Not a Houseplant

Grow de Jennifer Hom

Tengo muy latente el recuerdo de una escena de la primera película de Sex & The City en la que Carrie Bradshaw se mete en la cama con Big con el libro «Love Letters From Great Men, Vol. I». Carrie le cuenta a Big que está investigando para escribir su nuevo libro, porque antes escribía acerca de la búsqueda del amor y ahora quería escribir acerca de qué pasa cuando finalmente el amor llega. La escena es ridícula, como toda la franquicia, sobre todo la parte en la que aparentemente esta señora duerme con un collar de perlas y se casa con un perverso narcisista como Big. Sin embargo esa distinción en el enfoque acerca del amor siempre me hizo eco, al igual que el hecho de que Carrie está convencida de haber encontrado «el amor» con el ególatra manipulador con el que está obsesionada.

Este blog también nació en plena búsqueda del amor, y creo que en menor o mayor medida, contribuyó bastante a que me lo chocara de frente. Es extraño volver sobre mis ideas del amor de hace casi 12 años, expresadas en excrutiating detail en este mismo espacio y descubrir que esas ideas o conceptos cambiaron bastante. Alguna vez dije, o me olvidé de decir, que era de las que creían fervientemente que a las relaciones había que «regarlas» todos días como una plantita, para que sobrevivan y crezcan. Para sorpresa de nadie, los conocimientos de jardinería resultaron ser insuficientes a la hora de aplicarlos para sostener una relación adulta y saludable. En primer lugar, porque el objetivo de una relación no puede ser básicamente no morirse, y sobre todo porque valoro mucho más la calidad que la cantidad, en casi todos los aspectos en los que esa frase es válida. Supongo que por eso nunca festejé los aniversarios hasta ahora que estoy casada, porque la cantidad de meses o años juntos no reflejan necesariamente el éxito de una relación, y por otro lado, pasar mucho tiempo junto a la misma persona no es mérito si esa relación está basada en la dependencia y si no la disfrutan ambas partes.

Esta reflexión me hizo pensar acerca de porqué las personas forman relaciones románticas, y sobre las expectativas que aprendemos desde chiquitos que entorpecen mucho esta búsqueda, muy desde el comienzo, con ideas de almas gemelas, de otros que nos completen, de mantener estructuras sociales vigentes (casarse, tener hijos, una mesa de domingo al mediodía llena de nietos), de no estar solos y hasta de encontrar «la felicidad». Hoy ninguna de esas razones me parece lo suficientemente sensata para comenzar, sostener o estirar una relación con nadie, porque pone el 100 % de nuestro bienestar y satisfacción en otra persona, con sus propios deseos e ideas.

Estos modelos de relaciones dan lugar a la dependencia donde necesitamos de la otra persona para estar bien y sentirnos bien con nosotros mismos y la dependencia no es amor. Poner todas nuestras necesidades o felicidad como responsabilidad de otro es una de las cosas más insensatas e irresponsables que podemos hacer, porque tenemos absolutamente cero control sobre los demás. No quiero decir que uno tiene que ser egoísta y mandarse a mudar cuando la persona con la que estamos no se acerca a nuestra idea de pareja feliz, porque en muchas ocasiones esas falencias tienen todo que ver con nuestras expectativas y la forma en la que expresamos esas expectativas o deseos. Lo que creo que estoy tratando de decir es que si para tener una relación feliz necesitamos tener el control sobre otros, cualquier intento para ejercer ese control contamina la relación: sean celos, manipulación, dependencia, soportar o imponer situaciones enfermizas, y hasta acumular rencor.

Ahora, ¿de grande?, me sorprende mucho la falta de educación emocional con la que transitamos en el mundo, y de cómo muchas de las cosas que aprendemos a desear e idealizar tienen poco que ver con entablar y sostener relaciones saludables con otros. Creo que esto no es únicamente válido para las relaciones románticas, también sucede en otros ámbitos afectivos. Creamos una expectativa que el otro debe cumplir para «darle» nuestro amor (o amistad) y nuestro tiempo, cuando en realidad no es trabajo ni obligación de nadie hacernos felices.

Es muy difícil cambiar el paradigma , o cambiar la forma en la que vemos y nos percibimos en una relación. Porque del mismo modo, tampoco está bien contorsionarnos y permanecer en una situación que nos hace infeliz para no decepcionar a otro, y ni hablar si eso pone en riesgo nuestra integridad física y nuestra salud mental.

No tengo una receta o instrucciones sobre cómo funcionan las relaciones sanas, hay otra gente mucho más idónea y definitivamente más capacitada que yo para dar ese tipo de consejos. Puedo distinguir bien de qué situaciones hay que huir despavoridos y sé lo que funciona para mí y para #capitánconsiderado, habiendo recorrido cierto camino para llegar a esta relación que esperamos poder disfrutar durante mucho tiempo. Así que no sé si lo mismo que hasta ahora funciona entre nosotros, funcionaría para otros, o si esto mismo que hacemos, funcionaría si estuviésemos con otras personas. Las relaciones sanas no suceden solas, no se trata de estar con la persona correcta y nada más, se trata bastante más de trabajar de a dos para sumar a la vida del otro.

Que no sea trabajo nuestro o trabajo de otro hacernos feliz, no significa que sumar a la felicidad de la persona a la que amamos no sea fundamental para disfrutar de una relación. El amor es tanto intención como acción, y la complicidad y la confianza son la base de cualquier relación gratificante, pero también es esencial que esa felicidad sume a una felicidad producto del amor propio de cada uno, y no que llene el vacío de algo que falta.

Ni ahora, ni nunca

wtnv

Este blog no se olvidó de mí, y yo no me olvidé de él. Así que acá estamos, como si no hubiesen pasado tantos días en el medio. No creo que siga siendo la misma muchachita que empezó a escribirlo hace algunos años, así que este espejo seguramente refleje otras cosas.

Con frecuencia me sorprendo midiendo con una regla muy cortita la distancia entre el pasado y el lugar donde estoy hoy, que es impensado. Si llegara a tener la oportunidad de viajar hacia atrás en el tiempo y me contara a mi misma cómo terminaron (o continuaron) algunas historias me costaría bastante trabajo creerme. Pero mi regla es muy cortita y casi nunca me alcanza para entender cómo llegamos hasta acá. A veces la sensación del paso del tiempo se hace tan vertiginosa que siento que más que en el futuro, estoy en un universo paralelo, o perpendicular.

Esta experiencia comprueba el hecho de que no puedo estar segura de nada y que me voy a decir y desdecir, acertar y equivocarme varias veces sobre las mismas cosas. Es divertido, pero un poco desesperante también.

Así conocí al chico del que me enamoré, diciendo y desdiciéndome. A decir verdad, así conocí a todas las personas de las que me hubiese enamorado. Con lo cual, no estaba esperando que esta vez las cosas llegaran hasta acá. Irónicamente, a diferencia de las demás veces, en lugar de querer aferrarme, salí corriendo en la dirección contraria, como hubiese sido aconsejable en los casos anteriores, al grito de » ni ahora, ni nunca». Y no sé que tan convincente habrá salido mi legenderia huída porque él siguió viajando esos 600 kms para verme solo a mí, dejándome muy en claro que la distancia  y mis reservas, no eran un obstáculo si queríamos tomar un helado, pasear por el Jardín Japonés, o pasar todo el tiempo que nos toque juntos. En retrospectiva, resulté ser una jodida. Y como en el guión de una película predecible, o una canción de los Rolling Stones, dejando ir lo que no quiso ser, estoy con quien siempre quise estar: con ese joven Paul Newman que hace que me duela la panza de risa, todo el cuerpo del sexo increíble y el corazón, cuando está lejos.

En algún punto cruzamos un umbral, y nos hallamos del otro lado, casi en otra dimensión, donde actuamos muy distinto de nuestras intenciones o dichos y no nos damos bien cuenta cómo. Pero creo que así es enamorarse. No por eso me arrepentiría de las demás historias que me tocaron y de las otras personas que quise muchísimo. Me van a acompañar siempre.

Todo eso fue entretenido y desesperante, porque si de verdad pudiese hablarle a esa Girl de antes le diría que se deje llevar y que no se preocupe tanto por aferrarse a los brazos que terminan lastimándola. Curiosamente, como por una intersección inevitable y caótica de la casualidad y las leyes de la física, aparecí en los brazos correctos, ideales.

 

Some other stuff I meant to say:

I didn’t die, I just took a little break. And now I’m back.

Perdonen el nivel de serotonina y dopamina de este post, estoy contaminada y salpico para todas partes.

 

 

 

Superhéroe

The Doctor <3
Escribiría este post acerca de hombres reales y dejaría de andar con eufemismos ridículos like I’m 8, pero 1.) superheroes are cool 2.) quiero hablar del mío 3.) es mi blog y listo.

No entiendo como es que Disney no ha explotado esto de los superhéroes. Siempre nos ponían a los príncipes como el guapo del barrio del que había que enamorarse… pero los príncipes solo son príncipes porque sus papás son reyes, no porque sean principezcos y gallardos o valientes. No, los superhéroes son mejores. Además, nunca sabemos cómo les terminó yendo a esas pobres chicas después de que se casaron.

Estaba convencida de que no iba a salir nunca de mi escepticismo, que de verdad iba a costarme muchísimo enamorarme de nuevo, y que a esta altura, construir una relación romántica no era lo mío. Pero conocí (mejor) a Capitán Considerado y me tuve que guardar todas esas excusas de las que me vengo quejando básicamente desde que empecé a escribir este blog.

Capitán Considerado la remó en cemento, yo estaba muy distraída luchando con otros personajes, más parecidos a villanos que a héroes o príncipes. Pero él usó sus superpoderes conmigo muy sutilmente, porque de verdad no me di cuenta cómo o cuando pasó de ser «el muchacho que es mi amigo» al «muchacho que es mi novio».

Logró cosas que solo alguien con poderes sobrenaturales podría haber logrado: me amigó con mis piernas (hoy fui a clases de vestidito). Además puede materializar helado o chocolate a cualquier hora, me hace reir aunque esté muy enojada, construye fuertes de almohadas, y hace cientos de kilómetros por semana para venir a visitarme. ¡Ah! y me ayudó a superar el miedo a las películas con zombis, o a los zombis en general, for that matter.

Aunque al principio cada vez que él intentaba rescatarme yo salía corriendo, encontró la manera de hacerme saber que aunque no necesite que me salve, él me puede salvar igual. Que aunque pueda sola él igual quiere ayudarme.

No descubrí al hombre perfecto, porque detrás de la capa y el encanto, hay un muchacho que insiste en tender la cama con las sábanas al revés, que no me deja respetar ni una de las dietas que intento arrancar todos los lunes, que piensa que es legal andar despeinado en la vía pública y que cree la ropa se placha sola cuando te la ponés. Ni hablar de cómo me hace doler la panza cuando pronuncia cosas mal en inglés, deliberadamente, para ver cómo me enojo. ¬¬

Una amiga muy querida de este blog, allá cuando yo todavía le escapaba un poquito a los brazos del Capitán, me dijo: «en un tiempo, cuando te des cuenta lo genial que te sentís, y lo bien que estás, te vas a preguntar cómo fue que no empezaste a salir con este chico mucho antes».  Si bien PandOrita tiene la posta siempre, creo que para poder disfrutar de la relación con mi superhéroe tenían que terminar de pasar otras cosas. Heróicamente (y por suerte) él me tuvo una paciencia sobrehumana, y acá estamos.

Puede que esto que les cuento, esté salpicado de toda la serotonina y dopamina que me invade, pero bajo la luz más racional, el capitán y yo nos tomamos las cosas despacito, disfrutando del paseo por el tiempo que nos toque estar juntos.

More superhero facts.

Capitán Considerado, es el seudónimo que uso para proteger la identidad de mi superhéroe…y aunque su origen tiene una explicación muy larga y rebuscada que no vale la pena traer a colación, es el seudónimo más apropiado.

No le teme a nada, ni a mi costado más minita… ese que tararea canciones de los Backstreet Boys en la ducha o el que revive capítulos de Sex & The City en DVD cuando se cortan el cable e internet. Ni siquiera le teme a la pila voluminosa de viejas revistas Cosmopolitan que tengo debajo de la mesita de luz.

(Su kriptonita son las aceitunas y el color amarillo)

Puede llevar adelante conversaciones enteras con frases de Los Simpsons, o películas, o series… Not everyone can pull that off.

Tiene superpoderes IT. Son una clase especial de superpoderes ñoños que sencillamente me pueden. Consiste en saber apretar botones… o mejor dicho, en saber bien qué botones apretar.

Arregla cosas que yo ya daba por irreparables… y no lo digo en sentido metafórico, no tiene un destornillador sónico, pero casi.

Pero dos que se quieren se dicen cualquier cosa.

the kiss
«The Kiss», 1897. Edvard Munch

Una a veces tiende a identificarse con la protagonista de la historia…Con la víctima/heroína que cree que merece que el hombre que ama le de bola y la quiera para siempre, porque ¿cómo puede ser tan ciego y no darse cuenta de lo felices que van a ser juntos? Pero no…a veces las ciegas somos nosotras, que pensamos que ser una ilusa y que esperar a que el tipo del que nos habíamos enamorado cambie sus preferencias, es algo que vaya a rendir frutos de este lado de una pantalla de cine. A veces, «el necio que no ve a la persona que tiene en frente», resulta ser una misma

Ya dije que todavía no entiendo cómo funcionan el amor, ni las relaciones, ni las dietas, pero tengo algunas ideas. Distingo bastante bien ese enamoramiento, que se termina con el final de las canciones afectadas de Maná y de Cristian Castro, de ese otro cuya onda expansiva todavía nos sacude muchos (muchos) años después. Podría pensarse que es fácil hacer esta distinción, pero no. Cuando tenemos el cerebro inundado de serotonina y dopamina, el discernimiento es lo primero que se pierde, aunque supongo que al discernimiento de todos modos hay que perderlo un poquito para enamorarse.

Las relaciones son la categoría fundamental en la vida de una persona. Y la cultura dominante, sobre todo en las relaciones románticas, se aferra a ese precepto que dice que de dos hay que hacer uno solo, y a ese deseo de perderse en el otro, de convertirse en otro. Por ejemplo, es muy común, sobre todo al principio de una relación, mostrar interés en cosas que por sí solas no nos interesarían, con el único fin de acercarnos a esa otra persona…( ¿o por qué otra razón creen que iría a ver una película de robots gigantes que pelean contra pseudo Godzillas alienígenas que invaden la tierra desde otra dimensión, entrando por una fisura en el océano Pacífico?)  

Pero siempre somos dos, y esa es la razón por la cual cuesta tanto que funcione bien para siempre. Esencialmente, cuando se trata de construir una relación, el desafío no tiene que ver con dejar que otra persona entre, sino con que, de alguna forma u otra, nadie posee la libertad para salir de su propia cabeza, de su conciencia o de su deseo, y entrar en otro. Las relaciones son solamente intercambios frágiles, como el lenguaje, cada uno desde su lugar, desde sus posibilidades y desde sus miedos y expectativas.

Siempre me pareció que quienes creen amarse desde el primer día con la convicción de que ese sentimiento les va a durar para siempre, se están engañando, quizá porque yo me enamoro despacito y no lo entiendo, pero sobre todo porque tengo la sensación de que esas promesas y esa obsesión con el otro son como un puente ficticio de papel que se va armando para encontrarse a mitad de camino, pero que se deshace cuando se salpica con quienes somos en realidad, a medida que van desapareciendo esas cosas con las que nos adornamos desde el primer beso, pero que realmente no existen.

Yo construí más de un puente de esos, a veces lo construí sola, mientras del otro lado me miraban con cara de «yo estoy muy cómodo acá, vos fijate». Me costó mucho tiempo deshacerlos, porque resulta que tengo una imaginación muy obstinada (me he ilusionado con cada cosa). Ahora estoy tratando de ver otras posibilidades de intercambios, quizá un poco menos ficticios, sabiendo (o creyendo saber) que del otro lado, tienen las mismas ganas que yo de entusiasmarse, y toda la paciencia para enamorarme despacito, como suele ser conveniente, sin salir a decirme cualquier cosa, y sin creer del todo cualquier cosa que yo diga.

Soy como los Chalchaleros pero sin la despedida…

Parece que me fui sin decir nada pero siempre vuelvo. Podría mentirles y decir que estuve ocupadísima descansando en la Polinesia Francesa, total en este post puedo decir lo que quiera.

De dietas no entiendo nada, no entiendo la ciencia de cómo las cosas ricas son justamente las perjudiciales. El dulce de leche light es un oxímoron.

Yo no me opongo a ver películas,  sobre todo cuando son en el cine y en buena compañía. Si me quieren invitar a ver una peli, no me voy a rehusar. Y así como yo me río 2 horas 10′ de los robots y los bichos,se han bancado a Doctor Who durante 7 temporadas.

404 Not Found

...I get that a lot.
404 Error
We’re sorry but the man you were trying to search:
1. Does not exist
2. It’s a myth
3. Transcends all human understanding
4. Exists, but in a different universe
5. Died 3 years ago
6. Married Angelina Jolie
7. Has evolved to a higher plane of existence.

Ya me quedó clarísimo que me va a costar mucho enamorarme…o ¿volver a enamorarme? No puedo andar jactándome de tener expectativas altísimas, ni de buscarle el pelo al huevo (perdón por la metáfora); porque podría relatarles una listita de especímenes muy peculiares que vendría a refutar esa teoría. Ojo, en su momento, los quise mucho a todos, pero en retrospectiva bajo ningún punto de vista eran el hombre de mi vida.  No es que yo sea un super premio como mujer, disto muchísimo de serlo. Cierta vez, un ex o un amigo, o ambos, me dijo: «sos como esos perros chiquititos insoportables, que ladran ladran ladran, pero son re tiernos, y más cuando están enojados». Así que evidentemente, vengo a ser algo así como una mascota simpática, más que una buena pareja.

Igual temo que este desinterés sea una medida de self-preservation más que una verdadera falta de entusiasmo. Los hombres de los que probablemente me enamoraría, en general no se enamoran de mí, y si lo hacen, yo no me entero –  que es casi lo mismo. Así que para ahorrarme el sufrimiento que le sigue y el trámite de tener que desilusionarme después, procuro no meterme en esas. Voy aprendiendo, ¿vieron?

Una de las conclusiones a las que llegué en este autoanálisis, es que no me estoy enamorando, porque no sé qué estoy esperando encontrar; o dicho en criollo: no sé lo que quiero. Creo que no tengo un checklist de virtudes y atributos que debería tener mi pareja ideal. Así, dificilmente me de cuenta cuando alguien quiera deslumbrarme, e igual quiero que me deslumbren. ¿Esto es ser jodida?

Pero el amor y todo lo que lo adorna siguen siendo tema recurrente en el monólogo y el desorden de mi sinapsis. Yo espero que de alguna manera, estos 27 años que llevo meta vivir, sean la precuela de una buena historia con algún joven Paul Newman que haga que me duela la panza de risa, todo el cuerpo del sexo increíble que vamos a tener y el corazón, cuando después de muuuuucho tiempo juntos, él ya no esté.

Tengo muy a flor de piel, la sensación de que así como no existe alguien que nos complete, uno tampoco va a serlo todo para nadie. Pero por ahora no estoy encontrando quien me complete ni en un 30%….eso que soy mini y no hay mucho para completar.

Gabriela Acher dijo en uno de sus libros que, las mujeres, cuando no estamos enamoradas, nos aburrimos. Creo que tiene razón, y el aburrimiento es peligroso. He hecho un tremendo esfuerzo por no caer en los típicos errores hijos del aburrimiento; así que ya no tengo tarjetas de crédito, trato de no tener chocolates en casa,  y le di la patria potestad de mi pelo largo a mi peluquero amigo para que no me deje ni cortármelo ni teñírmelo. Lamentablemente sí caí en errores atípicos, pero al menos son novedad. Lo bueno de todo esto es que tengo un montón de tiempo libre, como por ejemplo, para escribir este post.

Cosas que pensé, pero no dije:

¿Paul Newman? ¡Ja! ¿No había dicho que mis expectativas no eran tan altas?

No enamorarme como una idiota de uno que me gusta un poquito, no es una mala noticia.

Y sí, por más que mi vida no esté atestada de Paul Newmans en este momento, no quiere decir que no haya gente que me guste, mucho.

No me quiero cortar el pelo, y jamás me haría un tatuaje…así que curo algo del aburrimiento cambiándole el look al blog. Ese es mi violín y mi vaquita de San Antonio.

¿Ya se dieron cuenta de que me gusta Fiona Apple?

No era un pájaro, no era un avión…Tampoco era Superman.

«So you’re six years old, you’re reading ‘Snow White and the Seven Dwarves,’ and it becomes rapidly obvious that there are only two kinds of men in the world: dwarves and Prince Charmings. And the odds are seven to one against your finding the prince.” (Emily Levine)

Hace no mucho dije que estaba difícil enamorarse hoy.  No estaba tan errada y eso que le puse onda y todo…Y temo no tener un chivo expiatorio creíble como haberme dejado engañar por Disney, mi autoestima o mi educación romántica.

Creo que las desilusiones nunca nos toman por sorpresa, al menos no del todo. En el fondo siempre supimos que Papá Noel no existía, que las cifras del INDEC son imprecisas y que tarde o temprano nos iban a terminar rompiendo el corazón.

Curiosamente venimos programados de fábrica para dejarnos mentir un poquito, y es algo que hacemos a voluntad, porque a quien no le gustan la magia y las ilusiones. Dudo muchísimo que las personas prefieran tener razón a ser felices – y se los digo yo que soy una neurótica de la última palabra. No estoy diciendo que prefiero que me oculten la verdad con tal de tenerme contenta (porque ocultar la verdad, es también una forma de traición) pero si me van a mentir, al menos háganlo bien.

Desde mi primer desencuentro amoroso soy muy consciente de la existencia de lo que una vez llamé hombres reales;  quienes ni tomando mucha sopa le llegan a la sombra de los Humphrey Bogarts o Ivanes de Pineda que una pensaba que algún día iban a aparecer. No es que una sea una princesita inmaculada, ni la más bella del reino, o Ingrid Bergman, pero la verdad es que una no espera que llegue un buen hombre que nos haga salivar más que el perro de Pavlov, para cumplir con un silogismo estético.

Mi consigna es darles la oportunidad a los hombres reales porque son los únicos que hay, y lo digo con ganas de iluminarnos, no con resignación. Los ideales entorpecen lo posible, pero es muy difícil enamorarse exclusivamente de lo real – así que nos mentimos un poquito – y eso no está tan mal.

Lo único malo de los hombres reales es que se ofenden cuando una trata de tenerles paciencia y no los pone inmediatamente en un pedestal para adorarlos – entonces aprovechan para subirse al poni de la histeria que yo dejé de lado. Esto quizá se debe a que yo todavía no entendí que los hombres (al menos con los que me cruzo yo) necesitan de su autoestima bien inflada, para casi todo.

La mala noticia de todo esto es que últimamente empiezo mis relaciones de atrás para adelante, sabiendo que esa persona que me gusta tanto en realidad, va a tener muchas cosas que tanto no van a gustarme. Entonces comienzo vislumbrando al pájaro o al avión primero y viendo si al final me sorprende un Superman, o al menos un Clark Kent. Pero no…hay muchos barriletes, eso sí.

Ojo, no es mi intención echar culpas por mi  creciente falta de entusiasmo, pero cuando termino teniendo razón; cuando de un día para el otro empiezan a perder validez las frases del estilo «sos la J que más me feliz me hace» , «antes de conocerte pensé que X pero ahora Z» y «Quiero recorrer todo tu L con mi Y», me cuesta volver a tomarlas en serio cuando viene otro atrás a repetirlas.

Hacía mucho que no posteaba, así que bánquense estas últimas oraciones:

Tuve un mes de writers block y no pude producir una sola frase sensata…una insensata tampoco. Pero volví che, siempre vuelvo.

Iván de Pineda en serio me enamoró…creí haberme enamorado el año pasado y cuando nos vimos de nuevo este año, comprobé que sí. era en serio. Escúchenlo hablar con mucho atino de educación, mientras te mira desde su metro noventa con ternura y después cuéntenme qué tan loca estoy.

Sí, ocultar la verdad es una forma de traición, y ocultar u omitir la verdad apropósito es mentir también. No me vengan con tecnicismos a contradecirme.

Fiona Apple  debería entrarle más al asado y ese vestido no la beneficia….pero cómo me gusta la letra de esta canción.

Not about love

Prueba de que estaba estudiando. Les juro que ese es el glosario de Conferencias. (AKA: Encuentre la forma más complicada e ineficiente de estudiar y coronarse como "The Queen of Procrastination")

Si me preguntaran como viene el estudio, les contestaría que la dilación al menos viene de diez; pronto va a mutar en un profundo auto-desprecio y después de eso me voy a convertir en una máquina del estudio (la noche antes del examen) para después ir y sacarme más de 8…porque soy así de despreciable.  Es un proceso delicado estudiar, no hay que andar apurándolo. Así que decidí seguir mis instintos y aparecer por acá.

Hace muchísimos posts escribí acerca de mi incurabilidad (¡Hola RAE!) para dejar de lado la idea de que el amor es la experiencia existencial más gratificante. Tengo que decirles que hoy, no necesariamente me convence este concepto. Es como cuando se te pasa el efecto de un analgésico -de esos que tomo yo; el mundo en realidad no era tan maravilloso, y no me estaba divirtiendo tanto como creía. Cuando la perspectiva se abre paso entre las nubes rosas (o grises) la magia del amor, se ve como un truco fácilmente reproducible y al alcance de cualquiera.

Para alegría de mis amistades, quienes festejan que haya podido empezar a probar otros chocolates disponibles en el mercado, hace rato que no pienso en ese cuadradito perfecto de chocolate con menta que me comería a toda hora, no sólo después de la 20hs.  Pero tengo que decirles que este tipo de desencanto llega sin penas ni gloria. Es parecido a descubrir que tu canción de amor favorita en realidad habla de un sánguche de mortadela. Todo lo que dijiste, sentiste, hiciste, deshiciste, pensaste, deseaste, veneraste, exigiste y pataleaste se ve absurdo desde esta perspectiva.

Lo que más me confunde de este lado del desencanto, es sentir que corro el ¿peligro? de que finalmente no exista un pedacito de chocolate irreemplazable que me saque de este cinismo. Sin embargo, al mismo tiempo, siento cierto alivio al saber que no va a venir ninguno a seducirme con su endorfina azucarada y convencerme de cosas que no son para que yo haga estupideces de las que después (seguramente) me voy a arrepentir.

Todo esto me deja con la idea de que en realidad la consigna siempre es no enamorarse. porque después hay que tomarse el trabajo de dejar las cosas atrás. Es un proceso curioso: Podemos tratar de convencernos con hechos irrefutables y verdades empíricamente comprobables. Podemos dejar que pase mucha agua abajo del puente, enchastrarnos probando otros chocolates y emborracharnos con cuanto malbec nos pongan adelante – pero no se nos pasa hasta que se nos pasa solo, y sin importar cuánto creemos que sufrimos en el medio, llegar a este lado del túnel es un proceso que, como el estudio, tampoco se puede acelerar.

Aunque, ¿les digo la verdad?, finalmente,  la indiferencia involuntaria no tenía nada de dulce y nada de encantadora. Fue como despertarse de un sueño loco y darse cuenta de que I was just being silly.

No tengo nada más para decir (excepto):

El nombre de este post debería haber sido PROCRASTINATION con luces de neón y todo, porque en serio, si estoy despierta a esta hora, debería estar estudiando…instead, me acordé que existía esto: http://vimeo.com/9553205 y ya lo ví 3 veces.

Y también, nada dice Not About Love como la panza de Zach Galifianakis en este vídeo:

Anti-Anti

Es lindo que haya un día en el que parece apropiado regalarme chocolate...Estos por ejemplo.

Hice una breve, brevísima pausa, en esto de tener que decirle a la gente que tengo que estudiar (porque paso más tiempo anoticiando al mundo que tengo que estudiar que de hecho estudiando) y escribí es ¿postcito? para cortar con la frustración de ver como se pasan los días sin que yo logre prepararme para el examen que tengo en una semana.

Entre las muchas cosas que me causan gracia, una de ellas suele ser, el rechazo de la gente cool, de los superados y de los intelectualoides a las fechas como el día de San Valentín o el Día del Ferretero. Ayer, donde quiera que fui…no vi a nadie festejando nada, pero sí me agoté de gente repudiando el 14 de febrero.  Curiosamente me hizo pensar que jactarnos de nuestra opinión en relación a una supuesta estupidez de otro, es la manera que tenemos de reaccionar ante pavadas irrelevantes que no tienen la menor consecuencia;  y es la forma que encontramos de validar nuestra cosmovisión como la verdad absoluta. Poner en ridículo lo que para otros es importante o valioso no nos hace mejores personas, ni más inteligentes…quizá sí nos hace un poquito más miserables. Pero no suma.

Soy de las primeras en las filas anti-romance-fácil-lugar-común, pero no eso no significa que la gente que disfruta del Arjonio en su vida sea estúpida o ridícula. Y realmente no creo que este rechazo popularizado y exacerbado a través de Internet pase por, como decían mis tías, «no tener quién te festeje». Es pura y exclusiva intolerancia…malgastada. Porque vociferamos lo ridículo, berreta e hipócrita que es celebrar una fiesta pagana, pero toleramos cómodamente hipocresías peores y ridiculeces que rayan en el atropello – todos los días.

Finalmente me hace pensar que no hay nada que nos venga bien, ni siquiera cuando no se trata de nosotros. Es como la gente que asevera no mirar determinados programas de televisión, pero se quejan de ellos todo el tiempo. We’ll never learn lo live and let live.

Este fue un post cortito…así que:

Menos mal.

El Día del ferretero existe, es el 3 de septiembre…entre el Día de la Tía y el Día de la secretaria. Anoten. Igual, el día que más estoy esperando es el Día de la bandera…por los regalos, claro.

Había millones de canciones para ilustrar este post, pero no me pude decidir. Así que les dejo otra cosa que no tiene nada que ver, pero que me gusta mucho.

Love…And Other Impossible Pursuits

They could be anyone…or could they?

Escuché muchas veces al amor explicado como una reacción química. Estas explicaciones, cargadas siempre de cierto cinismo, tratan de abrirnos los ojos a que todo eso que experimentamos cuando estamos enamorados aparentemente no es más que bioquímica aplicada. But, guess what…Nuestra propia existencia es también bioquímica aplicada, así que me cuesta trabajo entender por qué se supone que esto es una mala noticia.

No sé de qué otras formas puede explicarse el amor. No me gustan esos aforismos que dicen que al amor no hay que buscarle explicación. Por lo menos a mí me parece importante y necesario poder entender de qué están hechas las cosas y como funcionan. No porque sea necesario entender algo para disfrutarlo; pero porque indefectiblemente siempre hace falta entender como algo funciona para disfrutarlo más.

Estuve leyendo bastante acerca de esto. La antropóloga estadounidense, Helen Fisher,  investigó mucho acerca del tema y encontró cosas muy interesantes. Para empezar, todas las civilizaciones hablan del amor de alguna forma u otra: Poemas, leyendas, canciones, historias. La humanidad conoce el amor desde hace millones de años – y aún hoy nos parece mágico. En todas partes del mundo alguien ama y es amado (no siempre de manera recíproca). Es raro que algo tan común y corriente sea la emoción más preciada que tenemos, sobre todo porque el amor no siempre es una experiencia feliz. Fisher describe al amor romántico como una obsesión. Es como si alguien estuviese viviendo en tu cabeza, todo el tiempo (and I do mean all the time).

Lo que me resulta inexplicable, y para lo cual las resonancias magnéticas no tienen una respuesta, es por qué nos enamoramos de una persona y no de otra. Si se supone que nos enamoramos de alguien que tiene un trasfondo social, económico, biológico e intelectual parecido al nuestro: ¿Cómo es que no andamos enamorados de al menos una decena de personas al mismo tiempo? A todo esto hay que sumarle que somos capaces de pintar en el otro cualidades que no existen y dejar de lado las cosas del objeto de nuestro afecto que sabemos que no nos gustan (el cigarrillo, la ideología política opuesta, su desdén por Borges y los mini post-it de colores, etc.). Esta obsesión hace que las cosas más estúpidas nos parezcan únicas: su edificio es distinto a todos los otros edificios de la ciudad, su auto, es distinto a todos los autos, su música es preferible a cualquier otra música.  ¿Por qué no podemos atribuirle estas cualidades casi ficticias a otro, con otro nombre? Si es pura química, ¿porqué es esa persona la que desencadena el rush de dopamina y no otra?

Soy consciente de mi leve insistencia con el amor y las relaciones. I’ve found almost everything written about love to be true (and I do mean almost: hay algunas cosas lamentables como las pavadas que se escriben en los pasacalles o las letras de las canciones de Axel que dejan a cualquiera en un coma diabético y de mal gusto).  Me despierta mucha curiosidad esa elección que hacemos de sobrestimar una persona por encima de otra; cómo lo que sentimos nos condiciona y nos transforma, haciendo que la propia satisfacción, la propia felicidad sea la felicidad y satisfacción de ese otro.

Helen Fisher en uno de sus textos explica que los sistemas que se activan en el cerebro cuando estamos enamorados, son los mismos que se activan cuando consumimos cocaína, y que se activan con la misma intensidad. La diferencia entre el amor y el rush de esta droga es que el efecto del amor dura más y no necesitamos ingerirlo, tocarlo o verlo para que nos afecte: basta con imaginar ese nombre, escuchar una canción o recordar un momento. ¿No es genial la bioquímica?