Ni ahora, ni nunca

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Este blog no se olvidó de mí, y yo no me olvidé de él. Así que acá estamos, como si no hubiesen pasado tantos días en el medio. No creo que siga siendo la misma muchachita que empezó a escribirlo hace algunos años, así que este espejo seguramente refleje otras cosas.

Con frecuencia me sorprendo midiendo con una regla muy cortita la distancia entre el pasado y el lugar donde estoy hoy, que es impensado. Si llegara a tener la oportunidad de viajar hacia atrás en el tiempo y me contara a mi misma cómo terminaron (o continuaron) algunas historias me costaría bastante trabajo creerme. Pero mi regla es muy cortita y casi nunca me alcanza para entender cómo llegamos hasta acá. A veces la sensación del paso del tiempo se hace tan vertiginosa que siento que más que en el futuro, estoy en un universo paralelo, o perpendicular.

Esta experiencia comprueba el hecho de que no puedo estar segura de nada y que me voy a decir y desdecir, acertar y equivocarme varias veces sobre las mismas cosas. Es divertido, pero un poco desesperante también.

Así conocí al chico del que me enamoré, diciendo y desdiciéndome. A decir verdad, así conocí a todas las personas de las que me hubiese enamorado. Con lo cual, no estaba esperando que esta vez las cosas llegaran hasta acá. Irónicamente, a diferencia de las demás veces, en lugar de querer aferrarme, salí corriendo en la dirección contraria, como hubiese sido aconsejable en los casos anteriores, al grito de » ni ahora, ni nunca». Y no sé que tan convincente habrá salido mi legenderia huída porque él siguió viajando esos 600 kms para verme solo a mí, dejándome muy en claro que la distancia  y mis reservas, no eran un obstáculo si queríamos tomar un helado, pasear por el Jardín Japonés, o pasar todo el tiempo que nos toque juntos. En retrospectiva, resulté ser una jodida. Y como en el guión de una película predecible, o una canción de los Rolling Stones, dejando ir lo que no quiso ser, estoy con quien siempre quise estar: con ese joven Paul Newman que hace que me duela la panza de risa, todo el cuerpo del sexo increíble y el corazón, cuando está lejos.

En algún punto cruzamos un umbral, y nos hallamos del otro lado, casi en otra dimensión, donde actuamos muy distinto de nuestras intenciones o dichos y no nos damos bien cuenta cómo. Pero creo que así es enamorarse. No por eso me arrepentiría de las demás historias que me tocaron y de las otras personas que quise muchísimo. Me van a acompañar siempre.

Todo eso fue entretenido y desesperante, porque si de verdad pudiese hablarle a esa Girl de antes le diría que se deje llevar y que no se preocupe tanto por aferrarse a los brazos que terminan lastimándola. Curiosamente, como por una intersección inevitable y caótica de la casualidad y las leyes de la física, aparecí en los brazos correctos, ideales.

 

Some other stuff I meant to say:

I didn’t die, I just took a little break. And now I’m back.

Perdonen el nivel de serotonina y dopamina de este post, estoy contaminada y salpico para todas partes.

 

 

 

¿Y vos, nena, para cuándo?

Don't you just hate that?
Don’t you just hate that?

Cuando se tienen 27 años, se es la única mujer soltera en kilómetros a la redonda, y no hay nada mejor que hacer, parece que es menester que te pregunten, para cuándo un novio. En serio, la pregunta parece tener gravedad propia, y simplemente se desploma de la boca de tías y primas lejanas en una cena familiar, o de tu jefe en un almuerzo, o de alguna de esas ex compañeras del colegio que un día te agregaron a Facebook.

Tiene muchas otras versiones, «¿vos no tenés novio todavía? ¿pero no te gustaría casarte? ¿no estás saliendo con nadie? ¿seguís soltera?» , etc y nunca falta quien te dice a modo de cumplido «cómo puede ser que una chica como vos esté sola.»

Creería que después de muchos años de toparme con esta escena, tendría una buena respuesta para esa pregunta; porque ridículamente, siento que debo dejar satisfecha a la otra persona cuando me cuestiona por qué estoy sola. Como si tuviese que justificarme, aún cuando la desición es mía y quien me lo pregunta no me importa. Como si fuese asunto de toda esa gente que mi ex novio haya dejado de quererme, o que el hombre del que me enamoré, no se haya enamorado de mí. Es una pregunta de mierda. Debería ser igual de maleducada o impertinente que preguntarle a alguien cúanto dinero gana, o por qué no tiene hijos.

Habiendo tantas otras cosas en el universo para alimentar nuestra curiosidad, las tías, las primas, los jefes y las ex compañeras, se interesan en la vida amorosa de una. Como si fuese una cuestión de equilibrio cósmico.

Aún así, todavía no encontré una respuesta que en lugar de ponerme incómoda a mí, que estaba feliz minding my own business, ponga incómoda y en falta a la otra persona, y la haga sentir mal, pero diplomáticamente, sin mandar a nadie a la mierda, (al menos no de manera explícita.)

Lo que más me molesta de toda esta cuestión, es que me moleste; que de hecho le esté dedicando un post en el blog, cuando en realidad, pensaba relatar mi experiencia de una noche as a wingwoman. Pero, supongo que a modo de expresión personal, quería dejar en claro que es una pregunta de mierda, no se la hagan a nadie, dejen a la gente en paz, porque no hay crítica o consejo, declaración o insight que puedan aportar, que vaya a cambiar la vida de nadie. Y para mis congéneres, les dejo esto: fijate que en general, quienes te hacen esta pregunta, son personas cuya opinión realmente, te importa un pito.

Hice una encuesta, y algunas buenas respuestas son:

  • ¿Un novio? Me arruga la ropa.
  • ¿Vos seguís casada?
  • Todavía no encuentro el que me pague el all inclusive a la Polinesia.
  • Es que desde la cirugía de cambio de sexo todavía me animé a salir con nadie.
  • Y…ahora que está la ley de matrimonio igualitario, en cualquier momento me caso.
  • Noooo, mi papá no me deja.
  • Es que soy comunista.
  • Me dejé al chico en la otra cartera.
  • Depende de quién pregunte.
  • Porque tengo un blog.

El Mito de la Falsa Chica Geek

Siendo que me encuentro en plena sequía de ideas publicables propias. Decidí hacer uso de mis habilidades de traducción y compartir esta, que me gustó mucho. Se trata de un artículo de io9, publicado por Jay Edidin, a quién le pedí autorización para traducir y difundir su artículo. Me gustó mucho, y si no conocen io9, creo que es momento de que lo hagan.

El artículo original está acá y se llama «The Myth of The Fake Geek Girl» – (PS: Thank you Jay!!!)

So here it goes.

He estado pensando acerca de las falsas chicas geek, y más aún, en la tenacidad con la que la comunidad geek se ha aferrado al desasosiego de la falsa chica geek. Aún, en una comunidad tan beligerante, la intensidad y el nivel de acidez dirigido hacia la falsa chica geek, son inauditos. Es sencillamente muy extraño.

Pero, ¿qué hace que la falsa chica geek sea una idea tan amenazante? ¿Qué es lo que amenaza, exactamente?

La palabra «Geek» es un sustantivo que ya tiene un género asociado. Existe una GeekGirlCon (o convención de chicas geek) pero no una GeekGuyCon (o convención de chicos geek), por la sencilla razón de que todas las Con, son convenciones de chicos geeks, a menos que se especifique lo contrario. Uno no dice «chicos geeks» del mismo modo que utiliza «chicas geeks»; una vez que se usó el «geek» la parte de «chico» ya se sobreentiende.

Cuando una etiqueta viene con género asociado, lleva consigo todo el bagaje relacionado. ¿Qué significa esto para los geeks? Bien, nosotros culturalmente, regulamos la masculinidad muy de cerca. Es valiosa en formas en que la femineidad no lo es, y eso también hace que sea más frágil. Las peores cosas que se le pueden decir a un hombre son las que cuestionen su masculinidad, o peor, las que los hagan femeninos. Hasta «nena» o «minita» se suelen usar mucho como insulto.

Tómense un minuto para reflexionar qué significa eso para las mujeres, pero también para los hombres; y particularmente para la forma en la que se les enseña a los hombres a ver a las mujeres. Las mujeres en un ámbito masculino se vuelven una amenaza. Tiñen lo que tocan por asociación. Es comprensible que a una mujer le gusten cosas de hombres, casi como una mejora; pero si a un hombre le gusten cosas de mujeres, se trata de un defecto.

Si empezamos por ahí, es fácil ver cómo nos hemos predispuesto a ver a las mujeres que se identifican con la cultura geek, con cierta sospecha. Son «el otro». No cuadran dentro de la narrativa. Necesitan otros adjetivos, no solo «geeks» sino «chicas geek», lo que ya las aleja del geek genuino.

Entonces, cuando digo que «geek» es un sustantivo con género asociado, y que por defecto es masculino, estoy diciendo algo acerca de como interactúa con una escala de valores culturales, y por añadidura, también estoy diciendo algo acerca del valor de la identidad masculina para la comunidad geek.

Al mismo tiempo, la cultura geek es una panacea para los muchachos que no quieren, o no pueden, caer en el lugar común de la parafernalia cultural y los valores tradicionales de la masculinidad. Al menos, en teoría, la cultura geek promueve un modelo de masculinidad más cerebral y menos violento, respaldado por una escala de valores alternativos. Sin embargo, el costo social de este modelo alternativo, ya sea elegido o impuesto, es muy alto, y con frecuencia se paga de forma violenta, física o socialmente. La marginalidad, es un lugar peligroso para vivir, que nos predispone a estar a la defensiva, ansiosos por crear nuestra propia aproximación de un centro. En lugar de rechazar la dualidad rígida de la cultura de la que nominalmente nos liberamos, la comunidad geek la intensifica, condensada por la amargura defensiva que acompaña a la marginalización. Entonces, la masculinidad se vigila con muchísima agresividad en las comunidades geek, tanto como en cualquier vestuario o cancha de fútbol.

Entonces, no es ninguna sorpresa que una mujer inmersa en la cultura geek, durante mucho tiempo fuese considerado poco común. «Chica» y «geek» eran una dicotomía de suma cero: para reclamar un título, había que renunciar al otro. Sin embargo, recientemente hubo cambio drástico, un repentino aumento no solo en la visibilidad de mujeres en la cultura geek, sino también en la popularidad de ciertas vías tradicionalmente femeninas, comprometidas con esa cultura; cosas como el cosplay o el crafting, ambas areas abrumadoramente femeninas. Al mismo tiempo, las mujeres están encontrando maneras de reconciliar lo geek con lo femenino, lo que significa que esa identidad geek ya no es irreprochablemente masculina. Por primera vez, existe una faceta de la cultura geek, que no solo es una mayoría de mujeres, sino que es descaradamente femenina, en una cultura donde la feminización está directamente atada al menosprecio.

Todo esto sucede en una comunidad preparada para responder de manera agresiva a los recién llegados, y particularmente a las mujeres recién llegadas. A veces, esta hostilidad decanta en agresión directa. A veces de manera sutil, en forma de desafío permanente o de desestimación de la identidad. De este modo, se da esta nueva diferenciación de los geeks «reales» vs. «falsos», en la cual lo «real» está convenientemente identificado bajo modalidades tradicionalmente dominadas por hombres.

Acotando esta definición y asegurándose de que desaliente a los novatos, también garantiza una dotación de acérrimas aliadas femeninas. Para quienes tuvimos que dejar en la puerta aspectos significativos de nuestra identidad, no es difícil ver a las nuevas generaciones de chicas geek como intrusas, alcanzando gratis  lugares donde nosotras tuvimos que abrirnos paso trabajosamente. Cuando una es parte de una minoría, es fácil caer en la falacia reduccionista que dicta que hay una sola manera de ser una mujer (o discapacitada, o negra, o excéntrica, etc) en la cultura geek, y que quien encare esa identidad desde otro ángulo amenaza tu derecho a esa misma identidad; lo cual no es muy diferente de la propia lucha de la cultura geek para mantener una identidad discreta mientras nuestro retrato y nuestro medio, se infiltran en la cultura predominante. Si esas personas pueden ser geeks, ¿qué queda entonces para mí?  Y si el club es tan grande, a la larga ¿vale la pena ser miembro?

La verdad, por supuesto, es que no se trata de un juego de suma cero: la misantropía y el hostigamiento por la identidad van a consumir a la cultura geek más rápida y profundamente que cualquier legión de intrusos imaginarios. Por décadas nos hemos enorgullecido de ser trasgresores, visionarios, dispuestos a cuestionar las normas culturales y pensar más allá de los límites impuestos. Imaginen qué tan lejos podríamos llegar si pudiésemos también dejar de reemplazarlos por límites diseñados por nosotros mismos.

No era un pájaro, no era un avión…Tampoco era Superman.

«So you’re six years old, you’re reading ‘Snow White and the Seven Dwarves,’ and it becomes rapidly obvious that there are only two kinds of men in the world: dwarves and Prince Charmings. And the odds are seven to one against your finding the prince.” (Emily Levine)

Hace no mucho dije que estaba difícil enamorarse hoy.  No estaba tan errada y eso que le puse onda y todo…Y temo no tener un chivo expiatorio creíble como haberme dejado engañar por Disney, mi autoestima o mi educación romántica.

Creo que las desilusiones nunca nos toman por sorpresa, al menos no del todo. En el fondo siempre supimos que Papá Noel no existía, que las cifras del INDEC son imprecisas y que tarde o temprano nos iban a terminar rompiendo el corazón.

Curiosamente venimos programados de fábrica para dejarnos mentir un poquito, y es algo que hacemos a voluntad, porque a quien no le gustan la magia y las ilusiones. Dudo muchísimo que las personas prefieran tener razón a ser felices – y se los digo yo que soy una neurótica de la última palabra. No estoy diciendo que prefiero que me oculten la verdad con tal de tenerme contenta (porque ocultar la verdad, es también una forma de traición) pero si me van a mentir, al menos háganlo bien.

Desde mi primer desencuentro amoroso soy muy consciente de la existencia de lo que una vez llamé hombres reales;  quienes ni tomando mucha sopa le llegan a la sombra de los Humphrey Bogarts o Ivanes de Pineda que una pensaba que algún día iban a aparecer. No es que una sea una princesita inmaculada, ni la más bella del reino, o Ingrid Bergman, pero la verdad es que una no espera que llegue un buen hombre que nos haga salivar más que el perro de Pavlov, para cumplir con un silogismo estético.

Mi consigna es darles la oportunidad a los hombres reales porque son los únicos que hay, y lo digo con ganas de iluminarnos, no con resignación. Los ideales entorpecen lo posible, pero es muy difícil enamorarse exclusivamente de lo real – así que nos mentimos un poquito – y eso no está tan mal.

Lo único malo de los hombres reales es que se ofenden cuando una trata de tenerles paciencia y no los pone inmediatamente en un pedestal para adorarlos – entonces aprovechan para subirse al poni de la histeria que yo dejé de lado. Esto quizá se debe a que yo todavía no entendí que los hombres (al menos con los que me cruzo yo) necesitan de su autoestima bien inflada, para casi todo.

La mala noticia de todo esto es que últimamente empiezo mis relaciones de atrás para adelante, sabiendo que esa persona que me gusta tanto en realidad, va a tener muchas cosas que tanto no van a gustarme. Entonces comienzo vislumbrando al pájaro o al avión primero y viendo si al final me sorprende un Superman, o al menos un Clark Kent. Pero no…hay muchos barriletes, eso sí.

Ojo, no es mi intención echar culpas por mi  creciente falta de entusiasmo, pero cuando termino teniendo razón; cuando de un día para el otro empiezan a perder validez las frases del estilo «sos la J que más me feliz me hace» , «antes de conocerte pensé que X pero ahora Z» y «Quiero recorrer todo tu L con mi Y», me cuesta volver a tomarlas en serio cuando viene otro atrás a repetirlas.

Hacía mucho que no posteaba, así que bánquense estas últimas oraciones:

Tuve un mes de writers block y no pude producir una sola frase sensata…una insensata tampoco. Pero volví che, siempre vuelvo.

Iván de Pineda en serio me enamoró…creí haberme enamorado el año pasado y cuando nos vimos de nuevo este año, comprobé que sí. era en serio. Escúchenlo hablar con mucho atino de educación, mientras te mira desde su metro noventa con ternura y después cuéntenme qué tan loca estoy.

Sí, ocultar la verdad es una forma de traición, y ocultar u omitir la verdad apropósito es mentir también. No me vengan con tecnicismos a contradecirme.

Fiona Apple  debería entrarle más al asado y ese vestido no la beneficia….pero cómo me gusta la letra de esta canción.

Not about love

Prueba de que estaba estudiando. Les juro que ese es el glosario de Conferencias. (AKA: Encuentre la forma más complicada e ineficiente de estudiar y coronarse como "The Queen of Procrastination")

Si me preguntaran como viene el estudio, les contestaría que la dilación al menos viene de diez; pronto va a mutar en un profundo auto-desprecio y después de eso me voy a convertir en una máquina del estudio (la noche antes del examen) para después ir y sacarme más de 8…porque soy así de despreciable.  Es un proceso delicado estudiar, no hay que andar apurándolo. Así que decidí seguir mis instintos y aparecer por acá.

Hace muchísimos posts escribí acerca de mi incurabilidad (¡Hola RAE!) para dejar de lado la idea de que el amor es la experiencia existencial más gratificante. Tengo que decirles que hoy, no necesariamente me convence este concepto. Es como cuando se te pasa el efecto de un analgésico -de esos que tomo yo; el mundo en realidad no era tan maravilloso, y no me estaba divirtiendo tanto como creía. Cuando la perspectiva se abre paso entre las nubes rosas (o grises) la magia del amor, se ve como un truco fácilmente reproducible y al alcance de cualquiera.

Para alegría de mis amistades, quienes festejan que haya podido empezar a probar otros chocolates disponibles en el mercado, hace rato que no pienso en ese cuadradito perfecto de chocolate con menta que me comería a toda hora, no sólo después de la 20hs.  Pero tengo que decirles que este tipo de desencanto llega sin penas ni gloria. Es parecido a descubrir que tu canción de amor favorita en realidad habla de un sánguche de mortadela. Todo lo que dijiste, sentiste, hiciste, deshiciste, pensaste, deseaste, veneraste, exigiste y pataleaste se ve absurdo desde esta perspectiva.

Lo que más me confunde de este lado del desencanto, es sentir que corro el ¿peligro? de que finalmente no exista un pedacito de chocolate irreemplazable que me saque de este cinismo. Sin embargo, al mismo tiempo, siento cierto alivio al saber que no va a venir ninguno a seducirme con su endorfina azucarada y convencerme de cosas que no son para que yo haga estupideces de las que después (seguramente) me voy a arrepentir.

Todo esto me deja con la idea de que en realidad la consigna siempre es no enamorarse. porque después hay que tomarse el trabajo de dejar las cosas atrás. Es un proceso curioso: Podemos tratar de convencernos con hechos irrefutables y verdades empíricamente comprobables. Podemos dejar que pase mucha agua abajo del puente, enchastrarnos probando otros chocolates y emborracharnos con cuanto malbec nos pongan adelante – pero no se nos pasa hasta que se nos pasa solo, y sin importar cuánto creemos que sufrimos en el medio, llegar a este lado del túnel es un proceso que, como el estudio, tampoco se puede acelerar.

Aunque, ¿les digo la verdad?, finalmente,  la indiferencia involuntaria no tenía nada de dulce y nada de encantadora. Fue como despertarse de un sueño loco y darse cuenta de que I was just being silly.

No tengo nada más para decir (excepto):

El nombre de este post debería haber sido PROCRASTINATION con luces de neón y todo, porque en serio, si estoy despierta a esta hora, debería estar estudiando…instead, me acordé que existía esto: http://vimeo.com/9553205 y ya lo ví 3 veces.

Y también, nada dice Not About Love como la panza de Zach Galifianakis en este vídeo:

Cómo te lo digo

Siempre me han desagradado los lugares comunes y la gente que llama a las radios dedicándoles canciones de Luis Fonsi a Fulanito, que es el amor de mi vida. No tiene mucho que ver con el pobre Luis, en realidad, la frase del estilo “el amor de mi vida” es lo que no me cierra. Jamás le he dicho a nadie semejante cosa. Supongo que porque no sé qué significa, o quizá porque es una frase tan trillada que con el correr de los años, o de las veces que la escucho, me suena a un sinsentido popular que se usa en las FM para dedicar canciones.  Últimamente este rechazo a ese tipo de demostraciones de afecto se ha extendido a otros espacios donde antes ese rechazo no existía, o dónde al menos lo toleraba. Hoy las declaraciones de amor me suenan irreales y sobre todo ingenuas. Un amigo sostiene que es porque estoy aburrida…O mejor dicho, porque no estoy enamorada y por ende estoy aburrida. Según él, las mujeres cuando no estamos enamoradas, nos aburrimos y nos volvemos difíciles de conmover. La verdad es que ese argumento no me convence del todo, pero en este caso me conviene asentir obedientemente. Si hay algo que aprendí en los últimos años es que a los taxistas, como a los locos, hay que correrlos para el lado que disparan. Sobre todo a los taxistas porteños. — Por otro lado, no sé si puedo jactarme del todo de no estar enamorada.

Esta falta de entusiasmo a las demostraciones populares de afecto muchas veces se interpreta como indiferencia, amargura o frialdad. Pero no, a no confundir. Hay que saber presionar las teclas correctas para conmover a alguien y no a todos nos entusiasman las mismas cosas.

La experiencia se ha encargado de demostrarme que quienes se jactan de ser fríos o de demostrar su cariño de manera apática en realidad son quienes más necesitan de esta validación, a pesar de su bandera que dice «I’m fine if you don’t love me, I don’t care». La demostración, es decir,  la evidencia perceptible del afecto, no sólo es placentera y reconfortante sino que también es necesaria, porque muchas veces lo que no se nombra no está.  Es un asunto delicado,  porque también a veces quienes pecan de cargosos/abrumadores/avasallantes, también la están pifiando—feo.

Lo que me llama la atención de las demostraciones de afecto es cómo cada parte se ve afectada según la situación sentimental. Para el amor no correspondido las demostraciones de afecto son ante todo innecesarias, porque para la contraparte no hay nada más incómodo y enojoso que la demostración de un cariño que no se puede corresponder. Y resulta no solo cansador sino inútil porque en estos casos no importa qué tecla presiones, sino que uno no es quien es capaz de hacerlas funcionar.  En cambio para el amor recíproco, la evidencia del afecto es hasta imprescindible para que la relación avance. Como me dijo mi abuela , o como se olvidó de decirme: Al amor hay que enamorarlo todos los días.

En realidad, la mejor demostración de afecto es aquello con lo que el otro puede identificarse en nosotros. Creo que es así para muchos… Es como la historia de Chandler en Friends, la vez que se camina todo New York buscando la primera edición de The Velveteen Rabbit para la novia de Joey de quien estaba enamorado (porque Joey le quería regalar una lapicera – aunque it was a pen…but also it was a clock!). No sólo el libro le iba a gustar más sino que también iba a tocarle una fibra sensible porque era algo muy propio que venía de afuera, y eso es clave, aunque suene a narcisismo. La satisfacción de darle al otro lo que le gusta y de lo que se puede enamorar, o sea la satisfacción de quien recibe, es también la propia de quien otorga. Es mas o menos parecido a lo que pasa en el sexo, cuando el propio goce pasa por el goce del otro.

Para quien suscribe la mejor demostración de afecto me la da la complicidad en forma de humor. Y a mi amigo que cree que mi aburrimiento obstaculiza mi capacidad para conmoverme, le pido que no se preocupe por mí. Todavía hay muchas cosas que me conmueven, pero las canciones de Luis Fonsi, los pasacalles con mensajes, los ositos de peluche, los mensajes en mi muro de Facebook, los links a videos tiernos en YouTube, las serenatas, y el resto de los lugares comunes…No.

Just so you know:

Sí, cambié el look…Nada importante, es que a veces se me da por cambiar los muebles de lugar.

Que me parezcan ingenuas las declaraciones y demostraciones de afecto, las promesas de amor para siempre y las frases del estilo «sos el amor de tu vida», no significa que lo sean y no es mi intención desvalorizar lo que para algunos es invaluable. Sucede que, según observo, la lógica rara vez viene a interrumpir la sensación de eternidad que nos da estar enamorados. Yo sé que quien dice «sos el amor de mi vida» genuinamente se lo cree también. Sin embargo, por ahora, L’amour pas pour moi.

I’m just sayin’…

Apparently, she started it.

Alguna idiota anduvo por ahí esparciendo el rumor de que ninguna mujer sabe lo que quiere en realidad – esta imbécil  en un esfuerzo por compadecer a algunos hombres (que no cazan una even if that una hits them in the face) nos arruinó la vida, el romance, el amor, el sexo y las relaciones en general a las demás. So ahora es vox populi que las mujeres somos complicadas, histéricas, difíciles de entender, etc. Y la verdad es que me cuesta muchísimo llevar esta etiqueta – porque condena mi complejidad, que puede ser resultado de muchos otros factores, muy a pesar de mis cromosomas- y es como no tener el derecho a ser legítimamente complicada o sencilla…

Recurriendo a la ciencia – las mujeres somos diferentes de los hombres porque hasta nuestros cerebros funcionan distinto. Las capacidades cerebrales de una mujer son muy diferentes de las de un hombre, y esto hace que nuestros sistemas funcionen de otra manera y que veamos las cosas desde otra ventana. Nos nos hace ni más ni menos inteligentes, ni más ni menos emocionales, ni más ni menos racionales. Just different- not opposite.

No existe una fórmula mágica para entender qué nos motiva o nos satisface plenamente. Porque la verdad es que no existe absolutamente nada en este mundo que nos satisfaga plenamente. Es, creo,  una de las 2 características que tiene esto de ser humano – ser mortales e insatisfechos. (I’m cheerful, I know) Pero pienso que es importante tener bien en claro que no existe una llave maestra que va a abrir -si me disculpan el verbo- el corazón de cualquier mujer (o persona). Y digo que esto no es posible porque  no nos enamoramos de la suma de los actos de fulanito o menganito. So no tiene mucho sentido preguntarle a una mujer: ¿qué tengo que hacer para que te enamores de mí? porque la respuesta a eso es nada o averigualo. A menos que te sea posible transformarte en el hombre del que ella sí está enamorada. Es una pregunta que nunca te va a dar una carta ganadora y que al menos para mí es un dealbreaker porque es como si quisieses hacer trampa y la parte divertida está en tratar de averiguarlo.

Pero volvamos:  No es que nada nos venga bien o que no sepamos qué queremos. Lo que sucede es que no siempre lo mismo nos viene bien siempre. Cuando era chica solían gustarme los hippies desalineados fanáticos de Sui Generis. Hoy me llaman la atención los burguesitos perfumados con sus PS3 que escuchan Rolling Stones, y quien sabe… mañana capaz que me enamoran los metaleros de 65 que se quedaron sordos escuchando Black Sabbath a todo lo que da. A lo que voy es que no siempre queremos ni nos seduce lo mismo. Y esto aplica en todo sentido- En que a Evangelina le pueden gustar muchos los tipos románticos y sensiblones pero que a Andrea no le mueven un pelo. Y en que a Evangelina pueden gustarle los tipos románticos pero que eso no quiere decir que quiere que le dediques una serenata de mariachis a las 3 de la mañana un miércoles. Y tampoco quiere decir que Andrea no espera que de tanto en tanto no le digas que la querés o que la extrañás o le regales un chocolate porque sabés que es una loca fundamentalista del chocolate. De verdad esto no tiene nada de difícil, requiere un poquito de sentido común.

La mayoría de las mujeres que conozco saben exactamente lo quieren cuando se los pregunto, al menos en ese momento. No hidden agendas ni second guesses, sus respuestas son bastante claras y esto no es así porque yo sea mujer sino porque me tomo el trabajo de preguntarles qué quieren.  Así que no estoy convencida de que esta estúpida que dice que no tenemos idea – tenga razón. I have a pretty good idea.  El común denominador a esta pregunta es que queremos su atención (even when we don’t, we do). Una vez que tenemos eso…el resto viene solo.

Esparcir por ahí el rumor que argumenta que las mujeres no saben lo que quieren ha sido una excusa muy conveniente para decidir por nosotras durante mucho tiempo…Así como también resulta muy rentable para muchas caprichosas que andan dando vueltas por ahí volviendo locos a unos pobres diablos que las apañan.

Footnotes:

Me hago cargo de la parte que me toca- más de una vez dije que las mujeres somos complejas (nunca complicadas ni histéricas) pero jamás dije que los hombres tampoco lo fueran.

Bienvenido Enfermito al blog roll….si quieren una crítica diferente y divertida del 7mo arte, este es su blog.

Dejo algo de Leftover Cuties para el final, no tienen nada que ver, pero son geniales.

Vos no me entendés

La psique femenina es compleja, esto no es novedoso para nadie. El mismísimo Freud murió sin poder responder uno de los interrogantes que ridículamente todavía atosiga al 50% de la humanidad: «¿Qué quieren las mujeres?» Este post ni siquiera va a intentar meterse con esa pregunta; pero sí va a intentar esclarecer algunas cuestiones. Creo que el problema principal reposa en que la identidad de la mujer se apoya en una serie de representaciones imaginarias y simbólicas. Históricamente, la mujer nunca ha sido mujer por sí sola. Nuestra identidad siempre se ha definido con otros términos de lo que una debería ser y en ese ser también se incluye lo que una debería querer, desear y sentir. Últimamente, hasta los publicistas de Kimberly Clark, Unilever y Bayer (AKA: Days, Always y Actron Mujer) nos dicen como deberíamos sentirnos. Alguien tiene que decirles que la corten, really.

«No las entendemos»: una y otra (y otra) vez escuché esta declaración en boca de algún hombre, refiriéndose a las mujeres en general. «Son complicadas, no sabemos lo que quieren y en definitiva son difíciles de entender»  Ok, we get it. Así que he decidido tomar este reclamo, al menos para entretenerme escribiendo un rato, y voy a empezar a contarles mas o menos lo que pasa de este lado. Cabe aclarar que mis ideas y posturas acerca de lo que una mujer espera , quiere o deja de querer no es bajo ningún concepto la opinión de la mayoría. Flash news, boys: como ustedes, no somos todas iguales (lamentablemente, porque hay un par a las que quisiera parecerme, o, ¡por suerte!, porque hay otras tantas con las que no quisiera ni que me asocien).

Los hombres, o al menos con los que yo me cruzo, son por naturaleza resolutivos. Si a un hombre, se le cuenta un problema, inmediatamente el señor va a tratar de buscar una solución a lo que tanto te aqueja. Va a enumerar las causas que te llevaron a esta situación, va a señalar que no es necesario tanto drama ni que te angusties y va a brindarte una (o más) alternativas para salir de tu dilema.  Y con eso, va a dar por terminado el tema.

El problema con esta escena es que él se pone la capa de Superman, pensando que está salvándote y una, en realidad,  lo va a bajar de un hondazo con los clásicos «No me estás prestando atención, No me entendés lo que te estoy diciendo, No me escuchás, etc» 

El quid de la cuestión es que nosotras no estamos buscando que nos solucionen todo lo que les planteamos, a menos que hagamos explícito que queremos su input en el asunto (y por explícito, quiero decir, explícito) Lo único que se espera de Uds. en ese tipo de conversación es un indicio de que efectivamente nos están escuchando, que nos compadecen, entienden que la estamos pasando mal y que nos den una señal de más de dos sílabas de que nos están oyendo. Monosilábicos abstenerse.

No es necesario que nos digan que nuestro problemita es una pavada, que nos hacemos problema por todo, que en nuestro lugar harían tal o cual cosa, o que lo que les estamos planteando, para ustedes, no tiene sentido. Es comprender que lo que les puede parecer una pavada, puede tranquilamente ser una tragedia para una. Es categóricamente imposible ponerse en el lugar de otro. Así que el único recurso que les queda es la empatía. A mí me parece una reverenda estupidez que se depriman más de 20 minutos porque pierda Racing. En primer lugar porque suele perder seguido, y en segundo lugar porque a pesar de que entiendo las reglas del fútbol, parece que la vida sigue igual afuera de la cancha. De verdad.

Ojito que no estoy diciendo que nos den la razón como a los locos. Nada de «a las mujeres no hay entenderlas, hay que quererlas» a lo Ricardo Arjona, porque el reclamo del «no me entendés» no pone en tela de juicio cuánto nos quieren. Yo en serio entiendo que la solución la buscan para dar fin a mi ¿sufrimiento? pero de verdad, solo quiero que me escuches hablar un ratito.

Posdata:

Hace bastante, un amigo me reveló este dato acerca del impulso masculino de querer arreglarlo todo y de la reacción de la mujer frente a esto. Como siempre, tuvo razón. Por si se le ocurre leer, y estoy bastante segura de que pasa por acá seguido, gracias a Ud. por este post. 🙂

Mientras escribía, me acordé que en la película The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy, había un arma que cuando se disparaba a una persona inmediatamente esa persona podía ver las cosas tal y como las vemos desde nuestro punto de vista- Point of View Gun, se llamaba, y de hecho su creación había sido encomendada por la Organización Intergaláctica de Amas de Casa Indignadas, cansadas de terminar cada pelea con sus maridos con las frase «You just don’t get it, do you?» I really want one.

Queridos publicistas de K. Clark, Unilever, etc:

No puedo ni empezar a contarles lo  mal que me ponen sus publicidades dedicadas a los problemas femeninos «que solo ustedes entienden» De verdad siento que nos están haciendo bullying hace rato. A mí me gustaría una publicidad que en vez de tener a Marcela Kloosterboer en un vestidito BLANCO, super sonriente diciendo cosas como «tus ovarios no se equivocan, aunque te duela todo y la pases como el orto la vida no es tan terrible y ser mujer es maravilloso» me gustaría menos contención y poesía y que me digan de una vez «Si, la verdad es que eso que te pasa todos los meses es un garrón y no tiene nada de maravilloso, here’s a tampon and some pain killers» Si en serio solo ustedes nos entienden, el optimismo y la Kloosterboer de verdad no van.