la empatía. A mí me parece una reverenda estupidez que se depriman más de 20 minutos porque pierda Racing. En primer lugar porque suele perder seguido, y en segundo lugar porque a pesar de que entiendo las reglas del fútbol, parece que la vida sigue igual afuera de la cancha. De verdad.
Ojito que no estoy diciendo que nos den la razón como a los locos. Nada de «a las mujeres no hay entenderlas, hay que quererlas» a lo Ricardo Arjona, porque el reclamo del «no me entendés» no pone en tela de juicio cuánto nos quieren. Yo en serio entiendo que la solución la buscan para dar fin a mi ¿sufrimiento? pero de verdad, solo quiero que me escuches hablar un ratito.
Posdata:
Hace bastante, un amigo me reveló este dato acerca del impulso masculino de querer arreglarlo todo y de la reacción de la mujer frente a esto. Como siempre, tuvo razón. Por si se le ocurre leer, y estoy bastante segura de que pasa por acá seguido, gracias a Ud. por este post. 🙂
Mientras escribía, me acordé que en la película The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, había un arma que cuando se disparaba a una persona inmediatamente esa persona podía ver las cosas tal y como las vemos desde nuestro punto de vista- Point of View Gun, se llamaba, y de hecho su creación había sido encomendada por la Organización Intergaláctica de Amas de Casa Indignadas, cansadas de terminar cada pelea con sus maridos con las frase «You just don’t get it, do you?» I really want one.
Queridos publicistas de K. Clark, Unilever, etc:
No puedo ni empezar a contarles lo mal que me ponen sus publicidades dedicadas a los problemas femeninos «que solo ustedes entienden» De verdad siento que nos están haciendo bullying hace rato. A mí me gustaría una publicidad que en vez de tener a Marcela Kloosterboer en un vestidito BLANCO, super sonriente diciendo cosas como «tus ovarios no se equivocan, aunque te duela todo y la pases como el orto la vida no es tan terrible y ser mujer es maravilloso» me gustaría menos contención y poesía y que me digan de una vez «Si, la verdad es que eso que te pasa todos los meses es un garrón y no tiene nada de maravilloso, here’s a tampon and some pain killers» Si en serio solo ustedes nos entienden, el optimismo y la Kloosterboer de verdad no van.
Es interesante la cantidad de cosas que se ponen en juego a la hora de tener una conversación. En las mujeres, estoy segura que hay muchas cosas que se potencian; como la cantidad de información que decodificamos de un intercambio de 45 segundos acerca de cualquier estupidez cotidiana. En serio…tenemos un talento especial para descubrir información reveladora entre líneas de un diálogo cualquiera:
Él: Hola linda
Ella: (Me dijo linda, me encanta…Pero, seguro saluda así a todas sus amigas. Sí – me acuerdo cuando la saludó así a Fulanita que es más fea que un remordimiento. Soy una ilusa, yo vengo y me pongo contenta porque éste que se cree que me tiene como quiere me dice linda, y sabe que sé que le dice «linda» a todas, sin discriminación de lindura…si te querías hacer el simpático ya restaste un porotito, así no llegamos a ningún lado) Hey ¿cómo estás?
Él: Bien, todo en orden. Intentando cerrar la semana. Estuve a full estos días. ¿Vos bien? Hace mucho que no hablamos.
Ella: (Bueno, registra que no he ni aparecido en las últimas 3 semanas. Claro que a él en 21 días no se le movió un pelo…tranquilamente podría haberme atropellado el 107 que él ni se enteraba. ¡21 días y recién aparece!…vengo a ser como el placebo del día 22 al 28. Un horror, ¿Qué tan ocupado pudiste estar durante 3 semanas que no se te ocurrió mandar un mensajito para saber de mí? Yo lo hice apropósito, tengo excusa, y la verdad es que no sabía qué más hacer para no mandar el mensajito yo. Es obvio, me está evitando y no le importo. Aunque, claro – este choto me espía en cuanta red social puede, aunque no me siga en ninguna. I’m sure. A todo esto tuvo la delicadeza de preguntar como estoy…y nunca me pregunta como estoy.) ¿Si, hace tanto? Yo bien, estudiando como loca, preparando los segundos parciales. Trabajando también. Tranqui.
Él: Sí, yo no sé qué hacer con la facu. Me va a costar un huevo retomar y la verdad ya no tengo ganas. Igual a vos te va a ir bien, sos re ñoña.
Ella: (¿Eso fue un cumplido? Sí viniendo de él es definitivamente un cumplido…o un attempt para pelearme/coquetear, supongo…genial, he’s 12. ¡Cómo me gusta que me pelee! Ya está, soy una estúpida. A todo esto- ¿cómo que no sabe si va a seguir estudiando? Evidentemente no termina lo que empieza, y no – no sería la primera vez. Así tampoco va a terminar nada conmigo, como lo viene demostrando, empieza, se asusta…o le da fiaca, yo qué sé. Así no. Necesito un tipo que se ponga los pantalones cada tanto y termine lo que empiece. Igual es re inteligente, boludo, pero inteligente. Aunque está bien que me desilusione un poquito y que haya algo de él que no me guste, así es más fácil. Es mortal y todo. Ok…so no se va a recibir. Igual eso no es un dealbreaker.) Ja, ¿gracias?…Eso espero, le estoy poniendo ganas. Igual vos deberías ponerte las pilas, los títulos no van a venir a buscarte si no te ponés a estudiar en algún momento. Las cosas hay que ir a buscarlas a veces, ¿vió? (Soy una tarada)
Él: Ja, sí pero a esta altura ya ni da. Bueno mi lady, te dejo que quiero terminar acá así ya desaparezco para el resto del finde y no me ven hasta el lunes. Te quería saludar. Te mando un besote.
Ella: (Ah no…me está cargando. ¿Qué quería? Metí la pata con mi comentario, tiene tanta cola de paja que seguro se lo tomó a mal. Chau, desaparecé…yo no te veo hasta cuándo. ¿Tanta ceremonia de charla al divino botón? ¿No me vas a invitar a tomar algo? ¿No tenés ganas de verme? Otras 3 semanas no aguanto. Me quiere provocar, eso busca: viene, me dice “linda, ñoña, etc” y me deja acá como una pavota con un signo de interrogación más grande que su…que su, si bueno, un signo de interrogación. QUIÉN TE ENTIENDE NENE!!!) Bueno dale, espero que andes bien. Besos para vos. Buen finde!
Ciertamente para maquinar así, hay que tener talento.
Epílogo:
Esta conversación es como un 99.9% ficción. Y es el resultado de una cuidadosa investigación y análisis científico. Cualquier similitud con la realidad es una mera causalidad del estilo expresivo de algún(os) interlocutor(es).
El flaco seguramente solo tenía ganas de saludarla y de ser amable. Después nos quejamos de que ya no quedan caballeros.
Dudo que los hombres maquinen así…aunque no estoy del todo convencida…Please correct me if I’m wrong. (Please do)
Nuevo blog en el blog roll de una escritora amiga que por fin se animó 🙂 Pasen y lean.