Papá Noel no viene a casa

Ilustración de Verónica Grech

Cada vez que me preguntan qué le pidió Mordelón a Papá Noel y cuento que con Capitán Considerado decidimos no instalar ese mito y/o hacer la pantomima del terrorismo de la felicidad, después de saltarme a la yugular, lo primero que me dicen es «pero por qué le vas a quitar la ilusión, el entusiasmo y la fantasía». Inmediatamente trato de hacer que recuerden cómo se sintieron cuando supieron que efectivamente todo era una mentira perpetrada por nuestros padres, siguiendo una tradición. La verdad es que no quisiera que mi hijo tenga que pasar por la desilusión de una mentira que fabriqué yo, a propósito, porque me da satisfacción verlo «creer». La fantasía, el entusiasmo y la ilusión se la podemos dar con otras cosas más concretas, sin necesidad de mentirle (y estoy hablando de libros, por supuesto). Además, la fantasía y la imaginación funcionan porque nosotros elegimos creer en algo que sabemos que no es verdad. En lugar de estimular la imaginación, el mito de Papá Noel solo fomenta el consumo de las ideas de otros.

Más allá del dilema ético de que conceptualmente mentir está mal, mentirles a los chicos en una etapa cognitiva tan sensible en la que están aprendiendo a distinguir el mundo en el que viven, y lo real de lo ficticio, es bastante contraproducente. Como papá y mamá, nuestra premisa es que Mordelón pueda crecer con todas las herramientas necesarias para navegar el mundo, disfrutando tanto como pueda de las cosas buenas y sufriendo y haciendo sufrir lo menos posible. Esto incluye no fomentar el pensamiento mágico que después lo lleve a generar (o creer) opiniones o ideas carentes de fundamentación empírica robusta, como que la tierra es plana, que las vacunas no funcionan o que mercurio retrógrado es el culpable de que las cosas no le salgan como él quiera.

En otro post escribí muy brevemente acerca de lo turbio y manipulador que me parecía toda la mitología alrededor del personaje. En las películas, dibujos animados y cuentos, a Santa Claus lo pintan como el viejito bonachón que regala juguetes a todos los niños del mundo con la condición de que sean «buenos», y por buenos los adultos quieren decir obedientes de las reglas y costumbres que ellos mismos disponen. Es bastante perjudicial esto de relegar nuestra autoridad como padres y madres para usar a Papá Noel de policía omnipresente con el objeto de que nuestros hijos simplemente nos obedezcan. Si tenemos que recurrir a mentiras elaboradas para que hagan cosas que consideramos que deben hacer por su propio bien, quizás deberíamos replantearnos el método. Ojo, a veces les mentimos, u omitimos / estiramos la verdad un poquito. Lo hacemos cuando quizás la realidad es demasiado compleja, como cuando se muere una mascota, o cuando necesito que se tome el ibuprofeno y le digo que es un juguito de superpoderes que le va a dar mucha fuerza desde adentro para ganarle a los bichitos de la fiebre. Nada de esto es remotamente parecido a hacer de cuenta que hablo por teléfono con un señor que no existe para decirle que Mordelón se está portando mal, porque quiero que pare con un berrinche. Es una herramienta extorsiva que se me va a terminar ni bien Mordelón aprenda a usar Google. También es faltarle un poquito el respeto porque en mi posición de autoridad él no hace más que creer en lo que yo le diga, y abusar de esto, porque es más fácil que poner límites reales, es manipularlo y eso no solo está mal y es cruel, sino que también se aprende.

Por otro lado, consideren la premisa del mito de Papá Noel: si solo los niños y niñas que se portan bien reciben regalos, ¿qué dice eso de las familias más humildes que muchas veces no pueden regalarles a sus hijos lo que piden, o que directamente no pueden comprar regalos? ¿Qué valores enseña este relato, más allá de la obediencia?, y, ¿cómo impacta esto en la autoestima de los chicos? Quienes insisten en seguir adelante con el mito de Papá Noel son definitivamente libres de hacerlo, pero deben saber que cualquier aspecto positivo que pueda llegar a tener esta tradición para los chicos se desvanece ni bien dejan de creer, y algunos de ellos terminan sosteniendo la mentira (haciendo de cuenta que todavía creen) para no desilusionar a los padres.

Compartir tradiciones está bien, crear recuerdos gratos enraizados en el amor y esta sensación tan linda de hacer regalos también está muy bien. Los rituales brindan una oportunidad de crear una sensación de pertenencia que ayuda a construir las redes de apoyo emocional y social para que no tengamos que sentirnos solos, pero no es necesario fundamentarlos en algo que a la larga no se sostiene más allá de los 6 años.
A Mordelón le contamos quién fue Papá Noel (o Santa, como él insiste en llamarlo), le contamos que Navidad es el día del año en que festejamos con nuestras familias y amigos que nos queremos mucho y por eso nos hacemos regalos y comemos cosas ricas. Es un ritual que vamos a poder seguir sosteniendo siempre y que él va a disfrutar tanto o más que si el monopatín que tanto quiere se lo doy yo con un abrazo, o se lo dejo debajo del arbolito mientras está distraído.

Por último:

*El festejo de Navidad en casa se hace igual, con cosas ricas, arbolito, regalos y abrazos a las 00hs, Reformulamos la tradición a nuestro antojo para usarlo de excusa para comer cosas ricas, hacernos regalos y abrazarnos mucho.

*Una de las cosas que primero me preocupó de adoptar esta postura fue que Mordelón fuera quien desenmascarara a los papás de sus amigos y compañeros (de hecho fue una de las cosas que planteamos el en jardín). Por suerte hasta ahora eso no ha sido un problema. We’ll cross that bridge when we get there, pero no es nuestra intención hacerlo partícipe de la conspiración.

*Todo lo anterior también es válido para Los Reyes Magos y el Ratón Pérez.

*Originalmente esto iba a ser un post en Facebook pero después me acordé que yo escribía acá.

El Mito de la Falsa Chica Geek

Siendo que me encuentro en plena sequía de ideas publicables propias. Decidí hacer uso de mis habilidades de traducción y compartir esta, que me gustó mucho. Se trata de un artículo de io9, publicado por Jay Edidin, a quién le pedí autorización para traducir y difundir su artículo. Me gustó mucho, y si no conocen io9, creo que es momento de que lo hagan.

El artículo original está acá y se llama «The Myth of The Fake Geek Girl» – (PS: Thank you Jay!!!)

So here it goes.

He estado pensando acerca de las falsas chicas geek, y más aún, en la tenacidad con la que la comunidad geek se ha aferrado al desasosiego de la falsa chica geek. Aún, en una comunidad tan beligerante, la intensidad y el nivel de acidez dirigido hacia la falsa chica geek, son inauditos. Es sencillamente muy extraño.

Pero, ¿qué hace que la falsa chica geek sea una idea tan amenazante? ¿Qué es lo que amenaza, exactamente?

La palabra «Geek» es un sustantivo que ya tiene un género asociado. Existe una GeekGirlCon (o convención de chicas geek) pero no una GeekGuyCon (o convención de chicos geek), por la sencilla razón de que todas las Con, son convenciones de chicos geeks, a menos que se especifique lo contrario. Uno no dice «chicos geeks» del mismo modo que utiliza «chicas geeks»; una vez que se usó el «geek» la parte de «chico» ya se sobreentiende.

Cuando una etiqueta viene con género asociado, lleva consigo todo el bagaje relacionado. ¿Qué significa esto para los geeks? Bien, nosotros culturalmente, regulamos la masculinidad muy de cerca. Es valiosa en formas en que la femineidad no lo es, y eso también hace que sea más frágil. Las peores cosas que se le pueden decir a un hombre son las que cuestionen su masculinidad, o peor, las que los hagan femeninos. Hasta «nena» o «minita» se suelen usar mucho como insulto.

Tómense un minuto para reflexionar qué significa eso para las mujeres, pero también para los hombres; y particularmente para la forma en la que se les enseña a los hombres a ver a las mujeres. Las mujeres en un ámbito masculino se vuelven una amenaza. Tiñen lo que tocan por asociación. Es comprensible que a una mujer le gusten cosas de hombres, casi como una mejora; pero si a un hombre le gusten cosas de mujeres, se trata de un defecto.

Si empezamos por ahí, es fácil ver cómo nos hemos predispuesto a ver a las mujeres que se identifican con la cultura geek, con cierta sospecha. Son «el otro». No cuadran dentro de la narrativa. Necesitan otros adjetivos, no solo «geeks» sino «chicas geek», lo que ya las aleja del geek genuino.

Entonces, cuando digo que «geek» es un sustantivo con género asociado, y que por defecto es masculino, estoy diciendo algo acerca de como interactúa con una escala de valores culturales, y por añadidura, también estoy diciendo algo acerca del valor de la identidad masculina para la comunidad geek.

Al mismo tiempo, la cultura geek es una panacea para los muchachos que no quieren, o no pueden, caer en el lugar común de la parafernalia cultural y los valores tradicionales de la masculinidad. Al menos, en teoría, la cultura geek promueve un modelo de masculinidad más cerebral y menos violento, respaldado por una escala de valores alternativos. Sin embargo, el costo social de este modelo alternativo, ya sea elegido o impuesto, es muy alto, y con frecuencia se paga de forma violenta, física o socialmente. La marginalidad, es un lugar peligroso para vivir, que nos predispone a estar a la defensiva, ansiosos por crear nuestra propia aproximación de un centro. En lugar de rechazar la dualidad rígida de la cultura de la que nominalmente nos liberamos, la comunidad geek la intensifica, condensada por la amargura defensiva que acompaña a la marginalización. Entonces, la masculinidad se vigila con muchísima agresividad en las comunidades geek, tanto como en cualquier vestuario o cancha de fútbol.

Entonces, no es ninguna sorpresa que una mujer inmersa en la cultura geek, durante mucho tiempo fuese considerado poco común. «Chica» y «geek» eran una dicotomía de suma cero: para reclamar un título, había que renunciar al otro. Sin embargo, recientemente hubo cambio drástico, un repentino aumento no solo en la visibilidad de mujeres en la cultura geek, sino también en la popularidad de ciertas vías tradicionalmente femeninas, comprometidas con esa cultura; cosas como el cosplay o el crafting, ambas areas abrumadoramente femeninas. Al mismo tiempo, las mujeres están encontrando maneras de reconciliar lo geek con lo femenino, lo que significa que esa identidad geek ya no es irreprochablemente masculina. Por primera vez, existe una faceta de la cultura geek, que no solo es una mayoría de mujeres, sino que es descaradamente femenina, en una cultura donde la feminización está directamente atada al menosprecio.

Todo esto sucede en una comunidad preparada para responder de manera agresiva a los recién llegados, y particularmente a las mujeres recién llegadas. A veces, esta hostilidad decanta en agresión directa. A veces de manera sutil, en forma de desafío permanente o de desestimación de la identidad. De este modo, se da esta nueva diferenciación de los geeks «reales» vs. «falsos», en la cual lo «real» está convenientemente identificado bajo modalidades tradicionalmente dominadas por hombres.

Acotando esta definición y asegurándose de que desaliente a los novatos, también garantiza una dotación de acérrimas aliadas femeninas. Para quienes tuvimos que dejar en la puerta aspectos significativos de nuestra identidad, no es difícil ver a las nuevas generaciones de chicas geek como intrusas, alcanzando gratis  lugares donde nosotras tuvimos que abrirnos paso trabajosamente. Cuando una es parte de una minoría, es fácil caer en la falacia reduccionista que dicta que hay una sola manera de ser una mujer (o discapacitada, o negra, o excéntrica, etc) en la cultura geek, y que quien encare esa identidad desde otro ángulo amenaza tu derecho a esa misma identidad; lo cual no es muy diferente de la propia lucha de la cultura geek para mantener una identidad discreta mientras nuestro retrato y nuestro medio, se infiltran en la cultura predominante. Si esas personas pueden ser geeks, ¿qué queda entonces para mí?  Y si el club es tan grande, a la larga ¿vale la pena ser miembro?

La verdad, por supuesto, es que no se trata de un juego de suma cero: la misantropía y el hostigamiento por la identidad van a consumir a la cultura geek más rápida y profundamente que cualquier legión de intrusos imaginarios. Por décadas nos hemos enorgullecido de ser trasgresores, visionarios, dispuestos a cuestionar las normas culturales y pensar más allá de los límites impuestos. Imaginen qué tan lejos podríamos llegar si pudiésemos también dejar de reemplazarlos por límites diseñados por nosotros mismos.

«I hate to break it to you, but there is no big lie, there is no system. The universe is indifferent.»

Lo compartí por acá, en primer lugar porque me gustó mucho, y en segundo porque me pareció apropiado para ir apagando este finde largo, que igual está por desaparecer.

Avatar de MXc u e n t o * c h i n o

Somos hipócritas. Nos llenamos la boca con palabras vacías que nos sirven como estandarte representativo e identificatorio de nuestro gran compromiso y tesón en averiguar o develar el propósito único del hombre. La verdad es que no nos interesa. Acercarse cada vez más a la respuesta buscada – la que complementa el mantra repetido desde el comienzo de los tiempos: ¿cuál es mi misión? ¿para qué estoy? ¿cuál es el sentido de todo esto? – es enfrentar cara a cara la peor confirmación que podemos tener. Vamos a desaparecer. Tanto individual como colectivamente vamos a extinguirnos y eso es algo que nadie ignora, pero nos esforzamos por espantar esa reflexión de nuestras alegres cabecitas esponjosas. El mecanismo con el que desplazamos esta preocupación imposible de evitar es fabricarnos otra preocupación, más terrenal y tal vez con una resolución cercana a nuestras posibilidades de raciocinio, con la cual desplazar a la…

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Anti-Anti

Es lindo que haya un día en el que parece apropiado regalarme chocolate...Estos por ejemplo.

Hice una breve, brevísima pausa, en esto de tener que decirle a la gente que tengo que estudiar (porque paso más tiempo anoticiando al mundo que tengo que estudiar que de hecho estudiando) y escribí es ¿postcito? para cortar con la frustración de ver como se pasan los días sin que yo logre prepararme para el examen que tengo en una semana.

Entre las muchas cosas que me causan gracia, una de ellas suele ser, el rechazo de la gente cool, de los superados y de los intelectualoides a las fechas como el día de San Valentín o el Día del Ferretero. Ayer, donde quiera que fui…no vi a nadie festejando nada, pero sí me agoté de gente repudiando el 14 de febrero.  Curiosamente me hizo pensar que jactarnos de nuestra opinión en relación a una supuesta estupidez de otro, es la manera que tenemos de reaccionar ante pavadas irrelevantes que no tienen la menor consecuencia;  y es la forma que encontramos de validar nuestra cosmovisión como la verdad absoluta. Poner en ridículo lo que para otros es importante o valioso no nos hace mejores personas, ni más inteligentes…quizá sí nos hace un poquito más miserables. Pero no suma.

Soy de las primeras en las filas anti-romance-fácil-lugar-común, pero no eso no significa que la gente que disfruta del Arjonio en su vida sea estúpida o ridícula. Y realmente no creo que este rechazo popularizado y exacerbado a través de Internet pase por, como decían mis tías, «no tener quién te festeje». Es pura y exclusiva intolerancia…malgastada. Porque vociferamos lo ridículo, berreta e hipócrita que es celebrar una fiesta pagana, pero toleramos cómodamente hipocresías peores y ridiculeces que rayan en el atropello – todos los días.

Finalmente me hace pensar que no hay nada que nos venga bien, ni siquiera cuando no se trata de nosotros. Es como la gente que asevera no mirar determinados programas de televisión, pero se quejan de ellos todo el tiempo. We’ll never learn lo live and let live.

Este fue un post cortito…así que:

Menos mal.

El Día del ferretero existe, es el 3 de septiembre…entre el Día de la Tía y el Día de la secretaria. Anoten. Igual, el día que más estoy esperando es el Día de la bandera…por los regalos, claro.

Había millones de canciones para ilustrar este post, pero no me pude decidir. Así que les dejo otra cosa que no tiene nada que ver, pero que me gusta mucho.

Serendipia (o, A Ver Si Nos Relajamos Un Poquito)

Control Freaks, give up ahead.

Me causan mucha gracia las personas que se jactan de ser «obses» o pequeños control freaks. Porque es como jactarse de lo inútil que es tratar de hacer callar un chancho a patadas (que mientras más le pegás, más grita.) Tengo que adelantarles que intentar controlarlo todo no es una virtud y es el camino más corto que conozco a la frustración. Esto se los digo como una obse en rehabilitación, a la que se le fue bastante la mano y ahora raya en la irresponsabilidad.

La naturaleza, el universo, algún Dios, o cómo quieran llamarlo; nos demuestra todos los días que absolutamente todo es caótico, random y que al fin de cuentas en realidad no controlamos ni entendemos nada. No estoy tratando de ser nihilsta (I never am) pero sí me gustaría que un día de estos simplemente nos relajemos un poco. ¿Alguien sabe lo que cuesta relajarse? No logro entender por qué no empleamos más tiempo tratando de relajarnos y de pasarla bien en lugar de volvernos locos y miserables unos a otros. La solución a todos los problemas del mundo debería estar en hacer que la gente disfrute un poco más. Para mí en este momento esta noción está por acá, a 9248 Km de distancia y a muchísimos sueldos que todavía no logro ahorrar pero que seguramente ya gasté.

Creo muchísimo en que lo que dicta nuestra suerte tiene que ver con estar en el momento y lugar indicado ( o no). Y la ciencia respalda esta teoría demostrando que grandes hallazgos de la humanidad fueron resultado de casualidades: La penicilina, el principio de Arquímedes, el electromagnetismo, ¡el dulce de leche y los post-it!, el descubrimiento de América…Y ya que estamos, las casualidades literarias como la de Jonathan Swift que en Los Viajes de Gulliver habla de las 2 lunas de Marte en 1726 y que se descubrieron recién oficialmente en 1877 (Deimos y Phobos.)

Por eso cada vez que el 107 se demora más de la cuenta, cada vez que mis planes no salen como me los había imaginado,  cada vez que life blows up in my face y me arruina el resultado que estaba esperando, respiro profundo (a veces más de una vez), me acomodo la ropa y trato de ver cuál era el chiste de que no me saliera lo que yo quería hacer (a ver si nos reímos todos). A veces, es sorprendente la cantidad de cosas que tienen que pasar para que las cosas pasen.

Y como leí que decía un blogger del que estoy secretamente enamorada: «Saber que se está a un cromosoma de distancia de ser un salame, o un mono, debiera bastar para comenzar a tener fe en la casualidad.»

Some other crazy sh*t

«La palabra serendipia no aparece todavía en el diccionario de la RAE. Viene de la voz inglesa serendipity, pero detrás de ella se descubre una leyenda. Esta cuenta que, en la actual Sri Lanka, existía un reino llamado Serendip, en el que vivían tres príncipes muy peculiares. Estos tenían el don del descubrimiento fortuito, por llegar a encontrar, sin buscarlo, la solución a problemas impensados. Todo esto quedó escrito en un relato anónimo, que posteriormente leyó Sir Horace Walpole, y él fue quien realmente se inventó la palabra serendipia, que hoy se utiliza para denominar este tipo de descubrimientos.»

Lo de los cromosomas no es joda…dos cromosomas más y seríamos papas, chimpancés o tabaco.

Life has a funny way, of sneaking up on you. Life has a funny, funny, way of helping you out.

I’m just sayin’…

Apparently, she started it.

Alguna idiota anduvo por ahí esparciendo el rumor de que ninguna mujer sabe lo que quiere en realidad – esta imbécil  en un esfuerzo por compadecer a algunos hombres (que no cazan una even if that una hits them in the face) nos arruinó la vida, el romance, el amor, el sexo y las relaciones en general a las demás. So ahora es vox populi que las mujeres somos complicadas, histéricas, difíciles de entender, etc. Y la verdad es que me cuesta muchísimo llevar esta etiqueta – porque condena mi complejidad, que puede ser resultado de muchos otros factores, muy a pesar de mis cromosomas- y es como no tener el derecho a ser legítimamente complicada o sencilla…

Recurriendo a la ciencia – las mujeres somos diferentes de los hombres porque hasta nuestros cerebros funcionan distinto. Las capacidades cerebrales de una mujer son muy diferentes de las de un hombre, y esto hace que nuestros sistemas funcionen de otra manera y que veamos las cosas desde otra ventana. Nos nos hace ni más ni menos inteligentes, ni más ni menos emocionales, ni más ni menos racionales. Just different- not opposite.

No existe una fórmula mágica para entender qué nos motiva o nos satisface plenamente. Porque la verdad es que no existe absolutamente nada en este mundo que nos satisfaga plenamente. Es, creo,  una de las 2 características que tiene esto de ser humano – ser mortales e insatisfechos. (I’m cheerful, I know) Pero pienso que es importante tener bien en claro que no existe una llave maestra que va a abrir -si me disculpan el verbo- el corazón de cualquier mujer (o persona). Y digo que esto no es posible porque  no nos enamoramos de la suma de los actos de fulanito o menganito. So no tiene mucho sentido preguntarle a una mujer: ¿qué tengo que hacer para que te enamores de mí? porque la respuesta a eso es nada o averigualo. A menos que te sea posible transformarte en el hombre del que ella sí está enamorada. Es una pregunta que nunca te va a dar una carta ganadora y que al menos para mí es un dealbreaker porque es como si quisieses hacer trampa y la parte divertida está en tratar de averiguarlo.

Pero volvamos:  No es que nada nos venga bien o que no sepamos qué queremos. Lo que sucede es que no siempre lo mismo nos viene bien siempre. Cuando era chica solían gustarme los hippies desalineados fanáticos de Sui Generis. Hoy me llaman la atención los burguesitos perfumados con sus PS3 que escuchan Rolling Stones, y quien sabe… mañana capaz que me enamoran los metaleros de 65 que se quedaron sordos escuchando Black Sabbath a todo lo que da. A lo que voy es que no siempre queremos ni nos seduce lo mismo. Y esto aplica en todo sentido- En que a Evangelina le pueden gustar muchos los tipos románticos y sensiblones pero que a Andrea no le mueven un pelo. Y en que a Evangelina pueden gustarle los tipos románticos pero que eso no quiere decir que quiere que le dediques una serenata de mariachis a las 3 de la mañana un miércoles. Y tampoco quiere decir que Andrea no espera que de tanto en tanto no le digas que la querés o que la extrañás o le regales un chocolate porque sabés que es una loca fundamentalista del chocolate. De verdad esto no tiene nada de difícil, requiere un poquito de sentido común.

La mayoría de las mujeres que conozco saben exactamente lo quieren cuando se los pregunto, al menos en ese momento. No hidden agendas ni second guesses, sus respuestas son bastante claras y esto no es así porque yo sea mujer sino porque me tomo el trabajo de preguntarles qué quieren.  Así que no estoy convencida de que esta estúpida que dice que no tenemos idea – tenga razón. I have a pretty good idea.  El común denominador a esta pregunta es que queremos su atención (even when we don’t, we do). Una vez que tenemos eso…el resto viene solo.

Esparcir por ahí el rumor que argumenta que las mujeres no saben lo que quieren ha sido una excusa muy conveniente para decidir por nosotras durante mucho tiempo…Así como también resulta muy rentable para muchas caprichosas que andan dando vueltas por ahí volviendo locos a unos pobres diablos que las apañan.

Footnotes:

Me hago cargo de la parte que me toca- más de una vez dije que las mujeres somos complejas (nunca complicadas ni histéricas) pero jamás dije que los hombres tampoco lo fueran.

Bienvenido Enfermito al blog roll….si quieren una crítica diferente y divertida del 7mo arte, este es su blog.

Dejo algo de Leftover Cuties para el final, no tienen nada que ver, pero son geniales.